El jefe del Pent¨¢gono pide revisar la seguridad de todas las bases militares
Se reabre el debate iniciado tras el 11-S sobre si el Departamento de Defensa hace todo lo posible para proteger a sus empleados
El secretario de Defensa, Chuck Hagel, ha anunciado su intenci¨®n de ordenar una revisi¨®n de la seguridad en todas las instalaciones militares de Estados Unidos ¨Cen la naci¨®n y en el extranjero-, seg¨²n fuentes del Pent¨¢gono que han indicado que la orden podr¨ªa ser efectiva ma?ana mi¨¦rcoles. Poco antes, el secretario de la Armada, Ray Mabus, anunciaba a trav¨¦s de su cuenta de Twitter que hab¨ªa solicitado inspeccionar esos mismos protocolos de seguridad en ¡°cada base de la armada y del cuerpo de Marines de EEUU¡± para asegurarse de que se cumple ¡°con el deber de cuidar de nuestra gente¡±. Con 12 cad¨¢veres de 12 v¨ªctimas ya identificados y el cuerpo del pistolero en poder del FBI, la pregunta que se abre paso entre otras muchas es sobre todo una.
?C¨®mo fue posible que un hombre fuertemente armado lograra acceder a uno de los edificios m¨¢s seguros de la ciudad de Washington, desde donde se coordinan algunos de los principales centros de operaciones de la Marina? La respuesta no requiere gran elaboraci¨®n y la inc¨®gnita se despeja con unas siglas: CAC, letras que corresponden a Tarjeta de Acceso Com¨²n (Common Access Card). Adem¨¢s de este pase, Aaron Alexis, el hombre que el lunes a?adi¨® una nueva fecha y m¨¢s v¨ªctimas a la larga lista de tiroteos de masas en Estados Unidos, ten¨ªa lo que se conoce como ¡°autorizaci¨®n secreta¡±, o lo que es lo mismo, supuestamente hab¨ªa sido investigado para saber que en su pasado no hab¨ªa nada que pudiera representar un peligro para la seguridad nacional.
El Mando de Operaciones de la Armada, situado en la rivera del r¨ªo Anacostia, en el sureste de Washington, es un inmenso laberinto de calles y edificios protegidos por altas valles, guardas armados y detectores de metales
El Mando de Operaciones de la Armada, situado en la rivera del r¨ªo Anacostia, en el sureste de Washington, es un inmenso laberinto de calles y edificios protegidos por altas valles, guardas armados y detectores de metales. Cada d¨ªa, hasta 18.000 personas ¨Cel total de empleados que trabajan en el complejo, muchos de ellos civiles, de hecho entre las v¨ªctimas del ataque no hay nadie en el servicio militar activo-, muestran con un r¨¢pido movimiento de mano sus credenciales en cada puerta y a cada agente que se lo requiere. Pero estos mismos trabajadores tienen el privilegio de no ser sometidos ni a cacheos, ni pasar por los detectores de metales ni que sus bolsos y carteras sean revisados.
Alexis trabajaba por horas como inform¨¢tico para una subcontrata de Hewlett-Packard, basada en Florida, llamada The Experts, empresa que hab¨ªa otorgado al pistolero de Washington una identificaci¨®n militar v¨¢lida para acceder sin ninguna traba al edificio 197, donde trabajan unas 3.000 personas y donde se lleva a cabo el mantenimiento ¨Centre otras cosas- de barcos y submarinos. Que Alexis llegara tan lejos portando un arma de fuego provoca un levantamiento de cejas general que autom¨¢ticamente es abortado si el pistolero present¨® la credencial oportuna en el momento oportuno, lo que permiti¨® que accediera a la escena del crimen una escopeta.
Una auditor¨ªa ¨Ccuyo borrador ya tienen algunos congresistas y que ser¨¢ p¨²blica en los pr¨®ximos d¨ªas-, dice que al menos 52 criminales convictos han tenido acceso a instalaciones del Ej¨¦rcito en a?os recientes
La masacre de Washington ha reabierto un debate que ya tiene m¨¢s de una d¨¦cada ¨Cse remont¨¢ al 11-S- sobre si el Pent¨¢gono est¨¢ haciendo todo lo necesario para proteger a su personal, desplegado en las cerca de 500 instalaciones militares que existen en el pa¨ªs, con protocolos de seguridad que divergen mucho entre ellos y vulnerables a asaltos, como qued¨® probado el lunes y, antes, hace unos a?os con la masacre de Fort Hood, Texas (13 muertos y 30 heridos).
Justo ayer se informaba de que el inspector general del Departamento de Defensa orden¨® este a?o llevar a cabo un informe sobre los m¨¦todos y procedimientos a la hora de dar acceso a los centros militares. Seg¨²n esa auditor¨ªa ¨Ccuyo borrador ya tienen algunos congresistas y que ser¨¢ p¨²blica en los pr¨®ximos d¨ªas-, al menos 52 criminales convictos han tenido acceso a instalaciones del Ej¨¦rcito en a?os recientes.
Aaron Alexis hab¨ªa sido licenciado del Ej¨¦rcito con honores, lo que se traduce en que nada le imped¨ªa lograr un trabajo como contratista en Defensa y un pase de alta seguridad. Las primeras informaciones indicaban que la salida como reservista de la Armada hab¨ªa tenido la calificaci¨®n de ¡°com¨²n¡±, categor¨ªa que sugiere que ha habido alg¨²n tipo de desorden de conducta ¨Cque los hubo, entre ocho y diez- pero que finalmente fue desechada y se le despidi¨® de la Armada con honores. Lo que abre otra pregunta para la que los responsables deber¨¢n de tener lista ya una respuesta.
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