De la impunidad a la horca
Desde la violaci¨®n de Amanat, la actitud de la sociedad india contra las agresiones a mujeres ha cambiado radicalmente
Antes de la violaci¨®n de una estudiante de fisioterapia de 23 a?os en un autob¨²s en marcha en Nueva Delhi por seis hombres, el 16 de diciembre pasado, las agresiones sexuales en India, frecuentes y generalizadas, no eran excesivamente visibles. La v¨ªctima, conocida como Amanat (la ley india proh¨ªbe dar a conocer el nombre de las violadas), muri¨® despu¨¦s de 13 d¨ªas de lucha para superar las graves lesiones internas ocasionadas con una barra de metal. Pero esta vez fue diferente. La enorme ola de indignaci¨®n que provoc¨® llev¨® nueve meses despu¨¦s a que se condenara a morir en la horca a los cuatro violadores, en medio de la satisfacci¨®n generalizada. Porque, si bien muchos se oponen a la pena capital, lo conseguido es un ins¨®lito triunfo: la relativa rapidez y la severidad del veredicto no tienen precedentes en India, donde los violadores salen absueltos, negocian condenas muy leves o incluso se casan con las mujeres a las que han atacado.
El comit¨¦ asesor, que presidi¨® el expresidente del Tribunal Supremo de India Jagdish Sharan Verma, propuso poco despu¨¦s de la violaci¨®n una reforma de las leyes sobre delitos sexuales. Se crearon seis tribunales expr¨¦s para reducir el plazo de los juicios por violaci¨®n a ocho o nueve meses. El fondo Nirbhaya recibi¨® 10.000 millones de rupias (aproximadamente 120 millones de euros) para aumentar la seguridad de las mujeres. Las manifestaciones y las marchas a la luz de las velas llenaron las calles de India durante d¨ªas y a veces acabaron en enfrentamientos con la polic¨ªa. ¡°Hubo una movilizaci¨®n de masas, gente de clase media, amas de casa, padres ¡ªno solo intelectuales y activistas¡ª, todos se manifestaron, independientemente de la ideolog¨ªa, contra un Gobierno complaciente¡±, dice Shaheen Ahmed, estudiante de artes visuales en la Universidad Jawaharlal Nehru, que particip¨® en ellas. Las estad¨ªsticas, los sondeos y la experiencia personal ¡ªla Oficina Nacional de Registro de Cr¨ªmenes indica que las violaciones se han multiplicado por 10 en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, hasta sumar 24.923 casos registrados en 2012¡ª muestran desde hace tiempo que la violencia contra las mujeres es un problema serio y en aumento, pero fue esa violaci¨®n concreta la que moviliz¨® al mundo.
La dramaturga feminista Eve Ensler analiz¨® de forma contundente la repercusi¨®n, que en parte presenci¨® en persona: ¡°Nunca he visto nada semejante¡ La violencia sexual irrumpi¨® en las conciencias y lleg¨® a las primeras p¨¢ginas, nueve art¨ªculos en cada peri¨®dico a diario, y el centro de todas las conversaciones¡±, dec¨ªa en febrero. ¡°India est¨¢ mostrando el camino al mundo¡ A partir de ahora ser¨¢ imposible negar la violencia contra las mujeres¡±. El hecho de que hay otros casos ¡ªen particular, los de mujeres rurales o menos privilegiadas¡ª que quedan ignorados es una queja v¨¢lida en un pa¨ªs tan poblado. Pero Nirbhaya se ha convertido en un s¨ªmbolo y, tal vez, el principio de algo. ?Hasta d¨®nde llega la transformaci¨®n?
La relativa rapidez y la severidad del veredicto no tienen precedentes en un pa¨ªs donde los violadores recib¨ªan condenas leves
¡°No va a cambiar nada de un plumazo. Pero es innegable que est¨¢ pasando algo distinto a lo que suced¨ªa hasta ahora, aunque solo sea que ahora hay conversaciones diferentes. Los medios de comunicaci¨®n y los activistas est¨¢n intentando que el p¨²blico no se olvide de la violencia contra las mujeres, hay mucho inter¨¦s en las escuelas y discusiones sobre la violencia sexual en las familias¡±, asegura Urvashi Butalia, famosa feminista, escritora y editora de Zubaan Books. ¡°Aunque, curiosamente, ninguno de los partidos pol¨ªticos que se presentaban a las elecciones en Delhi ha hablado del tema. Cuando se debati¨® en el Parlamento, los pol¨ªticos hicieron chistes mis¨®ginos¡±.
La apat¨ªa pol¨ªtica, paralela a la obsesi¨®n nacional por los temas de actualidad, no es nada nuevo. Pero una naci¨®n que era insensible por necesidad ha empezado, al menos en apariencia, a participar, a exigir que se act¨²e y expresar un sentimiento como no se ve¨ªa probablemente desde 2011 (cuando se rebel¨® contra algo tan end¨¦mico como la corrupci¨®n), y tal vez contin¨²e hasta las decisivas elecciones del pr¨®ximo a?o. La violaci¨®n en grupo de una reportera gr¨¢fica en Bombay, el 22 de agosto, reaviv¨® la indignaci¨®n nacional y gener¨® m¨¢s protestas y un pliego de cargos inmediato, mientras aparec¨ªan anteriores v¨ªctimas de los violadores en una ciudad considerada la m¨¢s segura del pa¨ªs.
Quiz¨¢ haya que esperar a¨²n para que se introduzca la educaci¨®n sobre la igualdad de sexos ¡ªuna demanda de los activistas¡ª en las escuelas, los hogares y los sistemas de valores. Mientras tanto, se est¨¢n poniendo de relieve ¨¢reas nuevas o ignoradas, aunque a veces se haga con torpeza: la violaci¨®n masculina, por ejemplo, que es un fen¨®meno sobre el que se mantiene un terco silencio, o las falsas acusaciones de violaci¨®n. Se est¨¢ haciendo hincapi¨¦ en la vulnerabilidad de los ni?os y en la importancia de la ayuda legal. En abril se cre¨® el Consejo para una Justicia Segura, una organizaci¨®n de asistencia legal autofinanciada que ofrece asesoramiento gratuito a supervivientes de la violencia sexual, en especial menores (incluso de un a?o).
Nuevas iniciativas, como Safecity, han surgido para ayudar a identificar las zonas poco seguras y denunciar delitos de forma an¨®nima. Las acciones individuales, a trav¨¦s de grupos como Gulabi Gang, en los pueblos, empiezan a tener m¨¢s eco. Proliferan y florecen los foros sobre la pol¨ªtica de g¨¦nero. Hay numerosas campa?as de concienciaci¨®n, cuyo prop¨®sito es ayudar a las mujeres a reclamar su espacio o mostrar al hombre indio la iron¨ªa de los malos tratos presentando a las mujeres como diosas a la vez glamurosas y llenas de golpes. En definitiva, los indios est¨¢n abordando el problema como una crisis. ?Pero c¨®mo de mala es la situaci¨®n? ¡°?Es posible que, parad¨®jicamente, India [igual que Estados Unidos y Canad¨¢] haya tenido un aumento en las denuncias de delitos contra las mujeres, no porque la situaci¨®n haya empeorado, sino porque est¨¢ empezando a mejorar?¡±, preguntan los economistas Vivek Dehejia y Rupa Subramanya.
Muchos est¨¢n de acuerdo. El Comisionado Especial de Polic¨ªa Taj Hassan dice que las denuncias se han multiplicado ¡°por 400¡±. ¡°El apoyo p¨²blico que se vio despu¨¦s del 16 de diciembre ha animado a la gente¡±, coincide Kalpana Vishwanath, de Jagori, el principal centro de recursos para la mujer de Delhi. ¡°Veo que ahora no se preocupan tanto por que otros se enteren¡±.
Sin embargo, documentar los delitos es complicado. ¡°Hay una serie de problemas b¨¢sicos de clasificaci¨®n, como el registro de los dobles delitos [los asesinatos con violaci¨®n no se clasifican como violaciones] que complican la tarea de establecer cifras¡±, explica la periodista Rukmini Shrinivasan, que se dedica a recoger datos en el peri¨®dico indio The Hindu. No se pueden saber las innumerables violaciones no denunciadas y hay que contar con la falta de registros informatizados, pero est¨¢n claras varias cosas: ¡°El acoso sexual es una epidemia, pero la violaci¨®n por parte de desconocidos, no. Hay que dejar de mirar ah¨ª y fijarse en padres, t¨ªos, padrastros; las v¨ªctimas suelen conocer a sus violadores¡±.
Los medios de comunicaci¨®n, que hasta ahora no se interesaban por las cuestiones de g¨¦nero m¨¢s que de forma espor¨¢dica, han servido tambi¨¦n para documentar este giro. ¡°He notado el aumento del n¨²mero de mujeres que hacen periodismo sobre el terreno, o que son expertas en los aspectos econ¨®micos, legales y sociales de la desigualdad de g¨¦nero; la avalancha de noticias sobre violaciones ha abierto un espacio importante. Pero esa cobertura informativa, muchas veces, ha sido desalentadora y sensacionalista¡±, dice la destacada periodista Nilanjana Roy, autora de un libro de pr¨®xima publicaci¨®n sobre la situaci¨®n de las mujeres en India. ¡°Las noticias fomentan la idea de las mujeres como v¨ªctimas impotentes, se utilizan como excusa para recortar las libertades de las mujeres, a las que se culpa de sus propias violaciones, y hay una escandalosa falta de respeto a la intimidad. India no tiene un problema especial con las violaciones, no m¨¢s que la mayor¨ªa de los dem¨¢s pa¨ªses; lo que tiene es una inmensa crisis de desigualdad de g¨¦nero, de la que se habla poco, y un problema igualmente terrible, que es la aceptaci¨®n de la violencia ¡ªviolencia entre castas, violencia dom¨¦stica, violencia contra los sectores econ¨®micos m¨¢s pobres, agresiones con ¨¢cido, torturas y muertes por la dote¡ª, con efectos nocivos tambi¨¦n para los hombres¡±.
Este tipo de informaci¨®n se retroalimenta, con consecuencias ambiguas. ¡°Muchos responsables de peri¨®dicos me han pedido que escriba sobre la violencia contra las mujeres, y en muchos casos me he negado, porque ten¨ªa la sensaci¨®n de que quer¨ªan art¨ªculos deprimentes y parciales sobre lo aterrorizadas que est¨¢n todas las mujeres indias¡±, dice la periodista Kavitha Rao. ¡°Me enfurecen algunas de las informaciones en el extranjero. Un periodista, despu¨¦s de entrevistar en Delhi a una sola ni?a manipur¨ª que hab¨ªa tenido experiencias terribles, dio a entender que todas las mujeres indias estaban refugiadas en casa, sin atreverse a salir. Meternos a todas en una caja con la etiqueta reprimidas, oprimidas, deprimidas es injusto y enga?oso¡±.
Los problemas de India, adem¨¢s de las violaciones, son la gran desigualdad de g¨¦nero y la aceptaci¨®n de la violencia
A medida que las mujeres encuentran trabajo y disponen de sus propios ingresos, India est¨¢ viviendo parte de las revoluciones que vivi¨® Occidente en los a?os setenta. ¡°Hay m¨¢s frustraci¨®n. La gente quiere las cosas deprisa, hay centros comerciales, vacaciones, tantas cosas a las que aspirar, que los c¨®nyuges se consideran fracasados si no pueden proporcionarlas¡±, dice Deepali Gulati, una madre divorciada cuyo exmarido la golpeaba durante los a?os de un matrimonio por amor entre dos personas en situaciones distintas: ella proced¨ªa de mejor familia y ¨¦l ganaba menos dinero. El ¨²ltimo novio que ha tenido tambi¨¦n era violento (aunque de forma indirecta), y ella se enter¨® de que su madre le hab¨ªa pegado regularmente hasta los 22 a?os.
Aunque la modernizaci¨®n est¨¢ engendrando nuevos tipos de igualdad, las jerarqu¨ªas feudales intr¨ªnsecas y las desigualdades econ¨®micas siguen presentes. Por ejemplo, en la India urbana hay un enfrentamiento entre hombres menos privilegiados, a veces reprimidos, que sirven y atienden, y mujeres liberadas (sexualmente), pero que no son tan libres. Esos hombres, en una poblaci¨®n desequilibrada por el infanticidio femenino ¡ªse habla de una proporci¨®n de 914 mujeres o menos por cada 1.000 hombres¡ª y que se debate con el conservadurismo, tienen quiz¨¢ pocos desahogos para su sexualidad. ¡°Existe un inmenso mundo oculto de varones j¨®venes que no tienen nada, como en Brasil y Sud¨¢frica, y eso produce un aumento de la delincuencia en general¡±, dice Vishwanath. ¡°Dos de los violadores de Delhi estaban casados; este no es solo un problema de hombres que no tienen mujeres a su alcance, aunque somos una sociedad que padece la segregaci¨®n sexual¡±.
Sigue siendo una realidad que, aunque las mujeres indias sean capaces de gobernar sus vidas tanto o m¨¢s que en Occidente, seg¨²n sus circunstancias personales, hay ciertas libertades b¨¢sicas que son imposibles para cualquiera de ellas, como el libre acceso a los espacios p¨²blicos y la libertad de movimientos por la noche. Suzette Jordan pag¨® un alto precio por ello. Era una madre soltera que sali¨® a tomar una copa el pasado mes de febrero en Calcuta y que acab¨® siendo v¨ªctima de los cinco hombres que la violaron y de varios personajes p¨²blicos que no la creyeron. ¡°El fiscal est¨¢ encarg¨¢ndose de mi caso, y muchos me est¨¢n ayudando, pero me siento constantemente intimidada¡±, cuenta Jordan siete meses despu¨¦s. En junio revel¨® su nombre, como otras mujeres que en los ¨²ltimos tiempos han decidido dar a conocer los suyos. ¡°No consigo que me den trabajo ni un apartamento. La gente piensa que arrastro demasiados problemas¡±.
Jordan recuerda el horror de la denuncia. Los agentes de polic¨ªa no son famosos por su delicadeza, y rechaz¨® la brutal ¡°prueba de los dos dedos¡± para someterse a un examen m¨¢s delicado en mayo. ¡°Fue casi como repetir la violaci¨®n¡±. La nueva legislaci¨®n castiga con prisi¨®n al polic¨ªa que no informe de un caso de violencia contra las mujeres, y la presencia policial es m¨¢s tangible en Delhi. El jefe policial especial Hassan dice que han aumentado el n¨²mero de veh¨ªculos de 500 a 800, pero la gente sigue siendo esc¨¦ptica.
La sensibilizaci¨®n ante el problema apenas cala en una polic¨ªa sin mujeres. ¡°No podemos cambiar nada¡±, dice un agente
Suman Nalwa, de 43 a?os, es la nueva comisionada adjunta de la Unidad de V¨ªctimas Especiales para Mujeres y Ni?os en Nanakpura, al sur de Delhi. Ha trabajado en el programa Parivartan, puesto en marcha en 2005 para sensibilizar a las comunidades de Delhi y a la polic¨ªa sobre la violencia sexual y para incorporar a m¨¢s mujeres a la polic¨ªa (en la actualidad son alrededor del 6%), un programa que seg¨²n The Economic Times fue ¡°discretamente enterrado¡± en 2010. La visit¨¦ la semana pasada. Le mencion¨¦ que hab¨ªa llamado al tel¨¦fono de ayuda de la polic¨ªa tres veces, en 2010, 2011 y 2013, y que hab¨ªan tardado m¨¢s de una hora en responder. ¡°El tiempo medio de respuesta es de cinco a siete minutos¡±, dijo Nalwa. Lo repiti¨® cuando le dije que esa no era la experiencia de ninguna de mis conocidas. M¨¢s tarde, una fuente de rango inferior mencion¨® que algunas sugerencias que se hab¨ªan hecho a los jefes, como la petici¨®n de m¨¢s unidades m¨®viles para el tel¨¦fono de ayuda, una unidad m¨¢s por distrito, 20 o 30 veh¨ªculos m¨¢s, hab¨ªan sido ignoradas. ¡°No podemos cambiar nada, no somos m¨¢s que una peque?a parte del sistema del sarkari (gobierno)¡±, me dijo el agente. ?l ten¨ªa ambiciones, estaba estudiando y quer¨ªa que sus hijos prosperen. Le comprend¨ª.
Rajni George es periodista india y editora literaria de la revista Punctum.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.