Un ¡®santo¡¯ mexicano para los m¨¢s desfavorecidos
El maestro encarcelado injustamente 13 a?os consigue que Pe?a Nieto reforme el C¨®digo Penal para obtener el indulto
Los pobres, los ind¨ªgenas, los que trabajan de sol a sol por un m¨ªsero jornal, los que cruzan la frontera jug¨¢ndose la vida, la gente de la que no se acuerda nadie y un largo etc¨¦tera tiene a partir de ahora un nombre que invocar en M¨¦xico. El de Alberto Patisht¨¢n.
En un pa¨ªs donde los m¨¢s desfavorecidos est¨¢n acostumbrados a perder, Patisht¨¢n (1971) se puede considerar finalmente un ganador. El maestro totzil, encarcelado injustamente durante 13 a?os, ha conseguido que el presidente de M¨¦xico, Enrique Pe?a Nieto, un personaje casi inalcanzable para alguien de su estrato social, le conceda un indulto especial que marca un antes y un despu¨¦s en la historia judicial del pa¨ªs.
Acaba de nacer la Ley Patisht¨¢n en una naci¨®n donde existen incontables casos como el suyo. Convertido en un icono de las desigualdad judicial con la que se trata a los pobres, el profesor llevaba a?os exigiendo un trato digno. Fue condenado a 60 a?os de c¨¢rcel por el asesinato de siete polic¨ªas en el coraz¨®n de la zona del levantamiento zapatista, en una regi¨®n boscosa de Chiapas. El proceso judicial estuvo plagado de irregularidades. Su tenacidad y el apoyo de multitud de organizaciones sociales que han tomado como propia su lucha influyeron en la decisi¨®n del presidente Pe?a Nieto de reformar el C¨®digo Penal y buscarle una salida a su desgraciada historia.
En estos a?os de prisi¨®n, donde ha ense?ado a leer y a escribir en el Cereso 5 de San Cristobal a multitud de presos analfabetos que no pod¨ªan entender sus sentencias, se ha convertido en un espejo en el que mirarse para los parias. El subcomandante Marcos, el ide¨®logo y l¨ªder del Ej¨¦rcito zapatista, un movimiento con el que Patisth¨¢n simpatizaba, y los obispos de la zona se volcaron en su defensa. El escritor John Berger le hizo llegar cuatro l¨ªneas de una canci¨®n de Victor Jara:
"Pongo en tus manos abiertas
mi guitarra de cantor
martillo de los mineros
arado de labrador".
Todo el mundo gir¨® a verle en ese momento, pero ?cu¨¢ntos habr¨¢ como Patisht¨¢n sentados en el catre de una c¨¢rcel por no haber gozado de un juicio justo, sin que nadie se acuerde de ellos?
Muchos. El propio Alberto se ha preocupado por los problemas de los dem¨¢s. El d¨ªa que le notificaron en la celda que pasar¨ªa el resto de su vida all¨ª, no llor¨®. En cambio tuvo que secar las l¨¢grimas de los internos que le rodeaban en el patio, agarrados a sus palabras como un salvavidas. D¨ªas despu¨¦s recibi¨® a este peri¨®dico, en marzo de este a?o, y record¨® esa escena:
-Era una mala noticia pero yo estoy en paz. Me s¨¦ inocente. Tuve que consolarlos a ellos, decirles que hay esperanza. No lloren, les dije.
Para entender c¨®mo lleg¨® hasta aqu¨ª hay que remontarse al a?o 2000. Patisht¨¢n era un profesor biling¨¹e afiliado al sindicato de ense?anza. En su municipio, El Bosque, se le consideraba un hombre con carisma, preocupado por la comunidad ind¨ªgena tzotzil. Fue uno de los que encabezaron las protestas contra el entonces el alcalde, al que acusaban de nepotismo y abuso. Desde la ciudad de San Crist¨®bal de las Casas vieron el asunto con preocupaci¨®n y mandaron a una cuadrilla de la polic¨ªa federal para evitar una sublevaci¨®n.
La comitiva policial, en una de sus incursiones por esta zona selv¨¢tica, fue acorralada por un comando fuertemente armado que acribill¨® a los agentes. En el ataque murieron siete personas y sobrevivieron dos, el hijo del alcalde y un polic¨ªa. Ambos declararon haber visto al profesor sosteniendo un AK-47, pero m¨¢s tarde describieron que los asesinos llevaban pasamonta?as. As¨ª sigui¨® una declaraci¨®n tras otra hasta volver incomprensible la acusaci¨®n. Los testigos a favor de Patisht¨¢n, que lo sit¨²an lejos del lugar de los hechos, nunca fueron tomados en cuenta por el tribunal. La incompetencia de quienes al principio llevaron su defensa hizo el resto.
Su triunfo, tard¨ªo pero triunfo al fin y cabo, no se entiende sin la mediaci¨®n de un hombre menudo con gafas de pasta y ¨¢nimo resuelto. Se trata del abogado especialista en derechos humanos Leonel Rivero. Tom¨® el caso de Patisht¨¢n en 2012 y lo llev¨® hasta la Suprema Corte de Justicia, donde fueron tumbadas todas las alegaciones pese al apoyo de algunos destacados magistrados. Agotada la v¨ªa judicial, Rivero opt¨® por la pol¨ªtica.
En enero se reuni¨® con el secretario de Gobernaci¨®n, Miguel ?ngel Osorio Chong. Su intenci¨®n era tantear la opini¨®n de la nueva administraci¨®n del PRI que hab¨ªa tomado posesi¨®n en diciembre de 2012. ?Le interesar¨ªa el caso al presidente? Antes del encuentro, Jaime Mart¨ªnez Veloz, la persona designada por Pe?a Nieto para estrechar el di¨¢logo con los pueblos ind¨ªgenas y participante en el di¨¢logo de paz con los zapatistas en los a?os noventa, hab¨ªa preparado el terreno. Su mediaci¨®n en el asunto ser¨ªa a la postre de gran importancia. "La voluntad del presidente es solucionar el asunto de Patisht¨¢n", dijo Osorio Chong seg¨²n los presentes. Pudo haber un utilizado un lenguaje m¨¢s burocr¨¢tico, desarrollado por los pri¨ªstas tras d¨¦cadas de ostentar el poder, pero la idea era la misma: hab¨ªa que solucionar el problema.
En esas fechas Patisht¨¢n se hab¨ªa convertido en un s¨ªmbolo a nivel mundial de la opresi¨®n contra los ind¨ªgenas. Organizaciones de todo el mundo hab¨ªan empapelado las calles con su nombre. Convenci¨® a las asociaciones m¨¢s comprometidas pero tambi¨¦n a las m¨¢s alternativas. En las casas okupas del centro de Madrid se celebraban conciertos en los que se rend¨ªa homenaje a Carlos Palomino, un joven de izquierdas asesinado por otro de derechas en las profundidades del metro de la capital de Espa?a, y a Patisht¨¢n, cuya historia hab¨ªan escuchado a trav¨¦s de terceros. Se trataba de un ind¨ªgena oprimido por el Estado en Chiapas, la tierra zapatista. La pelea de ese maestro se libraba en un contexto ideal para el imaginario europeo m¨¢s izquierdista.
Tras meses de trabajo pol¨ªtico se lleg¨® a la conclusi¨®n de que el mejor camino era reformar el C¨®digo Penal Federal para que el presidente pudiera otorgar indultos a personas sentenciadas durante un juicio irregular. Supone abrir un nuevo cauce que hasta ahora no exist¨ªa. El Senado aprob¨® el 23 de octubre la reforma y el Gobierno quiso publicar lo antes posible el indulto. No hab¨ªa tiempo que perder. Patisth¨¢n se encuentra en mitad de un tratamiento por un tumor cerebral que desarroll¨® durante sus a?os en la c¨¢rcel.
El hijo de Patisht¨¢n es moreno y tiene el pelo corto. Se llama H¨¦ctor. Cuando su padre fue detenido apenas era un ni?o. Aunque cuando habla utiliza muletillas propias de la lucha social alternativa, el ambiente en el que ha crecido, hay palabras muy claras que le salen directamente del coraz¨®n: "?Que si me importa que mi padre reciba un indulto en vez de ser declarado inocente? Hab¨ªa que derribar el muro de la c¨¢rcel, de esta forma o con una excavadora". Tambi¨¦n estas: "Mi padre vivir¨¢ en el DF o en Chiapas, dependiendo de donde tenga que recibir el tratamiento. Pero no importa, hay injusticias de sobra que combatir en todos lados". Los olvidados ya tienen quien les seque las l¨¢grimas. Patisht¨¢n los ilumine.
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