?Qui¨¦n es latino?
La complejidad de razas, nacionalidades y opiniones dentro de la comunidad de origen hispano de Estados Unidos desborda el t¨¦rmino utilizado para definirla
¡°?C¨¢llate, mexicano est¨²pido!¡±.
Las palabras salieron escupidas de los labios de un chico p¨¢lido y pecoso que me estaba provocando en el patio de la primaria.
Quisiera recordar qu¨¦ dije para inspirar el insulto. Pero m¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s, solamente recuerdo mi respuesta. ¡°Est¨²pido peruano¡±, aclar¨¦, apunt¨¢ndole con el dedo.
Mi familia hab¨ªa emigrado de Lima al norte de California unos a?os antes, por lo tanto mi nacionalidad era un hecho, mientras mi estupidez era una cuesti¨®n de opini¨®n. La respuesta confundi¨® tanto a mi compa?ero que mi primer encuentro con el prejuicio termin¨® tan r¨¢pido como hab¨ªa comenzado. El recreo continu¨®.
Hoy en d¨ªa, mi obsesi¨®n de ni?o de preescolar por la nacionalidad parece un poco anticuada. Peruano o mexicano ?acaso importa? Hoy en d¨ªa todos somos latinos.
Y que no nos llamen est¨²pidos. Los latinos se han vuelto emocionantes, deseados. En la elecci¨®n presidencial de 2012, el voto hispano ayud¨® a impulsar a Obama (con el 71% de los votos hispanos) por encima de Mitt Romney (con el 27%). Cuando los pol¨ªticos usan su linaje hispano para ganarse una precandidatura presidencial o un puesto dando el discurso principal en una convenci¨®n del partido, cuando un Congreso estancado intenta pasar una reforma migratoria porque los dem¨®cratas no nos quieren perder y los republicanos nos quieren seducir, y cuando Univisi¨®n le gana a NBC en las audiencias de prime time, se sabe que los 51 millones de latinos de Estados Unidos son oficialmente atractivos, clickeables, imposibles de ignorar. Y si alguien escribe una disertaci¨®n argumentando que somos m¨¢s tontos que los estadounidenses blancos, perder¨¢ su trabajo. Incluso en la conservadora fundaci¨®n Heritage. No se puede hacer.
La atenci¨®n es agradable, lo admito. Nuestra extracci¨®n inmigrante o descendiente de inmigrantes ya no es considerada una carga. En el maravilloso reduccionismo de la pol¨ªtica norteamericana, es una gran historia.
Pero es una historia con un giro impredecible en la trama: no est¨¢ claro qu¨¦ quiere decir realmente ser latino (o hispano), y la mayor parte de los hispanos ni siquiera se identifican con el t¨¦rmino.
?Es ser latino una cuesti¨®n de geograf¨ªa, tan simple como decir de d¨®nde viene uno o sus antepasados? ?Es el idioma que habla o c¨®mo lo hace de bien? ?Es alguna cultura com¨²n? ?O es simplemente ser de tez vagamente morena y un apellido que termina en las letras a, o, o z? Los pol¨ªticos montan operaciones para llegar a los latinos, las empresas lanzan campa?as de mercadeo para atraer a los ¡°superconsumidores¡± hispanos, y a¨²n as¨ª, dependiendo a quien se le pregunte ¡ªpol¨ªticos, acad¨¦micos, periodistas, activistas, investigadores o encuestadores¡ª uno encuentra definiciones e interpretaciones contradictorias.
Si todas las identidades ¨¦tnicas son creadas, imaginadas o negociadas hasta cierto grado, los hispanos americanos son un ejemplo poderoso. Como parte de un esfuerzo en los setenta para medir mejor qui¨¦n estaba usando los servicios sociales, el Gobierno federal de EE UU estableci¨® la palabra ¡°hispano¡± para marcar a cualquier persona con ancestros en Espa?a o Am¨¦rica Latina, y exigi¨® que se recogieran datos sobre ese grupo. ¡°El t¨¦rmino es un invento estadounidense¡±, explica Mark Hugo L¨®pez, director asociado del Pew Hispanic Center. ¡°Si uno va a El Salvador o la Rep¨²blica Dominicana, no oye necesariamente a la gente decir que son hispanos o latinos¡±.
Los latinos en EE UU se han vuelto deseados, oficialmente atractivos, imposibles de ignorar
No est¨¢ claro qu¨¦ quiere decir la palabra latino, y la mayor¨ªa de los hispanos no se identifica con ella
Y puede que tampoco lo oiga mucho es Estados Unidos. Seg¨²n una encuesta de Pew en 2012, solamente una cuarta parte de los adultos hispanos se identifican m¨¢s frecuentemente como hispanos o latinos. M¨¢s o menos la mitad dice que prefieren decir el pa¨ªs de origen de su familia, y una quinta parte dice que son estadounidenses. Entre los latinos de tercera generaci¨®n, casi la mitad se identifican como estadounidenses.
La Oficina de Administraci¨®n y Presupuesto define a un hispano como ¡°una persona de origen cubano, mexicano, puertorrique?o, sur o centroamericano, o de otra cultura espa?ola, sin importar la raza¡±, m¨¢s o menos igual de espec¨ªfico que llamar a alguien europeo.
¡°No hay coherencia en el t¨¦rmino¡±, dice Marta Tienda, soci¨®loga y directora del Centro de Estudios Latinos de la universidad de Princeton. Por ejemplo, aunque oficialmente se supone que debe tener connotaciones de etnicidad y nacionalidad en vez de raza ¡ªdespu¨¦s de todo, los hispanos pueden ser negros, blancos, o de cualquier otra raza¡ª el t¨¦rmino ¡°se ha vuelto una categor¨ªa racializada en Estados Unidos¡±, seg¨²n Tienda. ¡°Los latinos se han vuelto una raza por omisi¨®n, simplemente por el uso de la categor¨ªa¡±.
Entonces ser hispano puede ser cuesti¨®n de origen, o puede ser un asunto de raza, o puede tener una combinaci¨®n que los hispanos pueden definir por s¨ª mismos, si usan el t¨¦rmino, aunque la mayor¨ªa no lo hace.
?O se trata de una cultura panlatina?
Janet Murguia, presidente del Consejo Nacional de La Raza, enumer¨® los elementos b¨¢sicos: ¡°Culturalmente estamos unidos por el idioma, un amor compartido por el espa?ol, aunque aprendemos ingl¨¦s¡±, me dijo. ¡°Una fe fuerte, familias fuertes, un fuerte sentido de comunidad. Esos son los valores que tenemos en com¨²n¡±.
"El t¨¦rmino es un invento estadounidense", dice el investigador Mark Hugo L¨®pez, del Pew Research Center
Sergio Bendixen, un consultor de estrategia en pol¨ªtica y medios hispanos con base en Miami, est¨¢ de acuerdo con que existe una cultura hispana, pero la define de manera muy diferente. ¡°No es realmente un idioma o la Iglesia Cat¨®lica, o que vengamos de un pa¨ªs u otro¡±, dijo. Es una cultura que ¡°le da una importancia tremenda a las relaciones humanas y a celebrar la vida; que da libertad de mostrar las emociones, en vez de reprimirlas. Eso realmente es lo que une a todos los hispanos¡±.
Si hay algo que une a todos los hispanos es que no creen que comparten una cultura com¨²n. El Pew Hispanic Center encontr¨® que casi 7 de cada 10 hispanos dicen que vienen de ¡°muchas culturas diferentes¡± y no de una sola. ¡°Pero cuando periodistas, investigadores y el Gobierno federal hablan sobre latinos¡±, dice L¨®pez, ¡°est¨¢n hablando de un solo grupo¡±.
La ausencia de una cultura unificadora tiene a¨²n m¨¢s sentido a medida que la comunidad evoluciona y se expande. Los d¨ªas en que los hispanos pod¨ªan ser clasificados sobre todo como trabajadores migrantes mexicano-americanos en el suroeste, puertorrique?os en Nueva York, y cubano-americanos en el sur de Florida, est¨¢n desapareciendo. Los salvadore?os est¨¢n alcanzando a los cubanos como el tercer grupo latino m¨¢s grande en el pa¨ªs, por ejemplo. Y adivine cu¨¢les son los cuatro Estados donde la poblaci¨®n hispana ha crecido m¨¢s r¨¢pido en la ¨²ltima d¨¦cada: Carolina del Sur, Kentucky, Arkansas y Minnesota.
"Los latinos se han vuelto una raza por el uso de la categor¨ªa", opina la soci¨®loga Marta Tienda, de la Universidad de Princeton
Incluso el idioma espa?ol est¨¢ perdiendo su poder como un marcador cultural para esta comunidad. Casi 80% de los hispanos en Estados Unidos dicen que leen o escriben espa?ol ¡°muy bien¡± o ¡°bastante bien¡±, seg¨²n Pew, pero solamente el 38% dice que es su idioma primario, mientras otro 38% dice que es biling¨¹e, y el 24% dice que el ingl¨¦s es su idioma dominante. Cuando llega la tercera generaci¨®n, casi 7 de cada 10 latinos dicen que su idioma dominante es el ingl¨¦s. No es sorprendente que la batalla m¨¢s grande entre las compa?¨ªas de medios hispanas es por el mercado latino angloparlante.
?Es hablar espa?ol con fluidez una precondici¨®n para la latinidad plena? Si lo es, algunos como el gobernador republicano de Nevada Brian Sandoval y el alcalde dem¨®crata de San Antonio, Juli¨¢n Castro, no ser¨ªan parte del club.
Yo, personalmente, no los sacar¨ªa de la lista.
Si ni el idioma, ni la raza, ni una cultura en com¨²n son suficientes para definir o unirnos, tal vez la pol¨ªtica pueda ayudar.
El mes pasado, el exgobernador de Nuevo M¨¦xico Bill Richardson demostr¨® tener una versi¨®n estricta de la identidad pol¨ªtica latina, pues le sugiri¨® a ABC Noticias que el Senador Ted Cruz, un cubano-americano republicano conservador de Texas no deber¨ªa ser ¡°definido como hispano¡± porque no apoya la reforma migratoria. Al poco tiempo, Richardson le dijo a Fox News que era un malentendido: ¡°Lo que quer¨ªa decir es que yo no me considero solamente hispano, y ¨¦l tampoco deber¨ªa ser identificado solo como hispano. Somos otras cosas¡±.
Si hay algo que une a todos los hispanos es que no creen que comparten una cultura com¨²n
S¨ª, la idea de una prueba que decida de manera contundente la identidad latina parece muy extra?a. Pero las palabras de Richardson dejan claro que, en el mundo pol¨ªtico, esa identidad ha evolucionado de una amplia categor¨ªa ¨¦tnica y cultural a suponer cierta sensibilidad liberal.
Para los republicanos, el reto parece simple. En marzo, el presidente del Comit¨¦ Nacional Republicano, Reince Priebus, en una lista de los problemas del partido despu¨¦s de las elecciones, resalt¨® la necesidad de promover a los l¨ªderes latinos en el partido, desarrollar buenas relaciones con los medios latinos y crear un mensaje sobre el tema de la inmigraci¨®n que tome en cuenta la ¡°singular perspectiva de la comunidad hispana¡±. El senador Lindsey Graham, de Carolina del Sur, ha descrito la situaci¨®n del partido de manera m¨¢s brusca: ¡°Como partido, estamos en ca¨ªda libre demogr¨¢fica¡±, dijo en el programa de televisi¨®n Meet the Press la semana pasada, ¡°y la ¨²nica manera en que podemos recuperar nuestra imagen en la comunidad hispana, creo, es aprobando una reforma migratoria completa¡±.
Arreglar la inmigraci¨®n y ganarse el amor de los hispanos. As¨ª de simple, ?no?
¡°El gran problema del partido republicano con los hispanos no es inmigraci¨®n¡±, dice Bendixen. ¡°El problema es que los votantes hispanos est¨¢n m¨¢s a la izquierda que ning¨²n otro grupo. Creen que el Gobierno debe jugar un fuerte papel en la econom¨ªa y esencialmente en todos los aspectos de la vida, como seguro m¨¦dico nacional, servicios sociales y creaci¨®n de empleo¡±.
En el mundo pol¨ªtico, la identidad latina ha evolucionado y supone una cierta sensibilidad liberal
En una encuesta de 2011, Pew concluy¨® que la reforma migratoria no era el tema principal para los votantes latinos. Cuando les preguntaron a los entrevistados qu¨¦ temas les parec¨ªan ¡°extremadamente importantes¡±, los latinos escogieron educaci¨®n, econom¨ªa, el sistema de salud e incluso el d¨¦ficit del presupuesto por encima de la inmigraci¨®n. No tan distintos al resto de Estados Unidos.
Hace casi una d¨¦cada, el polit¨®logo de Harvard Samuel Huntington escribi¨® un mordaz ensayo de 6.000 palabras en la revista Foreign Policy argumentando que los inmigrantes latinos pon¨ªan en peligro la integridad cultural y pol¨ªtica de Estados Unidos. Titulado El Reto Hispano, el art¨ªculo inspir¨® incontables respuestas en los medios nacionales e internacionales, acusaciones de racismo y muchas cr¨ªticas de los think tanks de Washington. Casi una d¨¦cada m¨¢s tarde, todav¨ªa lo atacan en debates sobre inmigraci¨®n.
Confieso: yo ayud¨¦ a que ese art¨ªculo existiera. Como editor de Foreign Policy en esa ¨¦poca, yo trabaj¨¦ con Huntington durante varias semanas preparando el ensayo para publicarlo. En las muchas conversaciones que tuvimos por tel¨¦fono y email, nunca me pregunt¨® si el art¨ªculo me ofend¨ªa, y yo nunca le pregunt¨¦ si le incomodaba que un tipo llamado Carlos estuviera editando su escrito.
"Los votantes hispanos est¨¢n m¨¢s a la izquierda que ning¨²n otro grupo", afirma el consultor pol¨ªtico Sergio Bendixen
En retrospectiva, me pregunto por qu¨¦ no me sent¨ª m¨¢s ofendido por sus argumentos. Parte de eso es el trabajo de editor; a trav¨¦s de los a?os probablemente he trabajado con cientos de ensayos con los que no estoy de acuerdo. Pero tal vez yo no sent¨ªa realmente que Huntington estuviera escribiendo sobre m¨ª. Yo no me identificaba con esa etiqueta.
Claro, yo siempre selecciono la opci¨®n de ¡°origen hispano¡± en formularios oficiales ¡ªhacerlo me parece menos equivocado que no hacerlo¡ª pero otros aspectos de mi identidad, as¨ª sea mi lugar de nacimiento, mi religi¨®n, mi alma m¨¢ter, mi profesi¨®n, o mi papel de padre, esposo, hijo o hermano han sido m¨¢s importantes para m¨ª en otros momentos. Una identidad panlatina es demasiado amplia para que se sienta esencial. Yo leo novelistas latinoamericanos y les hablo a mis hijos en espa?ol, pero como dir¨ªa Richardson, tambi¨¦n soy muchas otras cosas.
Adem¨¢s, hay otras personas que se dedican a la pol¨ªtica identitaria por m¨ª. Soy hispano cuando los formularios del censo y los certificados de nacimiento de mis hijos me hacen escoger. Soy hispano cuando llega correo de propaganda a mi casa proclamando ¡°special offers¡± para mi esposa irlandesa-americana, y ¡°ofertas especiales¡± para m¨ª. Soy hispano cuando los testigos de Jehov¨¢ vienen a llamar a la puerta de mi casa con un discurso de salvaci¨®n preparado en espa?ol. Soy hispano en Estados Unidos porque gente a la que no conozco ha decidido que eso es lo que soy.
Hay un momento en el cual asumir la etiqueta de latino se siente correcto, hasta urgente
Hay un momento, sin embargo, en el cual asumir la etiqueta de latino se siente correcto, hasta urgente. Cuando los debates pol¨ªticos sobre la inmigraci¨®n se ponen feos, cuando hablan de autodeportaci¨®n y leyes que permiten usar el perfil racial para hacer detenciones, cuando hablan de beb¨¦s anclas, las distinciones y sutilezas parecen disiparse.
¡°Cuando uno de nosotros est¨¢ siendo atacado, nos identificamos, nos juntamos¡±, dice Murguia. ¡°Cuando uno de nosotros es se?alado por su acento, su color de piel, nuestro pueblo se une por la justicia. La gente dice ¡®ese podr¨ªa ser yo¡±.
Por eso es que el sentimiento anti-latino que ha aparecido en algunos rincones de la pol¨ªtica estadounidense es contraproducente. Crea unidad entre la gente a la que est¨¢ dirigida, que de otra manera no se ver¨ªan como parte del mismo grupo. Refuerza, incluso crea, la identidad que est¨¢ tratando de debilitar.
¡°El significado de la hispanidad no es identificable por cultura o idioma, si no por experiencias de inclusi¨®n o exclusi¨®n, por oportunidades de educaci¨®n, seg¨²n si pueden llegar a vivir el sue?o americano¡± explica Tienda, de Princeton. ¡°?Son una clase aparte, o van a ser parte de todas las clases?¡±.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en The Washington Post
Traducci¨®n: Laura Jaramillo
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