Antes preso que en la dura calle
Reclusos portugueses prefieren seguir en la c¨¢rcel antes de enfrentarse a la crisis
El juez y presidente de la Asociaci¨®n Sindical de Jueces Portugueses, Jos¨¦ Mouraz Lopes, sostiene que hay presos que actualmente renuncian a la libertad condicional por miedo a verse completamente desamparados. ¡°Habl¨¦ en julio con dos colegas m¨ªos encargados de conceder la libertad condicional en dos c¨¢rceles portugueses y me lo confirmaron. Supongo que habr¨¢ m¨¢s. Es algo que, en mi experiencia como juez y como jurista, no hab¨ªa pasado jam¨¢s en Portugal¡±, asegura. La Direcci¨®n General de Servicios Penitenciarios ¡°desconoce¡± el n¨²mero de presos que renuncian a su libertad, pero Jos¨¦ Brites, presidente de la ONG O Companheiro, especializado en la reinserci¨®n de reclusos, ha trabajado ya con varios hombres de mediana edad que prefieren ir a la asociaci¨®n de d¨ªa y volver de noche a la c¨¢rcel antes que acceder a un r¨¦gimen m¨¢s abierto ¡°porque con la crisis no tienen d¨®nde ir¡±.
Con todo, no hay ning¨²n caso parecido al de Carlos Garcia da Mata, el pensionista que asalt¨® un banco para, como asegura, conseguir un techo, aunque tuviera barrotes. Una tarde, en una pensi¨®n de la Baixa de Lisboa de la que le iban a echar por impago, Da Mata ¡ªsin trabajo, con una pensi¨®n de solo 240 euros, enfermo y con problemas de movilidad¡ª, decidi¨® que antes que dormir en la calle prefer¨ªa hacerlo en la c¨¢rcel. As¨ª que se plant¨® ante el escaparate de una tienda cercana y lo destroz¨® de una pedrada. Se sent¨® a esperar a que llegara la polic¨ªa mientras sonaba la alarma.
Como hab¨ªa previsto, acab¨® en el calabozo. Pero el juez decidi¨® que por esa falta nadie ingresa en prisi¨®n y lo puso en libertad dos d¨ªas despu¨¦s. ¡°Pues har¨¦ algo m¨¢s gordo¡±, replic¨®. Efectivamente. Al d¨ªa siguiente ¡ªcorr¨ªa el mes de noviembre de 2011¡ª se plant¨® en una agencia bancaria situada al lado de su casa. ¡°A m¨ª no me gustan las armas, as¨ª que entr¨¦ sin pistola ni nada y me fui hacia la ventanilla¡±, contaba esta semana, con una sonrisa ahogada en la boca, en la biblioteca de O Companheiro. A la empleada le entreg¨®, en silencio, un papel en el que hab¨ªa escrito: ¡°Estoy desesperado; voy armado. Denme 5.000 euros en billetes de 50¡±. La cajera le dio 3.000 euros y Da Mata, conforme con la rebaja, sali¨® con el bot¨ªn en el bolsillo y, a falta de un plan de fuga, tom¨® un taxi en la parada de enfrente. A los pocos minutos, seg¨²n cuenta con cierta iron¨ªa, el taxista recibi¨® una llamada a su m¨®vil procedente de la polic¨ªa ¡ªque al parecer conoc¨ªa el perfil inofensivo del atracador¡ª en la que se le urg¨ªa a que volviese inmediatamente al lugar del atraco. ¡°A m¨ª no me import¨® que me atraparan. Lo que yo quer¨ªa era un techo. No pude gastarme ni un euro. ?Ni siquiera para comprarme un cigarro!¡±, se lamenta. Tampoco esta vez el juez consider¨® que Da Mata merec¨ªa la c¨¢rcel y lo env¨ªo a O Companheiro para realizar trabajos para la comunidad. All¨ª vive desde entonces, obsesionado por la comida, evocando sus tiempos de camarero en El Algarve y en Lisboa, recordando que la ma?ana del asalto al banco se encontraba, adem¨¢s de en bancarrota, completamente solo.
Ahora vende en la calle ejemplares de una revista de indigentes, con lo que al menos gana para tabaco y duerme conectado a una m¨¢scara de ox¨ªgeno que evita que se ahogue por la noche.
En las c¨¢rceles portuguesas hay unos 14.000 reclusos. En los dos ¨²ltimos a?os, los m¨¢s devastadores de la crisis, con un incremento brutal del desempleo, que sobrepasa ya el 17%, se ha incrementado en unos 2.000 internos. ?M¨¢s cr¨ªmenes? ?M¨¢s delincuencia? No. Sorprendentemente, tal y como asegura el juez Mouraz Lopes, el ¨ªndice de criminalidad ha descendido. A su juicio, el aumento y la superpoblaci¨®n de las c¨¢rceles portuguesas se debe a otros factores. ¡°No es porque los presos prefieran quedarse en la c¨¢rcel. Esos son casos emblem¨¢ticos, pero puntuales. Los jueces encargados de aprobar la libertad condicional, al no ver que los requisitos exigidos no se cumplen [posible reinserci¨®n, familias con medios¡] las deniegan. La crisis hace que las familias ¡ªy la misma sociedad¡ª cada vez tengan menos medios para encargarse de los presos que podr¨ªan salir¡±.
La coordinadora del Observatorio de la Justicia, Concei??o Gomes, apunta otra raz¨®n: ¡°Han aumentado mucho los ingresos en la c¨¢rcel para cumplir penas de corta duraci¨®n. Y muchas de estas personas, que han cometido un hurto o un peque?o delito, se quedan en prisi¨®n porque no tienen para pagar una multa que a veces asciende a unos 2.000 euros. Antes se pagaba. Ahora no hay dinero y la gente lo paga con m¨¢s d¨ªas de c¨¢rcel. Sin duda ninguna, se est¨¢ produciendo, por efectos de la crisis, una criminalizaci¨®n progresiva de la pobreza¡±.
El juez Eurico Reis afirmaba hace poco al semanario Expresso, que a pesar de la disminuci¨®n general de la criminalidad, hay un delito que s¨ª ha subido: ¡°Hoy hay m¨¢s personas que cometen robos o hurtos por no tener otra manera de dar de comer a sus hijos¡±.
Eso lo sabe bien Jos¨¦ Brites, El director de O Companheiro, una instituci¨®n pegada a la realidad explosiva del barrio y de la calle. Brites cuenta que cada vez necesitan dar m¨¢s comidas a la gente de la zona que ya no tiene con qu¨¦ llenar la nevera, que a veces se encuentra con casos dif¨ªciles de soportar: ¡°Hace meses tuvimos que ocuparnos de una anciana de 70 a?os a la que hab¨ªan pillado robando un filete en un supermercado para comer. No la condenaron a la c¨¢rcel, claro. Nos la enviaron para que cumpliera su pena con trabajos a la comunidad. Se puso a cocinar para los dem¨¢s¡±, recuerda.
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