Medio llena, medio vac¨ªa
La iron¨ªa del proceso de paz colombiano que se desarrolla en Cuba es que las reformas se podr¨ªan haber hecho hace d¨¦cadas
Colombia acaba de dar un paso de gigante hacia la firma de la paz. ?O no? Parece este un caso cl¨¢sico de botella medio llena o medio vac¨ªa, versi¨®n a elegir seg¨²n preferencias.
La semana pasada las FARC y el Gobierno colombiano se pusieron de acuerdo sobre el segundo punto de las conversaciones de paz en La Habana como era la incorporaci¨®n a la vida pol¨ªtica en plena legalidad de los insurrectos. Los negociadores de Bogot¨¢ y el presidente Santos, as¨ª como la guerrilla, ven a la fuerza la botella medio llena, mientras que el tercero en discordia, el expresidente Uribe, que considera el trato de La Habana alta traici¨®n, probablemente teme que est¨¦ tambi¨¦n medio llena, pero cree que est¨¢ medio vac¨ªa; que es un enga?o a la vez de las FARC, que no quieren realmente la paz, y del Gobierno, que enga?a a todos los colombianos para que Juan Manuel Santos sea reelegido en junio de 2014.
Tanto el Estado como la insurrecci¨®n precisaban una buena noticia que levantara la moral de una ciudadan¨ªa, en la que crec¨ªa la amenaza del uribismo ante las legislativas de mayo pr¨®ximo: el Gobierno, porque se lo juega todo en la negociaci¨®n para acabar con una guerra que dura ya m¨¢s de medio siglo; y los guerrilleros porque un Congreso repleto de uribistas, y aun peor, un presidente clon de Uribe ¡ªque por ley no puede ser candidato¡ª y entregado vocacionalmente a la guerra, ser¨ªa para ellos el peor futuro imaginable.
Y la soluci¨®n ¡ªtemporal¡ª era ponerse de acuerdo en los t¨¦rminos m¨¢s abstractos posibles, que un pueblo de gram¨¢ticos como el colombiano, que maneja el lenguaje con virtuosismo pr¨®ximo a la ofuscaci¨®n, diera con un planteamiento, como escribe Semana, "ante el que es casi imposible estar en desacuerdo". Hab¨ªa que redactar un plan de puesta en pr¨¢ctica tan ulterior, que hoy nadie sepa c¨®mo hacerlo. Las FARC ped¨ªan ocho esca?os en las c¨¢maras y una gran mayor¨ªa de la opini¨®n colombiana exig¨ªa que al menos los responsables de delitos atroces fueran a la c¨¢rcel. Y el acuerdo habla de "curules" ¡ªesca?os en colombiano contempor¨¢neo¡ª en zonas especialmente devastadas por la guerrilla, pero insistiendo en que habr¨¢ que pelear en las urnas con otros candidatos que compitan; se extiende sobre una ventilaci¨®n del sistema que consiste en dar facilidades para que los movimientos sociales se conviertan en partidos, como ped¨ªa la guerrilla, y nazcan nuevas formaciones pol¨ªticas, para todo lo que se rebajar¨ªa el umbral de votos ¡ª3%¡ª para acceder a las c¨¢maras. Pero sin especificar con qu¨¦ ley electoral; y todo ello, finalmente, estar¨ªa coronado por un estatuto de la oposici¨®n que deber¨ªa dar plenas garant¨ªas de seguridad ¡ªnadie sabe c¨®mo¡ª sobre la vida y la pr¨¢ctica de la disidencia.
Parece sumamente probable que las conversaciones a¨²n duren cuando haya que votar en las legislativas del 25 de mayo, y que, por ello, guerra y paz protagonicen el debate electoral. Y en esa tesitura, el com¨²n inter¨¦s de Gobierno y guerrilla hace pensar que de La Habana pudieran llegar noticias alentadoras sobre el curso de la negociaci¨®n. A fin de mayo se acord¨® ya una reforma agraria, que transformar¨ªa la tenencia de la tierra, dando ocupaci¨®n y labranza a millones de despojados, desplazados y brazos ociosos; pero, tras el anuncio del pasado 6 de noviembre sobre participaci¨®n pol¨ªtica, a¨²n quedan cuatro puntos por dilucidar: 1) erradicaci¨®n del narcotr¨¢fico, del que las FARC son protectoras de cultivos y perceptoras del peaje de la coca; 2) terminaci¨®n de las hostilidades; 3) reparaci¨®n a las v¨ªctimas, lo que exigir¨ªa paralelamente que la administraci¨®n de justicia fuera igual para todos; y 4) ratificaci¨®n en refer¨¦ndum de estos acuerdos. Como remate, un corolario sine qua non: nada estar¨¢ firmado hasta que todo est¨¦ firmado.
Pero la iron¨ªa de todo el proceso es que esas reformas deber¨ªan haberse acometido hace d¨¦cadas por el bien de la democracia, sin necesidad de que mediara insurrecci¨®n alguna. Y ¨²nicamente esa nueva Colombia imaginada podr¨ªa hacer realidad tan espl¨¦ndidos proyectos. Si ese pa¨ªs existiera, las FARC nunca habr¨ªan encontrado base material para la guerra, y nada menos que su refundaci¨®n es lo que se espera del establecimiento de la paz.
As¨ª es como la botella no est¨¢ medio llena o medio vac¨ªa, sino, a la vez, medio llena y medio vac¨ªa; llena, porque las partes quieren sinceramente acabar con el conflicto; y medio vac¨ªa, porque es todo un misterio la manera de lograrlo.
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