Los mexicanos que nunca se jubilan
Miles de trabajadores que pagaron impuestos toda la vida se ven obligados en la vejez a pasar a la informalidad por las exiguas pensiones
El se?or Ricardo Garfias es el "empacador voluntario" favorito de un supermercado de la colonia Roma, un barrio de clase media-alta de la Ciudad de M¨¦xico. "Quiero que me empaque el se?or Ricardo", dicen algunas mujeres cuando van a hacer la compra. Los empacadores son quienes meten los art¨ªculos en bolsas de pl¨¢stico, que en M¨¦xico tambi¨¦n se les llama cerillos. El nombre oficial dice voluntarios porque la empresa no les paga ni un peso por el trabajo. Los empacadores viven de la voluntad del cliente y suelen ser o muy j¨®venes, adolescentes principalmente, o muy mayores, como Garfias, que tiene 68 a?os.
La historia de Ricardo ha sido como subir una monta?a y volver a bajarla. Su padre muri¨® cuando era muy ni?o y enseguida se puso a trabajar vendiendo peri¨®dicos, chicles y lustrando zapatos en la calle. Encontr¨® su verdadera vocaci¨®n a los 15, cuando entr¨® por primera vez a una empresa textil. Era 1960. Los siguientes 48 a?os Ricardo los pas¨® de f¨¢brica en f¨¢brica, cada vez le pagaban m¨¢s y lleg¨® a ser nombrado t¨¦cnico textil. "Fui bueno, muy bueno", dice.
Con una empresa italiana hasta viaj¨® a Florencia para recibir formaci¨®n y recorri¨® EE UU para participar en ferias internacionales. La vida le fue bien, cuenta que en los 90 ten¨ªa un salario base de m¨¢s de 5.000 pesos al mes (384 d¨®lares) m¨¢s vi¨¢ticos y alg¨²n otro extra por trabajar los fines de semana. "Me alcanzaba para mucho". Entonces se compr¨® una casa y sus hijos fueron a la universidad... "Hasta que los chinos acabaron con todo" y la gente dej¨® de pagar por las medias de nylon de fabricaci¨®n nacional.
Se qued¨® en la calle. A los 63, con el tiempo cotizado, pidi¨® la pensi¨®n al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y le concedieron 3.800 pesos al mes (292 d¨®lares) con los que deb¨ªan arreglarse ¨¦l, su mujer y el hijo peque?o, que entonces a¨²n estudiaba Ingenier¨ªa de sistemas (ahora ya trabaja). Ricardo solo encontr¨® c¨®mo aumentar la suma en el supermercado, al que acude de lunes a domingo (despu¨¦s de un viaje en cami¨®n de una hora y media de ida y de vuelta) y donde est¨¢ ocho horas de pie, empacando. Al menos la voluntad de los clientes da para mucho m¨¢s de lo que le supondr¨ªa un salario y dice que gana al d¨ªa unos 400 pesos (31 d¨®lares).
Como ¨¦l, miles de mexicanos que pagaron impuestos toda su vida se ven en la necesidad de entrar en la vejez en el sector laboral informal (que no cotiza ni paga impuestos), con trabajos para los que est¨¢n sobrecualificados intelectualmente pero infracualificados f¨ªsicamente, aunque digan que todav¨ªa se sientan "fuertes".
Garfias forma parte del 52,6% de "afortunados" mexicanos mayores de 65 a?os que recibe una pensi¨®n, seg¨²n datos del Banco Interamericano de Desarrollo. El Gobierno de Enrique Pe?a Nieto ha lanzado una iniciativa para aprobar la pensi¨®n universal, que alcanzar¨¢ al resto de la poblaci¨®n mayor que no recibe ni una ayuda. La cuant¨ªa que se maneja es de entre 580 pesos al mes (45 d¨®lares) y 1.092 pesos (85 d¨®lares). "Para empezar no est¨¢ mal y a¨²n siendo tan peque?a a una enorme cantidad de gente le va a hacer una gran diferencia, pero que eso les permita vivir dignamente por supuesto que no. Est¨¢ como para decir que nadie se muera de hambre, pero no es suficiente", dice Enrique C¨¢rdenas, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
En M¨¦xico la pobreza afecta al 43% de la poblaci¨®n mayor de 60 a?os, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Geograf¨ªa (INEGI). La pensi¨®n universal que pretende otorgar el Gobierno excluir¨¢ directamente a todos aquellos que ya reciben una pensi¨®n del IMSS, aunque no alcance para vivir, como le pasa a Garfias o a Agust¨ªn Ch¨¢vez P¨¦rez.
El Gobierno de Enrique Pe?a Nieto ha lanzado una iniciativa de pensi¨®n universal para llegar al 47% de los mayores que no reciben ayudas?
A pocos metros del supermercado, Don Agust¨ªn, como le llaman algunos vecinos, regenta una porter¨ªa como polic¨ªa de seguridad. Tiene 66 a?os y la pensi¨®n que recibe cada mes es de 2.500 pesos (192 d¨®lares). Trabaj¨® durante 22 a?os en una empresa en la que empez¨® como mensajero y acab¨® como administrativo. "Mi jefe me apreciaba mucho, era ingeniero qu¨ªmico, falleci¨® joven", explica. Durante aquellos a?os "viv¨ªamos bien", incluso se pudo comprar una casa en el Estado de M¨¦xico, fuera de los l¨ªmites de la capital. Hoy son cuatro en casa: ¨¦l, su segunda mujer (que limpia casas "a veces") y sus dos hijos menores, de 17 y 19, que a¨²n est¨¢n estudiando.
El trabajo en la porter¨ªa es duro. Hace turnos con otro compa?ero de 24 horas seguidas, todos los d¨ªas del a?o y solo puede dormir "sentadito en la silla". Le pagan 1.800 pesos al mes (138 d¨®lares). "Todav¨ªa me siento fuerte para seguir trabajando, yo trato de aguantarme hasta que mi cuerpo aguante o hasta que la administraci¨®n me diga que ya estoy demasiado grande para el trabajo", cuenta. "Y si me dicen eso, ?yo qu¨¦ hago?".
El avance hacia la pensi¨®n universal es un paso de gigante para un pa¨ªs con casi un 60% de la poblaci¨®n empleada en el sector informal (sin pagar impuestos). Esa gente, que en muchos casos dedica su vida a alimentar a los trabajadores desde un puesto de tacos en la calle, recibir¨¢ a partir de ahora al menos una cantidad m¨ªnima. Pero el problema de las pensiones en M¨¦xico es mucho m¨¢s profundo. "La pensi¨®n universal es indispensable, pero tal y como est¨¢ dise?ada compite con las pensiones garantizadas (como la de Agust¨ªn o Ricardo). A muchos trabajadores que s¨ª contribuyen les va a tocar lo que llaman la pensi¨®n garantizada [igual al salario m¨ªnimo: 1.942 pesos en el DF], que es poco m¨¢s que la pensi¨®n universal. No es justo el tratamiento. Hay que reestructurar todo el sistema de pensiones", explica C¨¢rdenas.
Ajena al debate pol¨ªtico, la vida sigue en la porter¨ªa o en el supermercado. "Me paro [levanto] a las 4.20. Me ba?o. Me pongo ropa limpia. Bajo a lo que es la cocina. Me preparo un caf¨¦ con un pan. El siguiente paso es arreglarme el peinado y lavarme la boca. Camino 10 minutos para llegar al transporte. A las 5.20 pasa el cami¨®n y llego a metro Chapultepec a las seis de la ma?ana. De ah¨ª al troleb¨²s. El supermercado abre a las siete. Como de los guisados que preparan en la tienda, pero nada con c¨®digo de barras. Salgo a las cuatro de la tarde. Llego a casa y platico un rato. Mi mujer me pregunta si me he lavado las manos y me sirve la cena". Despu¨¦s vuelve a empezar otro d¨ªa.
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