Legalidad y legitimidad
El precedente de Kosovo, invocado por Obama, subraya los l¨ªmites de lo que se est¨¢ planteando
Si el Congreso norteamericano lo autoriza, Estados Unidos, con Francia, Arabia Saud¨ª y Turqu¨ªa a su lado, tomar¨¢ represalias mediante ataques a¨¦reos contra la Siria de Bachar el Asad, culpable, a sus ojos, del uso de armas qu¨ªmicas contra la poblaci¨®n civil.
Esto plantea numerosas cuestiones: legalidad y legitimidad de los posibles bombardeos, teniendo en cuenta el bloqueo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; papel e influencia de lo que solemos llamar Occidente; incidencia de la negativa brit¨¢nica y escepticismo de las opiniones p¨²blicas en cuyo seno el miedo se impone a la indignaci¨®n; juego mort¨ªfero de la Rusia de Putin; desenlace de las batallas que desgarran el mundo ¨¢rabe. La lista no es exhaustiva. Pero prolong¨¢ndola nos arriesgamos a perder de vista lo esencial: el uso de armas qu¨ªmicas contra una poblaci¨®n inocente. Unas armas prohibidas poco despu¨¦s de la I Guerra Mundial en nombre de una ley internacional a¨²n balbuceante, tras el drama que hab¨ªa supuesto su utilizaci¨®n en aquel conflicto. Adem¨¢s, gasear a la poblaci¨®n civil es un crimen de una naturaleza muy particular, que debe permanecer fuera de la ley. No hacer nada ser¨ªa por tanto aceptar la banalizaci¨®n de su uso, que Bachar el Asad vuelve a poner de actualidad.
Sin embargo, lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es el escepticismo, por no decir la hostilidad, de un amplio sector de la opini¨®n p¨²blica europea, opuesta a cualquier acci¨®n militar. Pero la opini¨®n p¨²blica se equivoca. Como en Gran Breta?a, donde este reflejo es particularmente acusado, cree estar asistiendo a un remake del conflicto iraqu¨ª. El precio a pagar a causa de las locuras de George Bush es muy alto y a¨²n podr¨ªa serlo durante mucho tiempo. Basada en la mentira de las armas de destrucci¨®n masiva, la expedici¨®n contra Irak, un desastre estrat¨¦gico, es adem¨¢s la fuente principal de esta desconfianza generalizada.
No obstante, la comparaci¨®n adecuada no es con Irak. La analog¨ªa con Kosovo ser¨ªa m¨¢s pertinente: es decir, una campa?a de ataques a¨¦reos, desencadenada bajo la ¨¦gida de la OTAN y no de las Naciones Unidas, que oblig¨® a los serbios a retirarse. Y el hecho de que Milosevic fuese marginado de la comunidad internacional no fue balad¨ª, sino que ayud¨® a la resoluci¨®n pol¨ªtica del conflicto. En aquella ¨¦poca, Bill Clinton aleg¨®, para apoyar la mencionada campa?a a¨¦rea, que dur¨® dos meses y medio, la necesidad de evitar que hubiese 100.000 muertos en Kosovo. En Siria, ya ha habido 100.000 muertos. No hay m¨¢s remedio que reconocer que si de lo que se trataba era de impedir la masacre, la intervenci¨®n llega con dos a?os de retraso.
En todo caso, la decisi¨®n de Barack Obama de actuar ¨²nicamente con el respaldo formal del Congreso responde a ese escepticismo dominante. El presidente norteamericano intenta evitar que se repita lo que le ocurri¨® con ocasi¨®n de las operaciones libias: los Estados Unidos apoyaron vigorosamente la iniciativa franco-brit¨¢nica y luego tuvieron que dar marcha atr¨¢s ante la presi¨®n del Congreso. Obama intenta tambi¨¦n compensar la tibieza de muchos pa¨ªses, como Gran Breta?a, mediante una reafirmaci¨®n de legitimidad interna. Falta saber qu¨¦ condiciones pondr¨¢ el Congreso a la intervenci¨®n que pide Barack Obama.
Precisamente, el precedente de Kosovo, invocado por el presidente norteamericano, subraya los l¨ªmites de lo que se est¨¢ planteando, a saber, unos ataques a¨¦reos limitados y breves, destinados por tanto a no tener sino un alcance simb¨®lico. Sin embargo, para que una operaci¨®n as¨ª fuese ¨²til, deber¨ªa tener un objetivo pol¨ªtico. Y, sobre todo, habr¨ªa que pensar tambi¨¦n en lo que vendr¨¢ despu¨¦s. En el periodo reciente, Francia y Gran Breta?a, apoyados por Estados Unidos, intervinieron en Libia. La operaci¨®n militar fue un ¨¦xito y alcanz¨® su objetivo con la ca¨ªda de Gadafi. Pero como lo que habr¨ªa de venir despu¨¦s no hab¨ªa sido pensado, ni organizado, ni seguido, Francia tuvo que volver a empu?ar las armas en Mal¨ª, adonde se hab¨ªan desplazado y desplegado los hombres y las armas yihadistas llegados de Libia.
Por supuesto, el de Siria es un teatro de operaciones m¨¢s complejo. Buena parte de la reticencia de las opiniones p¨²blicas viene del hecho de que la oposici¨®n siria, un poco como ocurri¨® en el caso de la chechena, ha sido infiltrada por yihadistas cercanos a Al Qaeda. Este es un hecho probado. Y hace particularmente dif¨ªcil ayudar al Consejo Nacional Sirio. Pero hay quien olvida demasiado pronto que si Bachar el Asad es tan fuerte, es porque cuenta con la ayuda de los Pasdaranes iran¨ªes y de los milicianos de Hezbol¨¢, que, en materia de extremismo, no tienen nada que envidiar a los yihadistas que lo combaten.
El contexto internacional tampoco permite percibir con claridad el escenario posrespuesta. En efecto, frente a Estados Unidos se ha constituido un eje Rusia-Ir¨¢n-Siria que hoy parece victorioso. Ante este eje, Barack Obama ha podido parecer pusil¨¢nime, sin m¨¢s opci¨®n que las protestas verbales, hasta el punto que, hace un a?o, traz¨® una l¨ªnea roja, el uso de armas qu¨ªmicas, que ya hab¨ªa sido cruzada sin haber sido sancionada. El precio a pagar es, en este caso, una p¨¦rdida de credibilidad que solo puede espolear a Ir¨¢n en su propio programa nuclear. Y no es este uno de los riesgos menores de esta guerra civil siria que Bachar el Asad parece haber convertido en internacional recurriendo a las armas qu¨ªmicas.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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