Aguas benditas, aguas malditas
El mar y el clima, los grandes atractivos de Miami y el sur de la Florida, se han tornado en graves peligros en potencia para toda esa zona de EE UU
Miami, el sur de la Florida, no son las islas Maldivas. Pero el mar y el clima, sus grandes atractivos, tambi¨¦n se est¨¢n convirtiendo cada vez m¨¢s en su espada de Damocles. La fecha de caducidad puede ser m¨¢s lejana, pero cierta. La subida de las aguas es una amenaza real en una tierra llana y con muchos lugares ganados al oce¨¢no. Seg¨²n los estudios m¨¢s pesimistas, en el pr¨®ximo siglo desaparecer¨ªan los cayos actuales y la pen¨ªnsula pasar¨ªa a ser un grupo de islas. S¨®lo las partes m¨¢s elevadas sobrevivir¨ªan al nuevo diluvio. El mapa actual quedar¨ªa dibujado con otra especie de cayos frente al Atl¨¢ntico, por el este, y el humedal y los manglares de los Everglades convertidos ya en bah¨ªa con agua salada del Golfo de M¨¦xico, por el oeste.
Pero hay otros peligros mucho m¨¢s preocupantes a corto plazo y que pueden precipitarse con la llegada de alg¨²n gran hurac¨¢n. Es la ¨²nica amenaza perpetua en esta zona del mundo, pero que ha respetado Florida desde 2005. Aquel a?o, en menos de dos meses, hubo doble raci¨®n. A finales de agosto, el Katrina ya asust¨® al pasar camino de la tragedia de Nueva Orleans. En octubre, al borde ya del final de una temporada fren¨¦tica, el Wilma destroz¨® Yucat¨¢n y pas¨® en sentido contrario hacia el Atl¨¢ntico causando enormes da?os por el viento. Las calles de Miami quedaron llenas de cristales y los edificios al aire libre. Pero nada comparable al previo y devastador Andrew del 24 de agosto de 1992, el m¨¢s costoso para Estados Unidos hasta el Katrina (que lo cuadruplic¨®) con 26.000 millones de d¨®lares en da?os y s¨®lo algo inferior al reciente Sandy de 2012.
El ejemplo del Andrew, que pill¨® desprevenida a Miami, libre de ciclones durante mucho tiempo antes, fue significativo. Despu¨¦s de estar incluso a punto de perder toda su fuerza en el Atl¨¢ntico y de debilitarse a su paso por las Bahamas, recuper¨® en dos d¨ªas de mar la m¨¢xima categor¨ªa 5 hasta convertirse en una maquinaria de destrucci¨®n total.
En los ¨²ltimos a?os s¨®lo se han sucedido alarmas, especialmente la de Sandy, que acab¨® tocando tierra m¨¢s al norte de Florida. Pero ha habido tormentas, incluida esta temporada mucho m¨¢s benigna hasta ahora de lo que los expertos hab¨ªan pronosticado, y eso ha bastado para despertar todas las alarmas. Muchas zonas de Miami se inundan con cualquier lluvia fuerte, en su mayor¨ªa por los restos de depresiones o tormentas tropicales (categor¨ªas previas a los huracanes) formadas desde el suroeste, en el Caribe y el Golfo de M¨¦xico, o en el Atl¨¢ntico, por el este. As¨ª sucedi¨® con Andrea, en junio, y casi con Dorian, en julio. Pero las inundaciones comenzaron ya en abril, mucho antes del comienzo de la temporada de huracanes, y siguieron en julio sin relaci¨®n con perturbaciones mayores. Esta misma semana ha vuelto a ocurrir en distintas zonas del Condado. Las calles, convertidas en r¨ªos.
El caso de Miami Beach, donde pueden unirse cada vez m¨¢s las mareas altas a las lluvias, es elocuente. Ya no da m¨¢s de s¨ª el antiguo sistema que vaciaba el agua por simple gravedad hacia la bah¨ªa al oeste del cayo (Miami Beach es en realidad una isla unida por puentes al continente). Es la zona donde se producen mayores inundaciones y para evitar el retorno cada vez m¨¢s habitual se est¨¢n instalando nuevas estaciones de almacenamiento, succi¨®n y bombeo. El plan costar¨¢ 206 millones de d¨®lares con una vigencia de 20 a?os. La pregunta es si ser¨¢ suficiente ante previsiones como la de la semana pasada del Grupo Intergubernamental del Cambio Clim¨¢tico (IPCC) de Naciones Unidas que ya ha aumentado para 2100 la subida del nivel del mar en un margen entre los 26 y los 89 cent¨ªmetros cuando en 2007 lo hab¨ªa calculado entre 18 y 59. Los pron¨®sticos de cient¨ªficos de la Florida est¨¢n en esa l¨ªnea: un aumento entre 5 y 10 cent¨ªmetros por d¨¦cada.
Pero el enemigo en Florida no reside s¨®lo en las zonas costeras, donde incluso expertos holandeses van a colaborar. El lago Okeechobee (agua grande), el mayor del Estado, fuente de agua potable y de riego, es una bomba en potencia. El dique Herbert Hoover, construido en los a?os 30 del siglo pasado, en la etapa del presidente que lleva su nombre, est¨¢ obsoleto y en la Clase 1 de la lista nacional entre los m¨¢s peligrosos para romperse en condiciones normales y con riesgo m¨¢ximo de cat¨¢strofe. Tiene grietas por las que sufre p¨¦rdidas y las aperturas para que el exceso de agua no rebase su nivel o que reviente en ocasiones recientes han producido gran pol¨¦mica y sensibles da?os medioambientales. Al menos dos r¨ªos han acabado contaminados hasta el mar por el arrastre de detritus y abonos mientras los poderosos negocios azucareros quedan a salvo.
El peligro mayor est¨¢ ya avalado por el recuerdo tr¨¢gico que oblig¨® a la construcci¨®n del dique hace casi un siglo. El hurac¨¢n bautizado como el lago provoc¨® 2.500 muertos. Tambi¨¦n se conoci¨® como San Felipe II, seg¨²n la costumbre espa?ola a¨²n de poner a los ciclones el nombre del santo del d¨ªa, pues antes de llegar a la Florida caus¨® 1.200 v¨ªctimas en la isla de Guadalupe y 300 en Puerto Rico.
El dique actual se ha ido renovando y especialmente en la d¨¦cada de los 60 tras los da?os de otro hurac¨¢n en 1947. El Cuerpo de Ingenieros del ej¨¦rcito de Estados Unidos tiene previsto cambiar ahora, hasta 2018, al menos la mitad de la treintena de compuertas en sus m¨¢s de 200 kil¨®metros de longitud.
La cuesti¨®n es llegar a tiempo, como en Miami, que no s¨®lo tiene problemas acu¨¢ticos en la superficie, tambi¨¦n en el subsuelo. Hace un a?o, John Renfrow, el director del Departamento de Aguas y Alcantarillado anunci¨® lo que a?os llevaba incubado. El sistema de tuber¨ªas de aguas limpias y sucias es otra bomba larvada. Camino del centenar de roturas en los ¨²ltimos tres a?os, una aver¨ªa mayor podr¨ªa ser otra cat¨¢strofe. Nadie se hab¨ªa ocupado de renovar a fondo depuradoras y miles de kil¨®metros de conductos instalados hace m¨¢s de medio siglo.?Por ejemplo, se acaban de derramar casi un mill¨®n de litros de aguas sucias en la zona de Aventura, al norte del Condado de Miami Dade. Se ha tenido que prohibir el ba?o porque muchos de ellos pueden haber llegado a la Bah¨ªa de Vizcaya. Aguas por arriba, pero tambi¨¦n aguas por abajo.
En cuanto han empezado a ponerse cifras al arreglo general, 4.000 millones de d¨®lares en primera instancia y hasta 12.000 totales, cabilderos y empresas sospechosas de corrupci¨®n han irrumpido en busca de tajada. Los n¨²meros tampoco cuadran para una deuda que quiz¨¢ tengan que pagar dos generaciones. Esta es tambi¨¦n la nueva Florida. No s¨®lo para¨ªso tur¨ªstico y temperaturas muy agradables la mayor parte del a?o. De la vieja fuente de la eterna juventud que busc¨® sin ¨¦xito Juan Ponce de Le¨®n hace 500 a?os a las muchas cloacas actuales. Aguas benditas, aguas malditas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.