Cinco premios Nobel hacen campa?a contra un desalojo de palestinos
La iniciativa es impulsada por 30 autores israel¨ªes
Cinco escritores galardonados con el Premio Nobel de Literatura se acaban de sumar a la campa?a emprendida por una treintena de autores israel¨ªes para defender a las poblaciones palestinas del ¨¢rea Masafer-Yatta, al sur de Hebr¨®n (Cisjordania), un grupo de 12 aldeas que el Ej¨¦rcito de Israel quiere desalojar para crear un campo de tiro, la llamada Zona de Fuego 918. La pelea lleva 13 a?os en los tribunales pero est¨¢ en la fase final de resoluci¨®n, de ah¨ª que ahora se est¨¦ haciendo m¨¢s presi¨®n para convencer a los jueces de que debe acabar el ¡°acoso incesante¡± a las familias, que mantienen vivo ¡°un modo de vida ¨²nico¡± y contra las que se aplica una ¡°pol¨ªtica vergonzosa¡± de ocupaci¨®n, seg¨²n el comunicado de los intelectuales.
La iniciativa fue lanzada a principios de verano por David Grossman, uno de los escritores israel¨ªes m¨¢s reconocidos, y avalada por otros novelistas locales con proyecci¨®n internacional, como Amos Oz y A.B. Yehoshua. Ayer, 50 autores de todo el mundo avalaron su llamamiento ¡°a quien todav¨ªa sea capaz de escuchar¡±. Entre los nombres destacan los cinco Nobel: Mario Vargas Llosa, J.M. Coetzee, Orhan Pamuk, Herta M¨¹ller y Seamus Heaney -que a?adi¨® su firma antes de morir, el pasado 30 de agosto-. En la lista s¨®lo hay un nombre espa?ol, el de Javier Cercas, y dos referentes latinoamericanos, el argentino Juan Gelman y el uruguayo Eduardo Galeano. Les acompa?an norteamericanos como Philip Roth, Joe Sacco o Junot D¨ªaz, brit¨¢nicos como John Le Carre, Ian McEwan y Julian Barnes o italianos como Roberto Saviano o Alessandro Baricco.
La iniciativa fue lanzada a principios de verano por David Grossman, uno de los escritores israel¨ªes m¨¢s reconocidos
¡°Ante la realidad de la ocupaci¨®n en curso, de s¨®lido cinismo y mezquindad, todos y cada uno de nosotros tiene la obligaci¨®n moral de tratar de eliminar el sufrimiento, de hacer algo para doblar la mano cruel de la ocupaci¨®n¡±, reza sobre los nombres de los autores.
Por lo que pelean es por el futuro de unas 3.000 hect¨¢reas en una zona palestina monta?osa y seca, amenazada con la demolici¨®n, el desalojo y la expropiaci¨®n por el inter¨¦s del Gobierno israel¨ª en convertir ese suelo en espacio de entrenamiento militar. Israel alega que los palestinos no viven permanentemente en esas villas, ¨²nico motivo por el que la ley militar podr¨ªa autorizar el desmantelamiento de las viviendas ¨Cmuchas de ellas, cuevas-. Los residentes lo niegan. Al menos una decena de ONG como Breaking The Silence o ACRI, la Asociaci¨®n por los Derechos Civiles de Israel, han constatado que hacen su vida en las monta?as, ¡°como lo hicieron sus antepasados, como afirman los restos que quedan en la zona y las fotograf¨ªas a¨¦reas previas a la creaci¨®n del Estado de Israel¡±, sostiene Shlomo Lecker, el abogado de las familias. Algunas, puntualmente, tienen casa adem¨¢s en pueblos pr¨®ximos, donde mandan a estudiar a los hijos o donde van a comprar, pero ¡°su d¨ªa a d¨ªa es all¨ª, con el pastoreo, la cebada y el trigo¡±, a?ade el letrado, que recuerda, adem¨¢s, que ¡°va contra el derecho internacional expulsar a ciudadanos en suelo ocupado¡±. La proximidad de numerosas colonias ilegales, como Susiya o Karmel, hace temer que el espacio pueda ser empleado en un futuro como zona de ensanche de asentamientos.
Las primeras ¨®rdenes de evacuaci¨®n se emitieron en 1999. Los soldados entraron de noche en villas como Mufakara y sacaron a sus habitantes, unos 700, mont¨¢ndolos en camiones con sus pertenencias y llev¨¢ndolos a otras villas. Los vecinos y los activistas lograron el retorno y una suspensi¨®n cautelar de la decisi¨®n, con los jueces censurando a Israel por lo ocurrido. Siguieron las visitas de patrullas, los helic¨®pteros sobrevolando los poblados de noche, la destrucci¨®n de cisternas o de aperos de labranza, denuncia Lecker.
En 2012, tras a?os de estancamiento, Defensa present¨® un nuevo proyecto: ocho de los pueblos deben ser desalojados para instalar el campo ¨C¡°que reduce los costes log¨ªsticos dada la cercan¨ªa a varias bases¡±, defendi¨® ayer su representante ante la Corte Suprema-, con permiso para ir un mes al a?o a cultivar, y las cuatro villas restantes podr¨¢n mantenerse pero rodeadas del per¨ªmetro de seguridad, lo que supone limitaciones constantes a su rutina. Esas alegaciones son las que ahora se revisan. El Supremo israel¨ª decidi¨® ayer que se abra un periodo de mediaci¨®n, hasta el 2 de octubre.
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