La desesperaci¨®n se extiende entre los afectados por Haiyan en Filipinas
Cinco d¨ªas despu¨¦s algunos afectados de Leyte siguen faltos de lo b¨¢sico Ocho personas mueren en el asalto a un almac¨¦n de arroz antes del reparto de comida
Muchos recordatorios quedan a¨²n en el arc¨¦n de la carretera que recorre la costa este de la isla de Ceb¨² de la tormenta m¨¢s potente que ha sacudido jam¨¢s tierra firme. Junto a los previsibles troncos y ramas, a la altura de Borb¨®n ¡ªEspa?a dej¨® en la antigua colonia buena parte de los nombres de uso com¨²n¡ª grupos de ni?os suplican a los viajeros con carteles improvisados: ¡°Ayuda, necesitamos agua y comida¡±, dicen en ingl¨¦s. La escena se repite en otras aldeas del castigado norte de Ceb¨².
Cinco d¨ªas despu¨¦s algunos afectados de la vecina isla de Leyte ¨Cdonde Haiyan despleg¨® el grueso de su poder¨ªo-- est¨¢n a¨²n m¨¢s faltos de lo b¨¢sico, m¨¢s desesperados por conseguir comida y agua. Y mucho m¨¢s furiosos. Ocho personas han muerto en un tumulto ante un centro de reparto en Alangalang y los saqueos se elevaron un grado con el robo de nada menos que 33.000 sacos de arroz de 50 kilos cada uno en un almac¨¦n. V¨ªctimas a sumar a las del tif¨®n, que el presidente Benigno Aquino redujo a 2.000 o 2.500 frente a las 10.000 inicialmente estimadas por las autoridades locales. La ONU y las ONG recalcan que cualquier n¨²mero por encima de los 2.275 fallecidos del recuento oficial es especulaci¨®n.
El supertif¨®n ha convertido el inmenso polideportivo de Bogo en refugio para medio centenar de familias
El supertif¨®n Yolanda ha convertido el inmenso polideportivo de Bogo en refugio para medio centenar de familias que tienen poco m¨¢s que lo puesto; el alcalde y su equipo coordinan el reparto de ayuda (m¨¢s bien escasa) desde all¨ª bajo el trozo de tejado que aguant¨® al embestida del viento. En los pasillos que rodean la pista donde se sol¨ªa jugar al baloncesto o a b¨¢dmington, los desplazados han colocado finas tablas para separar unas familias de las otras. Proliferan los ni?os y los ancianos. Es la hora de comer y poco m¨¢s que arroz blanco tienen para echarse a la boca. Los que han tenido que huir de sus hogares suman unas 670.000 personas seg¨²n la ONU.
Aqu¨ª se instalaron los dirigentes municipales junto a decenas de vecinos a esperar la tormenta, anunciada cinco d¨ªas antes por televisi¨®n y radio. Mabel Mayor, trabajadora social, describ¨ªa gr¨¢ficamente las sensaciones del tif¨®n m¨¢s potente de los que ha vivido: ¡°Es como una aspiradora. Sientes un viento que primero te empuja al suelo y luego te levanta. Dur¨® tres horas¡±. Una vez concluido lo peor, sali¨® con sus compa?eros a rescatar a m¨¢s gente, vecinos que no quisieron dejar sus casas de entrada y que despu¨¦s no tuvieron otro remedio.
El regidor, Ceferino Mart¨ªnez, tambi¨¦n estaba aqu¨ª. ¡°?Sabe d¨®nde me escond¨ª cuando lleg¨®? ?En el servicio de se?oras! Es el m¨¢s seguro porque tiene cuatro puertas. Nos apretamos ocho all¨ª dentro¡±, explica Mart¨ªnez mientras responde llamadas en las que le ofrecen suministros. Tres horas de vientos potent¨ªsimos da?aron el 90% de los hogares --chozas de bamb¨² y palmera o en el mejor de los casos viviendas de cemento con precarios tejados que volaron como hojas-- en esta ciudad de 85.000 vecinos a cien kil¨®metros al norte de la ciudad de Ceb¨². Como Bogo est¨¢ tierra adentro, se libraron de los estragos causados por el mar. Haiyan se cobr¨® las vidas de 11 vecinos adem¨¢s de dejar a los supervivientes sin luz ni agua.
El polideportivo convertido en centro de reparto est¨¢ llamativamente escaso de suministros. El alcalde explica que la mayor¨ªa donaciones son privadas y que ha repartido a sus funcionarios por los barrios para distribuirlas. De repente llega una pareja con un gran perol de arroz, o se recibe un cargamento de botellas de agua. Son aportaciones basadas en la generosidad de particulares o empresas, no en un esfuerzo de las autoridades regionales o gubernamentales. Se reparte lo que hay entre los que hay, explica la trabajadora social. El regidor responde una llamada en la que le anuncian una donaci¨®n de 29 sacos de ma¨ªz¡ªpide a ver si puede ser algo m¨¢s¡ªmientras recibe al c¨®nsul coreano, que viene con un equipo de ayuda de su pa¨ªs, y poco despu¨¦s a tres representantes de M¨¦dicos sin Fronteras.
Una veintena de polic¨ªas mata el tiempo en las gradas --con capacidad para uno de cada diez vecinos del municipio¡ªa la espera de que esta tarde tengan que escoltar otro reparto de comida. La trabajadora social. Est¨¢ preocupada porque los aqu¨ª refugiados no tienen hogar al que volver ni medios de subsistencia. Lo han perdido todo. ¡°Necesitamos tiendas o al menos una cubierta para esta gente porque ya llega la Navidad¡±. La devota Filipinas est¨¢ salpicada de iglesias e im¨¢genes de v¨ªrgenes y aunque es mediados de noviembre ya se ven decoraciones navide?as. Y hay otros 15.420 hogares ¨Cdice el n¨²mero de carrerilla¡ªque necesitan ayuda en el municipios. Tambi¨¦n le inquieta la llegada de una nueva tormenta, ¡°aunque el tif¨®n Zoraida se debilit¨® gracias a Dios, llegar¨¢ otro antes de que termine noviembre¡±.
El suministro del agua est¨¢ casi restablecido, pero la electricidad requiere paciencia. ¡°Los de la compa?¨ªa el¨¦ctrica me han prometido que tendremos luz en un mes o mes y medio. Estamos al 90% en el suministro de agua y me prometen que ma?ana ((por hoy) o pasado estaremos al 100%¡±, explica. Lo que se demorar¨¢ mucho m¨¢s es la recuperaci¨®n econ¨®mica. ¡°Ten¨ªamos que empezar a recoger la ca?a de az¨²car en diciembre pero no creo que podamos hacerlo hasta dentro de por lo menos tres meses¡±.
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