El juicio del ¡®mensal?o¡¯ en Brasil puede alargarse hasta 2016
12 de los 25 imputados en el mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n pol¨ªtica aspiran a un nuevo proceso donde se podr¨ªa rebajar sus penas Tras un empate de cinco a cinco en el Tribunal Supremo, la decisi¨®n final depende del voto de un solo magistrado
El caso mensal?o, el proceso judicial sobre el soborno de diputados y partidos durante el primer Gobierno del expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva, considerado como el ¡°mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n pol¨ªtica¡± de Brasil, parece no tener fin y a cada curva aparecen nuevas sorpresas.
Tras haber sido condenados a la c¨¢rcel 25 de los imputados, ahora 12 de ellos ¡ªlos que a pesar de haber sido condenados por mayor¨ªa, tuvieron al menos cuatro votos a su favor¡ª aspiran, amparados en un antiguo reglamento del Supremo, a tener un nuevo proceso que podr¨ªa rebajar sus penas. En algunos casos, como en el de Jos¨¦ Dirceu, considerado como la mente organizadora del caso y condenado a 10 a?os y 10 meses, este nuevo juicio podr¨ªa evitarle el r¨¦gimen de c¨¢rcel cerrada por el de abierto; o incluso favorecer la prescripci¨®n de algunos de los delitos por los que fue condenado.
La votaci¨®n est¨¢ cinco a favor y cinco en contra para conceder o negar ese nuevo proceso. La decisi¨®n final pende de un solo voto, el del decano de la Corte, Celso de Mello, que a¨²n no se ha pronunciado. Sobre dicho voto est¨¢n en vilo no solo los condenados, sino toda la clase pol¨ªtica, el gobierno y la opini¨®n p¨²blica. El temor es que la gente de a pie pueda ver en todo ello una maniobra para salvar a los pol¨ªticos condenados. La decisi¨®n ser¨¢ tomada el pr¨®ximo mi¨¦rcoles 18 de septiembre.
Si el voto de Mello fuera a favor del nuevo proceso, todo comenzar¨¢ de nuevo no s¨®lo para esos 12 condenados sino, quiz¨¢s, tambi¨¦n para los dem¨¢s ya que, seg¨²n apuntan algunos juristas, sus abogados podr¨ªan volver a solicitar una revisi¨®n de sus penas. En ese caso, el juicio podr¨ªa prolongarse tres a?os m¨¢s.
Si el voto del decano de la Suprema Corte fuera en contra de la revisi¨®n del juicio, los 25 empezar¨ªan a ingresar ya en la c¨¢rcel pues no cabr¨ªan m¨¢s recursos. De ah¨ª, las tensiones, expectativas y hasta curiosidades en curso.
Iniciado en 2005, con 44.000 p¨¢ginas de actos y miles de entrevistas e interrogatorios a testigos, en este proceso figuran personajes de primera plana del Partido de los Trabajadores (PT) durante el primer Gobierno de Lula: toda la c¨²pula del partido y el presidente del Congreso adem¨¢s del entonces ministro de la Casa Civil, Jos¨¦ Dirceu, considerado el brazo derecho de Lula en el Gobierno.
El caso mensal?o fue interpretado por el PT como una estrategia para demonizar al primer Gobierno popular y progresista del pa¨ªs. Lo que los fiscales, primero, y la mayor¨ªa de los magistrados, despu¨¦s, decidieron fue que el PT, para asegurar al primer Gobierno de izquierdas una mayor¨ªa en el Congreso que no ten¨ªa, acab¨® sobornando con dinero p¨²blico y privado a diputados y hasta partidos.
Para Lula y el PT, se trat¨® sin embargo no de ¡°sobornar¡± sino s¨®lo de ¡°convencer¡± a los partidos, tanto de izquierdas como de derecha y de centro para que se adhiriesen a la nueva aventura pol¨ªtica que acabar¨ªa ofreciendo indiscutibles logros sociales y econ¨®micos. Para ello les habr¨ªan ofrecido participar directamente en la jefatura del Gobierno.
La mayor¨ªa de los magistrados que emitieron las sentencias del mensal?o condenando a la c¨¢rcel a los pol¨ªticos amigos de Lula, hab¨ªan sido designados por ¨¦l o por su sucesora Dilma Rousseff, lo que fue considerado para unos como un gesto de autonom¨ªa e independencia judicial, y para otros como una traici¨®n.
Acabado el proceso y emitidas las sentencias, fueron sustituidos dos de los magistrados para tomar el relevo de dos de ellos que acaban de jubilarse. Los dos nuevos: Teori Zavaski y Roberto Barroso, no pudieron participar a la dosimetr¨ªa de las penas por no haber participado al proceso, pero enseguida dejaron entender que, a su juicio, algunos pol¨ªticos hab¨ªan sido condenados con excesivo rigor y que ellos les hubiesen impartido penas menores.
Y han sido estos dos nuevos jueces los que han defendido con mayor ¨¦nfasis que se les conceda a esos condenados una revisi¨®n del proceso. Se basan en un art¨ªculo del viejo reglamento del Supremo que permite los llamados embargos infringentes, una revisi¨®n del juicio cuando los condenados cuentan con cuatro de los votos a favor. A los dos magistrados se unieron otros tres. Los otros cinco estuvieron en contra, alegando que aquel reglamento fue sustituido por la nueva Constituci¨®n de 1988 que regula toda la jurisprudencia del Supremo Tribunal Federal.
En la nueva ley sobre el Supremo no figuran, en efecto, los embargos infringentes, pero tampoco se dice de forma expl¨ªcita que hayan sido derogados. De ah¨ª la discusi¨®n y las posturas encontradas que ha dividido salom¨®nicamente a la Corte.
Los que abogan por el nuevo proceso alegan que ante la duda hay que dar al condenado la posibilidad de una nueva oportunidad. Los que est¨¢n en contra, piensan que se trata m¨¢s bien de una maniobra para rebajar o, al menos, seguir aplazando los a?os de c¨¢rcel a los pol¨ªticos. Seg¨²n ellos, la opini¨®n p¨²blica entender¨¢ una vez m¨¢s que los pol¨ªticos siguen gozando de una impunidad que no goza el resto de los condenados mortales. La gente de la calle dice, por ejemplo, que a la c¨¢rcel van s¨®lo los de las ¡°tres p¡±: pobres, prostitutas y pretos (negros).
Al mismo tiempo, tanto el Gobierno como el mundo pol¨ªtico, prefiere, como destaca la prensa, que la p¨¢gina del mensal?o con todas sus pol¨¦micas y rasgaduras acabe de una vez. Algunos de los magistrados han llegado a decir literalmente que ¡°ya est¨¢n hartos¡± de ¨¦l. Fuera de los condenados, pocos, en efecto, hoy desean que el a?o que viene, en plenas elecciones presidenciales, el Mundial de F¨²tbol y las quiz¨¢s posibles nuevas protestas sociales, siga vivo el fuego de un proceso que tantos quebraderos de cabeza ha dado a tirios y troyanos.
La decisi¨®n, sin embargo, est¨¢ ¨²nicamente en el voto de conciencia de los 11 magistrados de la Alta Corte de Brasil. O mejor, de uno solo de ellos, que hoy por hoy, si en estos d¨ªas no cambia de opini¨®n, parece inclinarse por los que piden una revisi¨®n del proceso. Esta revisi¨®n podr¨ªa alargase hasta 2016, cuando la composici¨®n de la Corte, gracias a las jubilaciones obligatorias a los 75 a?os, podr¨ªa ser otra.
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