Multipolaridad
Mosc¨², arquitecto del eventual apaciguamiento de la crisis siria, vuelve a poner el pie en Asia
Por si cab¨ªa alguna duda el embrollo diplom¨¢tico sobre la guerra en Siria prueba que la unipolaridad norteamericana nunca pudo ser. Pese a su potencial militar, superior todav¨ªa hoy al del resto del planeta, a EE. UU. le falta el poder blando, el sost¨¦n de una opini¨®n dispuesta a pagar el precio en tesoro y vidas que la hegemon¨ªa planetaria implica, y del que s¨ª gozaba la pax britannica en el siglo XIX.
Una de las explicaciones m¨¢s sobadas para justificar el repliegue de Washington ¡ªcon etapas en Irak, Afganist¨¢n, y, de momento, la abortada operaci¨®n contra el Gobierno de Damasco¡ª es la del neo-aislacionismo, o enfermedad recurrente del cuerpo pol¨ªtico de EE UU que despu¨¦s de una fase expansiva aspira a recogerse tras las inexpugnables fronteras de dos oc¨¦anos. Eso fue lo que ocurri¨® tras la victoria de la Entente en la Gran Guerra, y si la figura no pudo repetirse en 1945 fue porque hab¨ªa que reinventar Alemania extirpando lo que quedara de nazismo. Pero en esta ocasi¨®n el deseo de guarecerse dentro de s¨ª, obedece a razones diferentes. En lugar de retirarse en 1919 como vencedor, EE UU ha perdido una guerra en Irak, con el corolario de una mejora sustancial en la posici¨®n estrat¨¦gica de Ir¨¢n, y una prognosis sobre la aventura de Afganist¨¢n que no puede ser optimista.
El concurso de Mosc¨² era imprescindible para el sostenimiento de una hegemon¨ªa mundial compartida llamada Bipolaridad. Pero falto de uno de los dos atlantes el sistema adolec¨ªa de inestabilidad cong¨¦nita y la paradoja contempor¨¢nea es que el regreso de Mosc¨², arquitecto del eventual apaciguamiento de la crisis siria, no solo no reconstruye esa Bipolaridad, sino que da paso a una multipolaridad cierto que a¨²n en v¨ªas de cristalizaci¨®n. Mientras EE. UU. y la URSS militaban en campos ideol¨®gicamente opuestos, sabedores de que el arma nuclear hac¨ªa impensable el enfrentamiento armado, su mutuo inter¨¦s era ¡°cerrar¡± el espacio geopol¨ªtico sin que hubiera vencedores ni vencidos. Hoy, en cambio, la porosidad de una geopol¨ªtica sin divisiones ideol¨®gicas permite buscar y rehacer alianzas. Y es as¨ª como Rusia hace pie de nuevo en Asia sin necesidad de vender la buena nueva del marxismo-leninismo. ?Qu¨¦ alivio quitarse de encima ese fardo para Mosc¨²!
Si el plan ruso-norteamericano se cumple con la destrucci¨®n del arsenal de armas qu¨ªmicas de Damasco, el resultado ser¨¢ catastr¨®fico para la atomizada oposici¨®n siria, que imploraba una acci¨®n de castigo de Washington para detener la progresiva erosi¨®n de sus posiciones militares. El presidente Bachar el Asad saldr¨ªa, consecuentemente, fortalecido pese a la liquidaci¨®n de su arsenal, porque est¨¢ mejor sin armas qu¨ªmicas que con ellas, cosa que ha podido comprobar por el riesgo que le ha supuesto su mera existencia, tanto si las utiliz¨® como si no lo hizo. Ir¨¢n aun sale mejor parado porque la remisi¨®n a tiempo indefinido del bombardeo norteamericano hace m¨¢s improbable una operaci¨®n similar contra Teher¨¢n. E Israel puede temer que no haya salido ganando porque prefer¨ªa cualquier acci¨®n que debilitara al r¨¦gimen sirio a la permanencia de un Gobierno alau¨ª que garantizaba, en lo que era un alianza de facto, que la frontera com¨²n estuviera perfectamente controlada y en paz con el Estado sionista.
El espect¨¢culo que ha dado la diplomacia del presidente Obama, con sus correcciones, rectificaciones y conversiones sobre la oportunidad de machacar a Siria, ha sido penoso, pero, aun as¨ª, el l¨ªder norteamericano puede acabar salvando hasta cierto punto la cara, con el argumento de que la mera amenaza de los misiles ha bastado para obligar a Damasco a renunciar a su qu¨ªmica de guerra. Y que China no est¨¢ a punto de sustituir a EE. UU. en el pin¨¢culo del poder mundial lo subraya su discreto papel en toda la crisis, encantada de que fuera Rusia quien hiciese casi todo el gasto. Solo en el Pac¨ªfico asi¨¢tico Pek¨ªn aspira a mantener a raya a Washington. Pero el gran vencedor ha sido la Rusia del presidente Putin que, adem¨¢s de convertirse en albacea testamentario del conflicto, le ha hecho un segundo gran favor a EE. UU ¡ªel primero amordazando a Snowden, sobre el espionaje cibern¨¦tico de Washington¡ª con el pacto que evita que Obama tenga que afrontar una votaci¨®n del Congreso que, de haber sido desfavorable, habr¨ªa hecho a?icos su presidencia.
El historiador norteamericano Immanuel Wallerstein resume lac¨®nico las consecuencias de una crisis que hoy apenas comienza: ¡°EE. UU. carece del poder de hacer cumplir sus mandatos¡±. A eso se le llama multipolaridad.
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