Muere Jovanka Broz, viuda del l¨ªder comunista yugoslavo Tito
Fue la tercera mujer del mariscal, con el que estuvo casada 28 a?os
La trayectoria de Jovanka Broz, esposa del mariscal Tito entre 1952 y 1980 ha sido, en muchos sentidos, una precisa met¨¢fora del ascenso y disoluci¨®n de Yugoslavia. La primera dama de la federaci¨®n -que falleci¨® el domingo, a los 88 a?os, en un hospital de Belgrado- se uni¨® con tan solo 17 a?os a las filas de los partisanos que combat¨ªan a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial; fue condecorada por su valent¨ªa y se gan¨® durante la militancia partisana la confianza de Josip Broz, Tito, hasta el punto de ascender al puesto de secretaria personal del mariscal tras el fin del conflicto.
En 1952 Jovanka y el l¨ªder yugoslavo, que ten¨ªan una diferencia de edad de 32 a?os, se casaron. El enlace, el tercero de Tito, no fue hecho p¨²blico inmediatamente. Sin embargo, Jovanka adquiri¨® r¨¢pidamente y con firmeza todo el protagonismo p¨²blico de una primera dama. Bi¨®grafos de Tito y dirigentes pol¨ªticos de la ¨¦poca opinan que durante los a?os cincuenta y sesenta la esposa tuvo una considerable influencia pol¨ªtica sobre su marido.
Juntos condujeron una vida p¨²blica brillante y en cierto sentido fastuosa, con relaciones con estrellas del cine como Sofia Loren o Elizabeth Taylor, muy distante de la grisura habitual en los l¨ªderes de otros pa¨ªses de inspiraci¨®n socialista. En esto tambi¨¦n, la no alineada Yugoslavia se diferenciaba.
En los a?os setenta, sin embargo, la relaci¨®n con Tito se enfri¨® y Jovanka fue apartada de la vida p¨²blica. Algunos analistas sostienen que su marginaci¨®n fue en buena medida determinada por la acci¨®n de sectores de la c¨²pula yugoslava que quer¨ªan neutralizar su influencia sobre un envejecido Tito. El mariscal se separ¨® de ella, pero no se divorci¨® y nunca profiri¨® p¨²blicamente cr¨ªticas sobre su esposa.
Tras la muerte de Tito, en 1980, sufri¨® un aut¨¦ntico acoso por parte de los dirigentes pol¨ªticos. Fue forzada a abandonar la residencia en la que viv¨ªa con el marido y empez¨® un enigm¨¢tico aislamiento que dur¨® 30 a?os.
La imparable ola nacionalista que crec¨ªa en las rep¨²blicas yugoslavas empez¨® a atacar el culto a la figura de Tito y a su mantra de ¡°hermandad y unidad¡± entre los eslavos del sur. Jovanka era sin duda parte de esa herencia, un icono de ese tiempo y ese mensaje, y vivi¨® pr¨¢cticamente recluida durante tres d¨¦cadas en una destartalada villa del barrio Dedinje de la capital serbia, desprovista incluso de calefacci¨®n durante mucho tiempo.
Solo a?os despu¨¦s de la ca¨ªda de Slobodan Milosevic, cuando el Partido Dem¨®crata de Boris Tadic se hizo con el poder en Serbia, las autoridades locales emprendieron unas labores de restructuraci¨®n de la residencia de Jovanka. Rasim Ljalic, entonces ministro de Comercio, record¨® en una reciente entrevista con el diario Politika que en una visita en el invierno de 2005, Jovanka le recibi¨® enfundada ¡°en todas sus prendas invernales. Hac¨ªa un fr¨ªo insoportable (en esa casa)¡±, dijo.
¡°Su persecuci¨®n y aislamiento coincidi¨® con la desintegraci¨®n de Yugoslavia. Ella era el primer obst¨¢culo y ten¨ªa que ser removida. La violencia a la que fue sometida es una verg¨¹enza para todas las antiguas rep¨²blicas¡±, escribi¨® en el diario Blic Zarko Jokanovic, periodista que la conoci¨® de cerca.
Jovanka fue ingresada en un hospital de Belgrado en agosto, aquejada de problemas card¨ªacos. Con ella desaparece ¡°uno de los testigos m¨¢s fiables de la historia de nuestro antiguo pa¨ªs¡±, seg¨²n ha dicho el primer ministro serbio, Ivica Dacic; y quiz¨¢ el ¨²ltimo gran icono de esa idea de ¡°Hermandad y Unidad¡± que los eslavos del sur han sepultado bajo terribles guerras.
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