La C¨¢mara exige el fin de la reforma sanitaria para extender el presupuesto
La medida aprobada con los votos de la mayor¨ªa republicana sit¨²a a EE UU al borde del cierre de los servicios p¨²blicos y la suspensi¨®n de pagos
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Estados Unidos se encuentra de nuevo ante el abismo de la paralizaci¨®n de sus servicios p¨²blicos y de la suspensi¨®n de pagos debido a la decisi¨®n del Partido Republicano de condicionar la extensi¨®n de los presupuestos a la eliminaci¨®n de los fondos para financiar la reforma sanitaria de Barack Obama. La medida, considerada como un chantaje inaceptable por la Casa Blanca y criticada por algunos republicanos moderados, confirma el peso ins¨®lito de la extrema derecha en el Congreso norteamericano y deja al pa¨ªs en estado de grave incertidumbre pol¨ªtica.
La C¨¢mara de Representantes, controlada por la oposici¨®n, aprob¨® este viernes por 230 votos contra 189 una ley que permitir¨ªa que el Gobierno siga disponiendo de dinero para pagar a sus empleados a partir del 1 de octubre ¨Ccuando termina el actual plazo presupuestario- ¨²nicamente a cambio de que se clausure el sistema sanitario nacido de la reforma. Por esta v¨ªa tan extravagante, el Partido Republicano pretende acabar con una reforma que fue aprobada en su d¨ªa por ambas c¨¢maras del Congreso, firmada por el presidente y ratificada por el Tribunal Supremo.
Desde su nacimiento, esa reforma ha sido la mayor obsesi¨®n de la derecha norteamericana. Tanto, que la C¨¢mara de Representantes hab¨ªa votado ya 42 veces por su abolici¨®n. Pero nunca hasta ahora se hab¨ªa llegado al extremo de amenazar con la completa paralizaci¨®n del pa¨ªs si el Gobierno, como sin duda har¨¢, decide seguir adelante con la reforma.
La Casa Blanca ha advertido que Obama no est¨¢ dispuesto a volver a negociar la reforma sanitaria, y que vetar¨¢ la ley aprobada ayer si ¨¦sta llega a su despacho. Probablemente, eso no ocurrir¨¢, puesto que se da por descontado que el Senado, donde el Partido Dem¨®crata es mayoritario, se pronunciar¨¢ en contra. Pero, en todo caso, eso conducir¨¢ a EE UU a un punto muerto en el que, a partir del 1 de octubre, tendr¨¢ que cerrar sus oficinas p¨²blicas y suspender la actividad habitual de los servicios del Estado. El Gobierno necesita estas extensiones peri¨®dicas porque al proyecto de presupuestos que Obama envi¨® hace seis meses ni siquiera se le ha permitido cumplir su tramitaci¨®n en el Congreso.
Como, adem¨¢s, el Partido Republicano ha advertido que har¨¢ exactamente lo mismo para la inminente extensi¨®n del techo de deuda, es decir que condicionar¨¢ tambi¨¦n esa autorizaci¨®n a la suspensi¨®n de la reforma sanitaria, EE UU se ver¨ªa obligado tambi¨¦n a una suspensi¨®n de pagos a mediados del mes pr¨®ximo.
Esta situaci¨®n ha sido creada, esencialmente, por la incapacidad del presidente de la C¨¢mara de Representantes y m¨¢xima autoridad republicana en el Congreso, John Boehner, de poner disciplina en sus filas. Despu¨¦s de varias semanas de tira y afloja, Boehner ha acabado sucumbiendo a la presi¨®n del Tea Party y ha aceptado una votaci¨®n que siembra la anarqu¨ªa en el Capitolio. El senador republicano John McCain ha calificado el movimiento de sus compa?eros de partido de ¡°irracional¡±, y otros dirigentes centristas han alertado del peligro que representa que los extremistas tomen el mando de la oposici¨®n conservadora. Pero, cuando Boehner anunci¨® este viernes el resultado de la votaci¨®n en la C¨¢mara, se escucharon v¨ªtores con una energ¨ªa desconocida desde hace tiempo.
Ninguna causa como el rechazo a la reforma sanitaria es capaz de unificar tanto a las huestes del Tea Party, que ahora, cuando se aproximan nuevas elecciones legislativas, cobran renovado vigor e importancia para el Partido Republicano. Al mismo tiempo, el a?o pr¨®ximo entran en vigor los apartados de la reforma sanitaria que m¨¢s beneficiar¨¢n a los ciudadanos, los que permitir¨¢n el seguro pr¨¢cticamente universal, por lo que esta es la ¨²ltima oportunidad de derribar esa ley antes de que la opini¨®n p¨²blica la respalde plenamente.
Desde el punto de vista pol¨ªtico, se trata de una apuesta muy arriesgada, ya que refuerza la imagen radical y aventurera que provoc¨® la derrota de los dos ¨²ltimos candidatos presidenciales republicanos. Pero, a corto plazo, esta crisis contribuye a debilitar la imagen de Obama y hace a¨²n m¨¢s complicado la gesti¨®n de su segundo mandato.
Obama no tiene salida sencilla en la mano. Negociar bajo las condiciones impuestas por la C¨¢mara de Representantes significar¨ªa claudicar casi en el ¨²nico punto de su agenda pol¨ªtica en la que ha sido exitoso y firme. Mantenerse en su posici¨®n podr¨ªa causar un grave da?o a la econom¨ªa de EE UU y del resto del mundo.
Si, unos d¨ªas despu¨¦s de que la Reserva Federal certificara que la recuperaci¨®n no es a¨²n suficientemente s¨®lida, el pa¨ªs es sometido al cierre de los servicios p¨²blicos y a la suspensi¨®n de su deuda, el frenazo al crecimiento, y tal vez la recesi¨®n, ser¨¢ inevitable. En unas circunstancias internacionales tambi¨¦n deficientes, eso podr¨ªa acarrear problemas a?adidos para la econom¨ªa mundial.
Cabe la esperanza de que, como ha ocurrido otras veces que EE UU ha estado al borde del precipicio, una negociaci¨®n de ¨²ltima hora impida el descalabro. Pero la diferencia es que, esta vez, el margen para una negociaci¨®n se ve mucho m¨¢s estrecho por mediar un asunto de tanto sensibilidad como la reforma sanitaria.
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