Colombia alcanza con las FARC un acuerdo de participaci¨®n pol¨ªtica
Se trata de un paso decisivo en las conversaciones de paz de La Habana
Los negociadores del Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC han dado un gran paso al llegar a un acuerdo en el espinoso punto de la participaci¨®n en pol¨ªtica del grupo subversivo una vez deje las armas. Lo importante de este acuerdo, que es el segundo punto de una agenda de seis, es que las partes ponen sobre la mesa un eventual escenario de postconflicto, en el que el Estado colombiano garantizar¨¢ que la guerrilla y la oposici¨®n puedan ejercer libremente la pol¨ªtica. Un avance trascendental para un pa¨ªs que lleva 50 a?os de conflicto armado interno.
Despu¨¦s de acelerar el ritmo, que incluy¨® ampliar el actual ciclo de negociaci¨®n, presionados por mostrar resultados y con una oposici¨®n respir¨¢ndole en la nuca al Gobierno, ayer se present¨® en La Habana un comunicado conjunto en el que revelaron algunos de los acuerdos convenidos. La participaci¨®n se centra en las garant¨ªas pol¨ªticas que tendr¨¢ la oposici¨®n y en especial el movimiento pol¨ªtico que nazca tras la firma del fin del conflicto, as¨ª como el acceso a los medios de comunicaci¨®n.
Estos anuncios ayudar¨¢n a mejorar el optimismo de los colombianos sobre un proceso que ha venido perdiendo apoyo y se ha convertido en el principal tema de campa?a de la oposici¨®n, con el expresidente ?lvaro Uribe a la cabeza. Sin embargo, falta mucho por recorrer y definir c¨®mo se har¨¢n realidad estos acuerdos, que se est¨¢n concretando en momentos previos a las elecciones presidenciales de 2014, y cuando se espera que Santos anuncie si se lanza o no a la reelecci¨®n.
Las partes fueron cautas al recordar una de las m¨¢ximas del proceso de negociaci¨®n: ¡°Nada est¨¢ acordado hasta que todo est¨¦ acordado¡±.
Ambas partes son cautas y repiten un lema: "Nada est¨¢ acordado hasta que todo est¨¦ acordado"
El jefe negociador del Gobierno colombiano, Humberto de la Calle, explic¨® que con este avance se logra ¡°convenir un mecanismo leg¨ªtimo con participaci¨®n de las organizaciones pol¨ªticas nacionales, para que en ese espacio se le d¨¦ vida al estatuto para la oposici¨®n¡±, un tema pendiente desde hace a?os. Para hacerlo realidad se convocar¨¢ a portavoces de partidos y movimientos pol¨ªticos para integrar una comisi¨®n que a su vez facilite la participaci¨®n de movimientos sociales y acad¨¦micos.
Despu¨¦s de las primeras elecciones en un escenario de paz se crear¨¢ una misi¨®n de expertos que revisar¨¢ el r¨¦gimen electoral. Tras la firma del acuerdo final se formar¨¢n circunscripciones (regiones) electorales transitorias en ¡°zonas especialmente afectadas por el conflicto y el abandono¡± de las que se elegir¨¢n esca?os para la C¨¢mara baja y que contar¨ªan con un acompa?amiento para garantizar la libertad de los electores. Acordaron adem¨¢s el fortalecimiento en la transparencia de procesos electorales en zonas que tradicionalmente son vulnerables al fraude, as¨ª como un sistema integral de seguridad para ejercer la pol¨ªtica.
Lo que queda claro tras la aprobaci¨®n de este punto en la agenda de negociaci¨®n es que, si se llegara a firmar un acuerdo de paz, el primer escenario pol¨ªtico al que aspira la guerrilla es a sentarse en la C¨¢mara de Representantes.
Este punto tambi¨¦n toma especial relevancia porque busca ofrecer seguridad a los desmovilizados que se integren en pol¨ªtica. En los a?os ochenta, tras los acuerdos de paz ente las FARC y el entonces presidente, Belisario Betancur, surgi¨® el movimiento pol¨ªtico Uni¨®n Patri¨®tica. El partido fue sometido a un exterminio con el asesinato de m¨¢s de 3.000 de sus militantes.
Las FARC han pedido garant¨ªas de que no se repita algo como la aniquilaci¨®n del partido Uni¨®n Patri¨®tica
¡°Lo que hemos convenido, en su desarrollo, profundiza y robustece nuestra democracia¡ promueve el pluralismo y la inclusi¨®n pol¨ªtica, la participaci¨®n y la transparencia en los procesos electorales¡±, dice el comunicado. Seg¨²n los negociadores, con la participaci¨®n ciudadana se busca ¡°empoderar a los ciudadanos¡±. ¡°El acuerdo recoge un conjunto de garant¨ªas para canalizar las demandas ciudadanas que incluyen la movilizaci¨®n, la protesta y la convivencia pac¨ªfica en un contexto de democracia ampliada¡±.
Llama la atenci¨®n que las partes ya est¨¦n discutiendo sobre c¨®mo ser¨¢ el postconflicto, en especial en zonas afectadas por la confrontaci¨®n. Para eso acordaron crear consejos territoriales que promuevan la reconciliaci¨®n y la convivencia de los desmovilizados o de los partidarios de las FARC. ¡°Promover una cultura de reconciliaci¨®n, convivencia, tolerancia y no estigmatizaci¨®n, lo que implica un lenguaje y comportamiento de respeto por las ideas, tanto de los opositores pol¨ªticos como de las organizaciones sociales y de derechos humanos¡±, se?alaron en el comunicado.
Esos consejos territoriales acompa?ar¨ªan a las autoridades locales en la implementaci¨®n del acuerdo para el fin del conflicto. Adem¨¢s, contemplan que se establezca un plan de apoyo para promover observatorios de transparencia. ¡°Estamos buscando la reconciliaci¨®n. Que la pol¨ªtica est¨¦ libre de la intimidaci¨®n y la violencia. Nunca m¨¢s pol¨ªtica y armas juntas. Pero tambi¨¦n queremos la ampliaci¨®n de nuestra democracia para alcanzar la paz estable y duradera¡±, dijo De La Calle.
Un calendario de negociaci¨®n plagado de dif¨ªciles desaf¨ªos
El acuerdo sobre las condiciones de participaci¨®n en pol¨ªtica de los guerrilleros de las FARC una vez desmovilizados es el segundo punto de una agenda de seis que componen la hoja de ruta de la negociaci¨®n con el Gobierno de Colombia. Las conversaciones han tardado un a?o en llegar hasta aqu¨ª, con presiones para acelerarlas lo m¨¢s posible por parte de un Gobierno que prometi¨® una negociaci¨®n r¨¢pida y que se ve cada vez m¨¢s cerca de las elecciones de 2014. Lo que viene ahora en la agenda de negociaci¨®n no es nada f¨¢cil: un acuerdo para frenar el narcotr¨¢fico; el reconocimiento y reparaci¨®n de las v¨ªctimas; y la forma en que se articular¨¢ la desmovilizaci¨®n de la guerrilla para dejar las armas y reintegrarse a la vida civil.
Colombia y Per¨² son los mayores productores de drogas del mundo y las FARC han sido acusadas reiteradamente de estar involucradas en este negocio ilegal para financiar su guerra. En este punto de la agenda ¡ªcuya discusi¨®n se iniciar¨¢ el pr¨®ximo 18 de noviembre¡ª los negociadores deben hablar sobre c¨®mo implementar programas de sustituci¨®n de cultivos y recuperaci¨®n ambiental de zonas afectadas, as¨ª como planes de prevenci¨®n del consumo y salud p¨²blica, seg¨²n el documento Acuerdo General para la Terminaci¨®n del Conflicto, que sirve de hoja de ruta.
Quedar¨ªa pendiente entonces c¨®mo resarcir a las v¨ªctimas de la violencia y un relato de la verdad sobre los cr¨ªmenes que se han cometido en 50 a?os de conflicto armado, tanto por parte del Estado colombiano como por la guerrilla. A finales de julio, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, reconoci¨® su parte ante el Tribunal Constitucional: ¡°En algunos casos por omisi¨®n, en otros casos por acci¨®n directa de algunos agentes del Estado¡±, dijo. Las FARC, por su lado, han venido haci¨¦ndolo poco a poco, moderando su posici¨®n inicial de no reconocer sus cr¨ªmenes.
El otro punto de la agenda de negociaci¨®n, y quiz¨¢s el que m¨¢s pol¨¦mica ha provocado en Colombia, es c¨®mo la guerrilla se desmovilizar¨¢ y dejar¨¢ las armas para hacer el tr¨¢nsito a la pol¨ªtica. Las FARC han dicho que no est¨¢n dispuestas a pagar un d¨ªa de c¨¢rcel por sus cr¨ªmenes, mientras que la oposici¨®n colombiana, encabezada por el expresidente ?lvaro Uribe, ha insistido en que la ¨²nica forma en la que aceptar¨ªan una paz ser¨ªa viendo a los jefes de esa agrupaci¨®n subversiva en la c¨¢rcel. Seg¨²n cifras del Ministerio de Defensa de Colombia, en caso de una desmovilizaci¨®n, ser¨ªan cerca de 8.000 hombres en armas, m¨¢s otros tantos civiles que forman parte de las llamadas milicias urbanas de esa agrupaci¨®n.
El punto final de discusi¨®n es el mecanismo con el que se refrendar¨¢n los eventuales acuerdos que se firmen en Cuba. Por una parte, el Congreso de Colombia ya aprob¨® una modificaci¨®n de la actual legislaci¨®n que permitir¨ªa realizar un refer¨¦ndum sobre un eventual acuerdo el mismo d¨ªa de las elecciones, lo que garantizar¨ªa una mayor participaci¨®n. Sin embargo, la guerrilla ha insistido en que para ellos el mejor mecanismo es la convocatoria de una asamblea nacional constituyente. Esta posibilidad ha sido rotundamente rechazada por el Gobierno.
El principal temor que se cierne sobre la negociaci¨®n es que el pr¨®ximo a?o hay en Colombia las elecciones presidenciales y parlamentarias, y ya varios candidatos, entre ellos el expresidente ?lvaro Uribe, en campa?a al Senado, y su protegido para la presidencia, ?scar Iv¨¢n Zuluaga, han pedido p¨²blicamente que se termine el proceso de paz de La Habana.
El pr¨®ximo 18 de noviembre se cumple un a?o del inicio de las negociaciones, fecha que coincide con la decisi¨®n de Santos de lanzarse a un segundo per¨ªodo, y en el que la paz ser¨¢ un tema crucial de la campa?a electoral.
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