Alemania encogida
Se aleja el sue?o de una Europa federal pero no la necesidad del proyecto de m¨¢s Europa
?Qu¨¦ busc¨¢bamos los otros europeos, sobre todo los del sur, los que no vot¨¢bamos en las elecciones alemanas, que vivimos como unos comicios generales europeos? Un liderazgo pol¨ªtico en Berl¨ªn, ya admitida como la capital del continente, para acabar con la no pol¨ªtica de seguir propinando patadas hacia delante a la lata abollada de la crisis del euro; una canciller, porque nadie dudaba de quien se alzar¨ªa con el triunfo en las urnas, que revelara por fin que tiene algo m¨¢s que una idea contable de Europa; un alivio de la austeridad r¨ªgida que aborta el crecimiento econ¨®mico y dispara el paro; un est¨ªmulo de la demanda interna en Alemania, con un aumento de salarios, limando el precariado de unas relaciones laborales que sin embargo provocan la sensacional noticia de un desempleo por debajo del 6% (la mitad del de la media de la eurozona) y una econom¨ªa exportadora muy competitiva; la mutualizaci¨®n de la deuda de los europeos meridionales; la aceptaci¨®n la uni¨®n bancaria europea con un supervisor com¨²n. Hab¨ªamos esperado tanto del 22 de septiembre que cuando ha pasado nos ha sabido a poco y, como por otra parte era de esperar, no significa una nueva hoja de ruta europea que inspire de nuevo a los ciudadanos a creer en el proyecto grande so?ado desde hace d¨¦cadas.
Sin embargo, aunque el arrollador triunfo de Merkel, a solo cinco diputados de la mayor¨ªa absoluta, no se traducir¨¢ en un inmediato cambio de rumbo, en todas las capitales europeas se ha escuchado un suspiro de alivio. Angela la Grande no pondr¨¢ regalos en diciembre bajo el ¨¢rbol de navidad, advierte el S¨¹ddeutsche Zeitung. La probabilidad de que los socialdem¨®cratas del aplastado SPD entren en una gran coalici¨®n de gobierno, aunque no planteen una alternativa europea de crecimiento muy distinta a los democristianos ¡ªestos ocupan todo el espacio central incluidas las pol¨ªticas sociales progresivas¡ª sirve de momento de clavo ardiendo al que engancharnos.
Pero cambiemos la ¨®ptica para preguntarnos qu¨¦ deseaban los alemanes de las elecciones y por qu¨¦, sin liderar, sin ideolog¨ªa, Merkel ha ganado un tercer mandato situ¨¢ndose a la altura de los grandes l¨ªderes alemanes de la posguerra: los Adenauer, Brandt y Kohl. Convirti¨¦ndose en la ¨²nica dirigente no descabalgada por la crisis y en la canciller de Europa. Ha ganado la personalidad, la capacidad de Angela Merkel de transmutarse en Alemania. La representante fiable y previsible de una ciudadan¨ªa pragm¨¢tica que ha abandonado la angustia de los grandes debates existenciales contestando afirmativamente a la pregunta de si despu¨¦s del horror de Auschwitz, Alemania puede ser normal y los alemanes sentirse orgullosos. ?Ideolog¨ªa? Content¨¦monos con ser pr¨®speros, nos basta con vender buenos coches, equilibrar las cuentas, ser competitivos, evitar las sorpresas. Merkel, la primera canciller del Este, el ama de casa suaba, la prudente administradora de un buen pasar, encarna el triunfo de la persona corriente, ha sabido entender que Alemania detesta los experimentos y est¨¢ harta de autocuestionarse. Merkel ha cosido con prudencia la Alemania unificada convirti¨¦ndose en la gran consolidadora del pa¨ªs, en palabras del analista del New York Times, Roger Cohen. La canciller ha comprendido y comparte la idea de la Alemania actual: un gran pa¨ªs que prefiere comportarse como uno peque?o; una mayor¨ªa de los alemanes piensa que su naci¨®n debe de ser una versi¨®n grande de Suiza, econ¨®micamente pr¨®spera y pol¨ªticamente modesta. Alemania como hegem¨®n reacio, como la bautiz¨® el profesor William Paterson, de la Universidad Aston de Birmingham, que mantiene su alergia ante el intervencionismo exterior y opta por mantener un perfil internacional bajo.
Merkel continuar¨¢ gobernando a peque?os pasos, como si la moviera un motor di¨¦sel, ejerciendo un poder tranquilo. Cabe esperar cambios marginales en sus pol¨ªticas europeas. La ¨²ltima pregunta es si esta Alemania puede traer el cambio que Europa necesita. A Merkel se le van a acumular las facturas para salvar al euro, cuya supervivencia es esencial para las exportaciones alemanas. Las elecciones le han permitido ganar tiempo pero va a tener que explicar a los ciudadanos que el euro conduce a una integraci¨®n europea m¨¢s profunda, que Grecia necesita de un tercer rescate y que habr¨¢ que revocar de nuevo cimientos en Irlanda y Portugal, pa¨ªses que no est¨¢n todav¨ªa a salvo. Merkel har¨¢ lo posible por mantener a Reino Unido en el seno de la Uni¨®n Europea y reforzar¨¢ las pol¨ªticas intergubernamentales. Europa ya habla alem¨¢n y todo apunta a que la nueva Europa ser¨¢ made in Germany. Se aleja el sue?o de una Europa federal pero no la necesidad del proyecto de m¨¢s Europa. La cuesti¨®n alemana, en su tiempo, seg¨²n resumi¨® Kissinger, era la de un pa¨ªs demasiado grande para Europa pero demasiado peque?o para el mundo. Hoy, encogido, parece peque?o incluso para Europa.
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