¡®Black Bloc¡¯, la nueva inc¨®gnita de las protestas de Brasil
Un colectivo de j¨®venes que justifica la destrucci¨®n del patrimonio como lenguaje de protesta convoca a movilizaciones en Sao Paulo y R¨ªo de Janeiro
Avenida Paulista, arteria econ¨®mica de S?o Paulo y palco de las manifestaciones de la ciudad m¨¢s poblada, rica y una de las m¨¢s desiguales de Brasil. Una decena de j¨®venes vestidos de negro y con pasamonta?as se separa de la marcha para abalanzarse contra la sucursal de una entidad bancaria. Arrancan a patadas las pasarelas de entrada, la toman con los cajeros a los que lanzan piedras, golpean con palos y pintan con graffiti mientras el sonido de la alarma duele en los o¨ªdos. Son r¨¢pidos, dejan su marca y se marchan en busca del pr¨®ximo objetivo, un McDonalds, un puesto m¨®vil de la polic¨ªa o la estaci¨®n del metro. Son los Black Bloc, mejor dicho: los que adoptan la t¨¢ctica Black Bloc, la de la destrucci¨®n del patrimonio como lenguaje de protesta. Los Black Bloc no son considerados un grupo aunque sus integrantes compartan su ira contra el capitalismo y su atracci¨®n por el anarquismo. El colectivo, que ha convocado a una manifestaci¨®n nacional el pr¨®ximo 7 de septiembre, es la nueva inc¨®gnita de las protestas en el pa¨ªs.
Hace dos meses que Brasil procura una radiograf¨ªa de los manifestantes que ocupan sus calles en busca de teor¨ªas que expliquen la explosi¨®n y el devenir de tanta agitaci¨®n social. Primero se escrut¨® a los integrantes del colectivo Passe Livre, j¨®venes defensores del transporte p¨²blico gratuito e impulsores de las primeras protestas; les siguieron los perfiles de los universitarios de clase media insatisfechos con la sanidad, la educaci¨®n y la inseguridad; despu¨¦s se escudri?¨® a los Ninja, activistas que con sus retransmisiones en directo promovieron denuncias contra la brutalidad policial. Se revis¨® tambi¨¦n el papel de colectivos hist¨®ricamente conocidos como los movimientos sin tierra, las asociaciones de la periferia y la participaci¨®n de los vecinos de las favelas. Ahora, con una convocatoria debilitada, muchas de las protestas son promovidas por los Black Bloc, que acaparan flashes y alimentan la pluma de los analistas.
El de ellos es un perfil dif¨ªcil de trazar. Ellos mismos est¨¢n defini¨¦ndose por el camino, la opini¨®n p¨²blica ya les ha colocado el cartel de v¨¢ndalos, y los gobernantes, que tienen paralizadas la mayor¨ªa de las propuestas lanzadas en junio, los contemplan como el camino m¨¢s r¨¢pido para disuadir a las masas de salir a la calle.
El joven que decide adoptar la t¨¢ctica Black Bloc, surgida en Alemania en los a?os 80 para defender las ocupaciones y enfrentarse a la polic¨ªa y grupos nazis, suele venir de la periferia, donde los servicios p¨²blicos como el transporte y la sanidad muestran una cara a¨²n m¨¢s fea que en el centro de las ciudades.
Fuera de Brasil, la corriente Black Bloc es esencialmente anticapitalista, con alguna excepci¨®n como la de los enmascarados de Egipto que estaba m¨¢s centrada en combatir la ¡°tiran¨ªa fascista de los Hermanos Musulmanes¡±. Aqu¨ª es un movimiento que parece ser m¨¢s amplio, que lucha por la mejor eficiencia del Estado, por la mejora de los servicios p¨²blicos. La principal bandera de las manifestaciones de junio, aunque agitada m¨¢s violentamente.
Los Black Bloc se cubren el rostro porque lo que hacen es delito ¨C el vandalismo se castiga con trabajos para la comunidad, pero se les puede mandar a la c¨¢rcel por organizaci¨®n criminal- y se posicionan al frente de las marchas para servir como escudo entre los polic¨ªas y los manifestantes. Y son extremamente huidizos con la prensa. ¡°No tengo contacto con ellos, apenas soy un manifestante de base que se siente m¨¢s protegido cuando hacen la primera resistencia contra la terapia de choque de la Polic¨ªa Militar¡±, explica Bruno, un joven que acompa?a las protestas.
La brillantez del argumentario de los Black Bloc depende de quien lo defienda, como organizaci¨®n horizontal no tienen l¨ªderes, y cada uno de ellos habla a t¨ªtulo personal. Dos profesores, Rafael Alcadapini, de la Fundaci¨®n Get¨²lio Vargas y la espa?ola Esther Solano, de la Universidad Federal de S?o Paulo (Unifesp), han decidido salir de sus despachos para estudiar sus t¨¢cticas. Coinciden en que les falta teor¨ªa y articular mejor sus proclamas, lo que no significa que no tengan claras sus posiciones y exigencias.
¡°La mayor¨ªa de estos j¨®venes est¨¢ a la orilla de la exclusi¨®n social, pero acumulan muchas lecturas sobre anarquismo, tienen una buena articulaci¨®n mental. No destruyen los s¨ªmbolos del capitalismo por causalidad¡±, explica? Alcadapini, encargado de observar el fen¨®meno desde el frente de los agentes. Solano, que se mantiene en el bando de los manifestantes, cuenta que cuando habla con ellos se da cuenta de que no tienen una teor¨ªa aprendida, pero s¨ª cuentan con una concepci¨®n pol¨ªtica de su pa¨ªs.
¡°La mayor¨ªa de la sociedad no tiene una formaci¨®n pol¨ªtica, si les deslegitimamos por eso tendr¨ªamos que deslegitimar a la mayor¨ªa de los movimientos. No tienen base te¨®rica, pero no les falta un discurso. Son chicos de clase media-baja, estudiantes de la escuela p¨²blica, vecinos de la periferia, el contacto que ellos tienen con los problemas del pa¨ªs es mucho m¨¢s cercano. Cuando hablan de la violencia, provocan mucho porque lo que quieren es darle un significado nuevo al vandalismo. Para ellos el vandalismo es el abandono del Estado, las aglomeraciones en el metro, las filas en los hospitales, la violencia a la que ellos est¨¢n sometidos en el d¨ªa a d¨ªa.¡±, apunta Solana.
Lo que hacen los Black Bloc es montar un escenario, un espect¨¢culo que les d¨¦ visibilidad. "?Es una propuesta leg¨ªtima?", se pregunta Solana. ¡°Cabe a los ciudadanos juzgarlo¡±.
Por lo que se ha visto hasta ahora el veredicto parece claro: culpables. El soci¨®logo Dem¨¦trio Magnoli los llama directamente ¡°idiotas vestidos de negro que rebobinan un desastroso filme antiguo¡± en el diario O Globo. Quien est¨¢ m¨¢s cerca de ellos tambi¨¦n condenan la violencia, aunque intenta entenderlos. ¡°Como defensor de la constituci¨®n mi visi¨®n es que aquellos que cometen una acci¨®n directa violenta est¨¢n cometiendo un delito. Ahora, la cuesti¨®n pol¨ªtica de este tipo de ataques es una cuesti¨®n individual. Si quieren provocar de esa forma, no soy yo quien puede condenarles.¡±, mantiene Daniel Biral, un joven abogado que participa en la defensa de los detenidos en las manifestaciones.
Los Black Bloc de R¨ªo de Janeiro, que mantienen un campamento frente a la casa del gobernador -y aliado de Dilma Rousseff- Sergio Cabral, tambi¨¦n se han dado cuenta de la imagen que han proyectado. Esta semana colgaron en su p¨¢gina de Facebook un comunicado con el que invitaban sus simpatizantes a revisar sus t¨¢cticas. ¡°En las ¨²ltimas semanas hemos notado un aumento del rechazo a la acci¨®n Black Bloc por parte de la poblaci¨®n en general y hasta de algunos grupos que tambi¨¦n poseen reivindicaciones que consideramos serias¡±, comienza la carta.
El esp¨ªritu inicial del enmascarado no es reventar veh¨ªculos particulares, ni quioscos de prensa, ni agencias de correos, pero en varias protestas hay quien ha perdido el control.
¡°La destrucci¨®n de patrimonio p¨²blico y privado sin criterio ha sido frecuente y muchas veces injustificada. ?Quiosco de prensa atacado? ?Por qu¨¦? ?Para qu¨¦? Es comprensible cuando arrancamos se?ales de tr¨¢fico y quemamos papeleras para hacer barricadas contra el avance de la polic¨ªa, pero lo que hemos visto es un descontrol -perdonen el t¨¦rmino- imb¨¦cil, que solo dispersa el grupo convirtiendo la palabra bloque en una broma¡±.
El pr¨®ximo d¨ªa 7 de septiembre, d¨ªa de la Independencia de Brasil, podr¨¢ medirse mejor tanto su fuerza, como sus debilidades.
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