La maestra de Europa
Para sus electores, Merkel es una maestra de escuela que tranquiliza, porque mantiene lejos el tumulto
La canciller alemana Angela Merkel ha obtenido un tercer mandato, pero pese a su ya larga exposici¨®n en el poder es m¨¢s f¨¢cil decir qui¨¦n no es, que aprisionarla en una definici¨®n. No es el patriarcal Konrad Adenauer, mucho menos el jovial Helmut Kohl, en forma alguna el seductor Willy Brandt, y cualquier comparaci¨®n con la Dama de Hierro es gratuita; la se?ora Merkel es una mujer que se dedica a la pol¨ªtica y no un pol¨ªtico que acontece ser mujer.
Y, sin embargo, su victoria ha bordeado el abismo. Su gesti¨®n, sin ser antieuropea, ha difuminado los rasgos m¨¢s europe¨ªstas de su partido, la CDU, que en tiempos de la RFA reposaba sobre tres patas: conservadores, liberales y socialcristianos, estos ¨²ltimos impregnados de la doctrina social de la Iglesia. La Cristiano-Democracia alemana es hoy, en cambio, una gran m¨¢quina caza votos, que se mimetiza con aliados y competidores para extender su atractivo electoral.
El despe?adero ante el que se ha detenido el votante se llama Alternativa para Alemania, el partido que propugna la limpieza de la eurozona de g¨¢rrulos, mal pagadores, y nada diligentes socios del sur de Europa. Si la formaci¨®n antieuropea, que dirige el economista Bernd Lucke, hubiera obtenido 5% de sufragios habr¨ªa conseguido esca?os en la C¨¢mara baja ¡ªlleg¨® al 4,7%¡ª y en un sistema como el alem¨¢n, en el que contrapesos y controles son ley de vida en homenaje p¨®stumo al periodo de Weimar, habr¨ªa podido presentar demanda de inconstitucionalidad al tribunal de Karlsruhe, con la consiguiente paralizaci¨®n de la legislaci¨®n comunitaria. Merkel que fagocita todo lo que se le acerca, tuvo buen cuidado en los meses precedentes de torpedear cualquier iniciativa de Bruselas que atentara contra la soberan¨ªa nacional como financiaci¨®n contra el desempleo juvenil, limitaci¨®n en la emisi¨®n de gases que habr¨ªa perjudicado a firmas alemanas, o cualquier progreso hacia la uni¨®n bancaria; y que lo hiciera o no de buen grado, sirvi¨¦ndose como coartada de la necesidad de cortarle las alas al nacionalismo de la Alternativa, es algo que solo podr¨¢ saberse en su nuevo mandato. Pero por muchas que sean sus reticencias, el acuerdo para mantener el euro era inevitable porque el 40% de las exportaciones alemanas se dirigen a la eurozona, al tiempo que las instituciones financieras alemanas tienen en sus balances ingentes cr¨¦ditos concedidos en Europa meridional. Y la desaparici¨®n del euro se habr¨ªa comido gran parte de ese saldo.
Pero ?cu¨¢l es el atractivo que tiene una gobernante que muda sobre el propio terreno para defender lo que considera intereses de su pa¨ªs; que no est¨¢ del todo a favor, pero tampoco en contra de lo que ha sido el destino irreversible de Alemania?: hacer Europa.
Lo que en el sur del continente se ve como arrogancia los partidarios de la canciller pueden percibirlo como extensi¨®n de un manto protector que los a¨ªsle del caos circundante. Angela Merkel es una maestra de escuela que tranquiliza, porque parece saberse todas las respuestas y mantiene el tumulto a extramuros de la clase. La gran visi¨®n a lo Adenauer no parece por eso mismo lo suyo, sino m¨¢s bien el manual del perfecto contable. Max Weber dec¨ªa que "el alem¨¢n no es un pueblo inclinado a la pol¨ªtica", sino m¨¢s bien a desconfiar de ella. La canciller no es la continuadora de los padres fundadores de la Alemania que naci¨® tras la II Guerra porque le falte la ambici¨®n de participar en el duopolio con Francia, sino porque los tiempos de aquella refundaci¨®n son fundamentalmente diferentes de los actuales, que Merkel interpreta como de inevitable atrincheramiento. Pero, sea o no su estilo, la canciller se enfrenta al reto de eliminar en los pr¨®ximos a?os el ¨²ltimo freno a la pol¨ªtica exterior alemana, aquel que le impide interesarse por situaciones como la guerra civil en Siria, Ir¨¢n, Oriente Medio, Asia central, o mostrar la indignaci¨®n necesaria porque Estados Unidos esp¨ªe a aliados, vecinos y clientes. Esa s¨ª ser¨ªa una continuaci¨®n de la obra de la antigua Bonn.
El que fue presidente de Alemania Richard von Weizsacker (1984-1994) hablaba en una entrevista publicada en EL PA?S, de la falta de "tradici¨®n como naci¨®n" de su pa¨ªs, a lo que se deb¨ªa probablemente que siguiera "pendiente una pol¨ªtica com¨²n hacia Europa oriental, tarea que nos incumbe a nosotros los alemanes". El dilema no es germanizar Europa o europeizar Alemania, como se ha dicho, sino que cuanta m¨¢s Europa haya m¨¢s Alemania cabr¨¢ en ella.
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