Presentar batalla
En Europa falta que los partidos pol¨ªticos, en especial los de gobierno, planten cara a los nacional-populistas de manera efectiva
A juzgar por los s¨ªntomas, el pr¨®ximo podr¨ªa ser un a?o triunfal para el nacional-populismo en Europa. En mayo de 2013 se form¨® gobierno en Bulgaria gracias al apoyo de Ataka, un partido nacionalista radical. En septiembre llegaron los buenos resultados en Noruega del nacionalista Partido del Progreso, y en Austria del FP?, el partido transformado por J?rg Haider. Este mes fue la victoria del Frente Nacional franc¨¦s (FN) en una elecci¨®n parcial en Brignoles (Provenza, Francia). En las encuestas, la derecha nacional-populista abandona posiciones de marginalidad y aparece como posible partido m¨¢s votado en Reino Unido (UKIP), Francia (FN) o Pa¨ªses Bajos (PVV), mientras en Polonia el partido Ley y Justicia de Jaroslaw Kaczynski aventaja en 10 puntos al actual Gobierno. Con excepciones no desde?ables como Alemania, Espa?a o Irlanda, los avances del nacional-populismo parecen imparables.
Preocupan, y mucho, las elecciones parlamentarias europeas de mayo de 2014, cuando a los problemas del proyecto europeo y la impopularidad de muchos Gobiernos se les podr¨ªa sumar una participaci¨®n baj¨ªsima: entorno id¨®neo para la movilizaci¨®n nacional-populista. Tambi¨¦n en 2014 hay otras citas electorales en las que partidos nacionalistas y anti-inmigraci¨®n pueden ganar terreno, como las legislativas h¨²ngaras (que podr¨ªan consolidar a Fidesz en el gobierno, a pesar de su deriva autoritaria y nacionalista), las locales en Reino Unido y en Francia (donde el FN espera conseguir victorias significativas) y las generales en Suecia (all¨ª los sondeos auguran un sensible aumento de la formaci¨®n nacionalista Dem¨®cratas de Suecia).
La extrema derecha marca la agenda pol¨ªtica sin necesidad de ganar elecciones
No es tarea f¨¢cil ganar la batalla electoral y de ideas contra estos partidos cuando algunos de sus argumentos tienen amplio apoyo en las sociedades europeas. M¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa es hacerlo cuando los gobiernos, conscientes de ello, intentan segar la hierba bajo sus pies adoptando su agenda. Sin ¨¦xito. Ni el Gobierno franc¨¦s, hundido en una ci¨¦naga de inhumanidad, expulsando a una familia gitana a un Kosovo que ni conocen para luego, queriendo acallar la indignaci¨®n, invitar a una de sus hijas a volver sola a acabar su escolarizaci¨®n. Ni el Gobierno brit¨¢nico, colgando carteles y enviando 40.000 mensajes electr¨®nicos a los inmigrantes en posible situaci¨®n irregular para presumir de mano dura. Ni el Gobierno griego, acosando a transe¨²ntes de aspecto no europeo con constantes controles de identidad y encerrando a los que est¨¢n en el pa¨ªs ilegalmente en condiciones infrahumanas durante meses. Todos han fracasado en su intento de adelantar por la derecha al nacional-populismo. Mientras los gobiernos se muestran dispuestos a renunciar a sus principios m¨¢s b¨¢sicos para mantenerse en el poder, la extrema derecha marca agenda sin necesidad de ganar elecciones.
Pero no todo son fracasos. En Reino Unido UKIP escala posiciones, pero un partido mucho m¨¢s radical y de corte abiertamente racista, el Partido Nacional Brit¨¢nico (BNP, en sus siglas en ingl¨¦s) podr¨ªa perder el a?o pr¨®ximo la totalidad de sus representantes electos, incluidos sus dos europarlamentarios. Al BNP le frenaron la resistencia de la sociedad brit¨¢nica a su racismo abierto y campa?as como Hope, not Hate (Esperanza, no odio) que luchan puerta a puerta y a pie de calle para desactivar el fermento de miedo, apat¨ªa y embustes del que se nutrieron las victorias del BNP. En Francia los estudiantes han salido a la calle a contestar la expulsi¨®n a Kosovo de Leonarda y su familia; sus manifestaciones recuerdan a las reacciones que en los ¨²ltimos a?os tuvieron los estudiantes estadounidenses ante las deportaciones de sus colegas sin papeles, primer ¨¦xito en la lucha de la generaci¨®n de los llamados dreamers (so?adores), que al final consigui¨® no s¨®lo cambiar la ley, sino darle la vuelta al debate migratorio en Estados Unidos. Tambi¨¦n han movido ficha las sociedades civiles de Grecia, forzando al Gobierno a reprimir por fin a los elementos criminales que controlan el partido neofascista Aurora Dorada tras el asesinato del rapero Pavlos Fissas, y de Italia, tras la tragedia de Lampedusa, para acabar con el trato inhumano a los inmigrantes.
El sentimiento anti-elitista y pro-reforma que esta crisis est¨¢ haciendo aflorar en much¨ªsimos lugares de Europa est¨¢ siendo capitalizado con ¨¦xito por los nacional-populistas, c¨ªnicos oportunistas que no quieren abrir el espacio democr¨¢tico, sino cerrarlo. Buena parte de la sociedad no se rinde a su discurso de exclusi¨®n y de odio. Pero falta que los partidos pol¨ªticos, sobre todo los que ocupan posiciones de gobierno, planten cara a los nacional-populistas de manera efectiva. Ello significa emprender reformas profundas y tambi¨¦n entablar un debate pol¨ªtico con alternativas de verdad. Pero, sobre todo, exige contraponer argumentos a las insidias de la extrema derecha. Con sus vergonzosas claudicaciones, los grandes partidos conceden la batalla de las ideas a los nacional-populistas. Poco deber¨¢n sorprenderse si ¨¦stos, a su vez, les arrebatan la victoria electoral. S¨ªgueme en @jordivaquer.
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