El Gobierno de Pakist¨¢n acusa de alta traici¨®n al expresidente Musharraf
El Supremo establece un jurado especial para juzgar al exmandatario
El Tribunal Supremo de?Pakist¨¢n ha aceptado este martes la petici¨®n del Gobierno para que establezca un tribunal especial para juzgar al expresidente y general Pervez Musharraf por alta traici¨®n, tal y como hab¨ªa pedido el domingo el Gobierno de Nawaz Sharif. La decisi¨®n supone un paso m¨¢s hacia la consagraci¨®n de la supremac¨ªa del poder civil sobre el militar, pero tambi¨¦n tiene tintes de vendetta pol¨ªtica y personal. De ah¨ª que los observadores alerten del riesgo de que el caso alimente la inestabilidad de un pa¨ªs ya en precario equilibrio pol¨ªtico, econ¨®mico e institucional.
El ministro del Interior, Chaudhry Nisar Ali Khan, explic¨® el domingo que el Gobierno acusa a Musharraf de haber ¡°subvertido la Constituci¨®n¡± a finales de 2007 cuando impuso el estado de emergencia y destituy¨® a buena parte de los miembros de la judicatura. La acusaci¨®n, que acarrea la pena de muerte, llega justo cuando el ex dictador esperaba autorizaci¨®n para viajar fuera del pa¨ªs, tras haber logrado la libertad bajo fianza en los otros casos que tiene abiertos. Nunca antes un antiguo presidente o jefe del Ej¨¦rcito se ha sentado en el banquillo.
Existen sin duda argumentos legales para dar ese paso. Alguien tan poco sospechosa de simpat¨ªas con la Liga Musulmana de Sharif como Sherry Rehman, la que fuera portavoz del ahora opositor Partido Popular, asegura en su Twitter que ¡°al menos 25 testigos han declarado contra Musharraf en la investigaci¨®n¡± por traici¨®n.
No obstante, un vistazo al pasado inmediato de los principales actores tambi¨¦n da motivos para el recelo. El golpe de Estado de Musharraf en 1999 desaloj¨® del poder a Sharif y le envi¨® al exilio durante diez a?os, un detalle que ha hecho al primer ministro especialmente receloso de los militares, que en otros tiempos fueron aliados de su partido. Adem¨¢s, el jefe del Tribunal Supremo Iftikhar Muhammad Chaudhry, que en su d¨ªa condon¨® el golpe, fue luego uno de los jueces destituidos durante el estado de emergencia. A ra¨ªz de aquello, Chaudhry encabez¨® un movimiento popular contra el general.
Sharif que lleg¨® al Gobierno en las elecciones legislativas del pasado mayo, afronta una oleada de cr¨ªticas tanto por su gesti¨®n econ¨®mica como de seguridad. Al terrorismo talib¨¢n, se ha sumado en las ¨²ltimas semanas un nuevo estallido de violencia contra los chi¨ªes, que el pasado fin de semana tuvo bajo el toque de queda a Rawalpindi, la ciudad sede del Estado Mayor del Ej¨¦rcito a apenas 20 kil¨®metros de Islamabad. Adem¨¢s, en la provincia de Khyber-Pakhtunkhwa afronta renovadas protestas por los ataques de drones estadounidenses.
En una declaraci¨®n remitida por email, la oficina del general asegura que se trata de un ¡°intento brutal de minar al Ej¨¦rcito de Pakist¨¢n¡±, con el objetivo de distraer la atenci¨®n del resto de los problemas del pa¨ªs.
A primera vista puede parecer que Sharif trata de meter en vereda a los militares, que han gobernado Pakist¨¢n durante buena parte de sus 66 a?os de independencia y supervisado sus gobiernos civiles. Sin embargo, tambi¨¦n existe la impresi¨®n de que los uniformados hace ya tiempo que se han desentendido de su antiguo jefe.
Musharraf, que gobern¨® de 1999 a 2008, se autoexilio al a?o siguiente ante las acusaciones presentadas contra ¨¦l por no haber facilitado la suficiente protecci¨®n a la ex primera ministra Benazir Bhutto antes de su asesinato en 2007 y por la muerte de un l¨ªder separatista de Baluchist¨¢n. Sin embargo, a pesar de los casos judiciales pendientes y de las amenazas de los talibanes, el militar decidi¨® regresar a finales del pasado marzo con el objetivo de concurrir a las elecciones. No tuvo opci¨®n. Dos d¨ªas despu¨¦s fue detenido y luego descalificado como candidato. Desde entonces libra una compleja batalla judicial en varios frentes. Justo hoy sus abogados esperaban que se le autorizara a viajar a Dub¨¢i para visitar a su madre enferma. fin
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