Afganist¨¢n afronta el dilema de dar inmunidad a EE UU o perder su ayuda
Con los tali¨¢n en ascenso, el dilema pone de relieve la fragilidad del pa¨ªs doce a?os despu¨¦s de la intervenci¨®n extranjera
El presidente afgano, Hamid Karzai, y el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, aparecen sonrientes en la foto tras anunciar que han alcanzado ¡°un acuerdo parcial¡±. Se refieren al Convenio de Seguridad Bilateral (BSA en sus siglas inglesas) que deber¨ªa regir la presencia militar estadounidense en Afganist¨¢n tras la retirada de sus tropas cuando concluya el mandato de Naciones Unidas en diciembre de 2014. Sin embargo, el mayor escollo para ese pacto sigue abierto: la inmunidad de los soldados de EEUU frente a la ley afgana. Con la insurgencia talib¨¢n en ascenso, el dilema pone de relieve la fragilidad del pa¨ªs doce a?os despu¨¦s de la intervenci¨®n extranjera.
El BSA debe fijar el n¨²mero de tropas que permanecer¨¢n en Afganist¨¢n y cu¨¢l ser¨¢ su misi¨®n. Aunque los t¨¦rminos concretos no se han hecho p¨²blicos, Karzai parece haber conseguido que Estados Unidos se comprometa a no llevar a cabo ataques dentro de territorio afgano sin consultar antes a las autoridades del pa¨ªs.
La Loya Jirga, definida en la Constituci¨®n como representante de la voluntad de los afganos, permite dar respetabilidad a decisiones delicadas
¡°Hemos alcanzado un acuerdo sobre el respeto a la soberan¨ªa nacional¡±, anunci¨® el presidente durante la comparecencia conjunta ante los periodistas la semana pasada. ¡°Sin embargo, el asunto de la jurisdicci¨®n de las fuerzas extranjeras est¨¢ por encima del Gobierno afgano y es algo que deben decidir los afganos, [a trav¨¦s de] la Loya Jirga¡±, a?adi¨® en referencia a la gran asamblea tradicional.
¡°El Gobierno afgano tiene autoridad para decidir sobre la inmunidad. Karzai s¨®lo busca protegerse de las cr¨ªticas¡±, asegura Thomas Ruttig, codirector del Afghanistan Analysts Network (AAN). La Loya Jirga, definida en la Constituci¨®n como representante de la voluntad de los afganos, permite dar respetabilidad a decisiones delicadas a la vez que la designaci¨®n de sus miembros por parte del Gobierno asegura que toman la opci¨®n deseada. No obstante, Ruttig recuerda que ¡°siempre existe un grado de incertidumbre, en especial si ocurre alg¨²n incidente con v¨ªctimas civiles poco antes de su reuni¨®n¡±.
En juego est¨¢n 4.000 millones de d¨®lares en ayudas de la OTAN
Episodios de ese tipo son los que han llevado al presidente afgano a declarar hace unos d¨ªas que la intervenci¨®n extranjera ha causado ¡°mucho sufrimiento, muchos muertos y ning¨²n beneficio porque el pa¨ªs no es seguro¡±. Por su parte, EEUU y sus aliados consideran que son ellos quienes han mantenido a Karzai en el poder, defendi¨¦ndole de la amenaza talib¨¢n y financiando su Gobierno.
Estados Unidos tiene 52.000 soldados en Afganist¨¢n y distintos portavoces han expresado el deseo de mantener al menos 10.000 tras el repliegue de las fuerzas de combate a finales del a?o que viene. Kerry se?al¨® sin embargo que no es posible un acuerdo de seguridad a no ser que se resuelva el asunto de la inmunidad. Washington se reserva el derecho de juzgar a sus uniformados de acuerdo con sus leyes. De no firmarse el BSA, todas sus tropas abandonar¨¢n el pa¨ªs asi¨¢tico. Ya sucedi¨® antes en Irak, donde el Gobierno de Nuri al Maliki reci¨¦n salido de las elecciones de 2010 se neg¨® a aceptar ese extremo.
La situaci¨®n es distinta en Afganist¨¢n donde Karzai est¨¢ a punto de concluir su segundo mandato y no puede presentarse a un tercero por imperativo constitucional. Varios de los candidatos a las presidenciales del pr¨®ximo abril opinan que ser¨ªa m¨¢s cre¨ªble que la decisi¨®n se tomara en el Parlamento.
Ofrecer inmunidad a unas tropas extranjeras es peliagudo en cualquier contexto, pero en el caso afgano pone de relieve la fragilidad del Estado. El l¨ªder de los talibanes, el cl¨¦rigo Mohamed Omar, ha advertido que esa milicia continuara atacando al Gobierno de Kabul si firma el acuerdo de seguridad con EEUU. Pero de no hacerlo, y dado que los intentos de negociar con los talibanes han fracasado, cualquiera que sea el nuevo presidente tendr¨¢ serias dificultades para controlar el pa¨ªs.
¡°En realidad, ni siquiera ahora es posible con las tropas estadounidenses¡±, apunta Ruttig para quien el asunto es m¨¢s bien ¡°si podr¨¢ mantener lo que se controla en este momento: la capital, las grandes ciudades y casi todas las cabezas de distrito¡±. Este analista, con m¨¢s de tres d¨¦cadas de experiencia en Afganist¨¢n, se?ala que ¡°incluso las principales carreteras se han vuelto m¨¢s vulnerables, con un creciente n¨²mero de incidentes en todas ellas¡±.
El rechazo al BSA no s¨®lo significa la salida de los soldados estadounidenses. La OTAN tambi¨¦n ha condicionado a ese pacto la permanencia de su misi¨®n encargada de entrenar a las fuerzas afganas. En consecuencia, se quedar¨¢n en el tintero los 4.000 millones de d¨®lares anuales prometidos para equiparlas y financiarlas, y desaparecer¨¢n los negocios vinculados a esos gastos, como log¨ªstica, transportes, vigilantes o protecci¨®n. Lo que es m¨¢s preocupante, sin el gesto pol¨ªtico que indica el acuerdo, algunos donantes pueden retirar su ayuda no militar. De hecho, Noruega ya ha empezado a recortar su contribuci¨®n debido a la falta de avances en derechos humanos.
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