Los rebeldes del M23 anuncian el fin de su lucha armada en el Congo
El Gobierno hab¨ªa proclamado su victoria militar poco antes del comunicado de la guerrilla El M23 era uno de los mayores protagonistas de la violencia que azota la regi¨®n
El anuncio del abandono de la lucha armada por la guerrilla congole?a Movimiento 23 de Marzo (M23) caus¨® una satisfacci¨®n contenida y no exenta de prudencia en la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo (RDC), desangrada por m¨¢s de 15 a?os de guerra. El l¨ªder del M23, Bertrand Bisimwa, dio por concluida "la rebeli¨®n" y anunci¨® su voluntad de volver a la mesa de negociaciones con el Gobierno de Kinshasa, rotas hace dos semanas y seguidas por la victoria del Ej¨¦rcito regular en Kivu del Norte, la conflictiva regi¨®n en que se hab¨ªa hecho fuerte la guerrilla. En un comunicado, Bisimwa asegur¨® que a partir de ahora se compromete a "perseguir por medios puramente pol¨ªticos la b¨²squeda de soluciones a las profundas causas que provocaron su creaci¨®n", en abril del a?o pasado.
Sin embargo, el Gobierno congole?o se ha mostrado prudente hasta que pueda certificarse el desarme del M23. Adem¨¢s, en el pa¨ªs hay una veintena de grup¨²sculos rebeldes en activo, si bien el liderado por Bisimwa es el m¨¢s importante, como demostr¨® en noviembre de 2012 con la toma de la ciudad de Goma, en Kivu Norte.
M¨¢s optimista se mostr¨® el enviado especial de Estados Unidos para la RCD y la regi¨®n de los Grandes Lagos, Russ Feingold. Desde Pretoria, donde el lunes asisti¨® a la cumbre regional sobre este conflicto, reconoci¨® que se trata de un "anuncio crucial e interesante que va en la direcci¨®n correcta" para terminar con uno de los conflictos "m¨¢s complejos del mundo". Un conflicto casi ininterrumpido desde 1996, con consecuencias dram¨¢ticas: m¨¢s de cuatro millones de v¨ªctimas mortales y centenares de miles de desplazados, la mayor¨ªa a Uganda.
Hasta llegar al alto el fuego unilateral del M23 ha sido preciso recorrer un largo y tortuoso camino. En las ¨²ltimas semanas, los milicianos, presionados por el Ej¨¦rcito congole?o y la misi¨®n de la ONU ¡ªcuyo apoyo ha sido clave¡ª, se vieron acorralados en la regi¨®n de Kivu Norte, zona monta?osa junto a las fronteras de Uganda y Ruanda. Feingold se?al¨® tambi¨¦n como factor en el debilitamiento del M23 la pol¨ªtica de amnist¨ªa hacia los guerrilleros y su reinserci¨®n como soldados en el Ej¨¦rcito regular.
En la cumbre celebrada el lunes en Pretoria participaron la mayor¨ªa de jefes de Estado de la regi¨®n, pero destac¨® la ausencia del ruand¨¦s Paul Kagame, actor clave en el conflicto. La delegaci¨®n de ese pa¨ªs estuvo presidida por el ministro de Exteriores, que firm¨® con el resto de l¨ªderes una resoluci¨®n para hallar un "marco para la paz y la seguridad en la RDC".
La mirada de la comunidad internacional se centra pues en conocer qu¨¦ har¨¢ la vecina Ruanda, que a¨²n no se ha pronunciado sobre el comunicado del M23. El origen de la guerra congole?a se remonta a 1996, dos a?os despu¨¦s del fin del genocidio ruand¨¦s, en el que los hutus asesinaron a 800.000 tutsis. Entonces, la RDC era a¨²n Zaire, dirigido con mano de hierro por Mobutu Sese Seko y que acog¨ªa en su territorio a los genocidas y desplazados hutus que tem¨ªan represalias de los nuevos administradores tutsis.
En 1996 Ruanda ataca Zaire y ayuda a los rebeldes a deponer a Mobutu y encumbrar a su l¨ªder, Laurent Kabila, a la presidencia. As¨ª, el presidente Kagame tuvo el pretexto perfecto para ocupar por la fuerza las ¨¢reas donde se asentaron los hutus y controlar de esta manera los recursos naturales.
Es la historia del continente. En la guerra del Congo, que entre 1998 y 2003 vivi¨® una segunda parte mucho m¨¢s cruenta y a escala regional, est¨¢ en juego el control de las minas de cobre, oro, colt¨¢n y diamantes e incluso el petr¨®leo que se esconde en el subsuelo de la regi¨®n de los Grandes Lagos. La inestabilidad pol¨ªtica en el pa¨ªs ha permitido a sus vecinos apoderarse de los minerales a precios mucho m¨¢s baratos y sin controles estrictos a la hora de extraerlos y exportarlos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.