Los Comunes se equivocaron de guerra
La acci¨®n conlleva riesgos, pero la inacci¨®n tambi¨¦n, y calibrar cu¨¢les son los menos malos es de lo que se trata. No de cruzarse de brazos
Lo ocurrido en los Comunes puede ser un rev¨¦s colosal para un primer ministro que nunca estuvo sobrado del carisma, los apoyos y la consolidaci¨®n a la que aspira leg¨ªtimamente cualquier l¨ªder, pero es, por encima de todo, envidiable. El espect¨¢culo que nos brinda un Parlamento capaz de improvisar un golpe en la mesa para frenar la voluntad del Ejecutivo nos recuerda que esa instituci¨®n est¨¢, en algunos sitios, muy viva.
Los diputados brit¨¢nicos saben bien que se deben a sus votantes y ninguna disciplina de partido se suele anteponer a sus convicciones, o a sus intereses. La suerte ha querido, adem¨¢s, que esa exhibici¨®n de democracia haya coincidido con la de rigidez que ha hecho el Parlamento espa?ol, donde las demandas de la oposici¨®n han chocado esta semana contra el muro est¨¦ril, f¨¦rreo y silente de la mayor¨ªa absoluta del PP ante el caso B¨¢rcenas.
Dicho esto y aireada ya suficientemente la admiraci¨®n, sin embargo, toca a?adir que el Parlamento brit¨¢nico se ha equivocado de guerra.
Los debates que vivi¨® Tony Blair en los Comunes para justificar la guerra de Irak movieron los cimientos del Partido Laborista brit¨¢nico, desataron rebeliones internas y preludiaron c¨®mo se iba a laminar su apoyo social. En poco tiempo, Blair no solo quem¨® en el altar de la uni¨®n transatl¨¢ntica el prestigio y la unidad de su partido. Quem¨® tambi¨¦n la conexi¨®n con la Europa que quer¨ªa reformar y con una Inglaterra inmigrante que hab¨ªa abrazado su esperanzador discurso del m¨¦rito y de la apertura. Aquellos debates consiguieron poner en evidencia esa fractura, pero no frenar una guerra inventada.
La guerra siria, por el contrario, no est¨¢ por inventar. La guerra siria ha matado ya a 100.000 personas ante una pasividad internacional que ha contribuido a prolongar y agrandar sus consecuencias. Como recuerdan estos d¨ªas numerosos cr¨ªticos, la pusilanimidad de EE UU a la hora de aliarse con los rebeldes m¨¢s moderados ha permitido a los m¨¢s radicales tomar m¨¢s protagonismo. Mientras EE UU y los dem¨¢s pa¨ªses occidentales se cruzaban de brazos, Bachar el Asad logr¨® movilizar a sus aliados y recuperar la iniciativa. La acci¨®n conlleva riesgos, pero la inacci¨®n tambi¨¦n, y calibrar cu¨¢les son los menos malos es de lo que se trata. No de cruzarse de brazos.
A este inmenso error, la inactividad, se han sumado ahora bastantes m¨¢s: la toma de decisiones a espaldas de la ONU sin escuchar siquiera a los inspectores all¨ª desplazados; la incapacidad para formar una coalici¨®n m¨¢s amplia; y la ausencia de puentes engrasados con una Rusia que debe asumir alg¨²n papel. Pero eso no invalida una realidad, y es que esta guerra existe y crece como un hurac¨¢n que, antes o despu¨¦s, nos va a atrapar.
¡°Primero deben estar las pruebas y despu¨¦s la decisi¨®n y no al rev¨¦s¡±, dijo con raz¨®n Ed Miliband, el l¨ªder laborista, el jueves. L¨¢stima que sus palabras no sonaran y triunfaran hace diez a?os en lugar de ayer. Lo que le agradecemos, no obstante, es que nos muestre que en alg¨²n pa¨ªs el Parlamento sigue siendo ese lugar donde se debate, se decide, se vota y donde un primer ministro puede, por qu¨¦ no, tambi¨¦n perder. ?No les da envidia?
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