El avance social en Brasil no reduce la criminalidad
Crece la tasa de homicidios y estupros, pese a la mejora la econom¨ªa y al descenso del n¨²mero de parados
A?o tras a?o, como ocurre siempre que cualquier Estado brasile?o se enfrenta a una crisis de seguridad, las autoridades acostumbran a repetir el mantra de que la reducci¨®n de la violencia no depende solo de la polic¨ªa y de sus decisiones pol¨ªticas, sino tambi¨¦n de indicadores socioecon¨®micos. En los ¨²ltimos cinco a?os, sin embargo, los especialistas han empezado a rebatir esas justificaciones y a decir que ya no tienen sentido.
De 2007 hasta ahora, los principales indicadores que miden las desigualdades sociales y el crecimiento econ¨®mico han mejorado, pero eso no ha implicado una reducci¨®n en la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, que hoy es del 24,3. Solo a efectos de comparaci¨®n, en M¨¦xico la tasa es de 23,7, en Venezuela del 45,1, y en Honduras, que registra la mayor del mundo, del 91,6. En Estados Unidos, la proporci¨®n es de 5 por cada 100 mil personas, mientras que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos no llega al 3. Cuatro de los cinco Estados m¨¢s violentos en Brasil est¨¢n situados en el Nordeste, una de las regiones m¨¢s tur¨ªsticas del pa¨ªs. Alagoas con 64,47 asesinatos por 100 mil habitantes, y Cear¨¢, con 40,6 est¨¢n en el tope de ese r¨¢nking. En la secuencia, aparecen Par¨¢ (37,9), en el Norte del pa¨ªs, y los Estados del Nordeste, Para¨ªba (43,1) y Bahia (38,5). R¨ªo de Janeiro es el decimoquinto m¨¢s violento y S?o Paulo ocupa el puesto 25 de los 27 Estados brasile?os.
Mientras, en el plano econ¨®mico, el PIB per c¨¢pita brasile?o salt¨® de 14.183 reales en 2007 a 22.402 (9.589 d¨®lares) el a?o pasado. En ese per¨ªodo, el desempleo cay¨® del 9,3% al 5,5%, cerca del pleno empleo. Los ¨ªndices de homicidios y de violaciones, por su parte, no descendieron. Al contrario, en los ¨²ltimos dos a?os, el pa¨ªs registr¨® alzas continuadas en esos indicadores.
Con 47.136 asesinatos registrados en 2012, en Brasil se cometen cinco homicidios a la hora. Los?????? casos de violaciones llegaron a 50.617, una proporci¨®n de 26 por cada 100 mil habitantes. Ese ¨ªndice era de 22,1 hace dos a?os. ¡°Hube una serie de mejoras sociales, pero la seguridad contin¨²a sin avances. Lo que los gobiernos hacen es administrar penicilina a un enfermo que est¨¢ sufriendo con una superbacteria¡±, afirma el soci¨®logo Renato Sergio de Lima, de la ONG Foro Brasile?o de Seguridad P¨²blica.
Para otros dos estudiosos del asunto, esa superbacteria citada por Lima es la suma del tr¨¢fico de drogas y la falta de control del sistema carcelario.¡°El tr¨¢fico se consolid¨® y hay una nueva din¨¢mica de las muertes. Hay m¨¢s armas de fuego en circulaci¨®n y m¨¢s conflictos entre traficantes y de estos con los usuarios. Todo eso influye en la din¨¢mica de los cr¨ªmenes¡±, dice Luis Fl¨¢vio Sapori, coordinador del Centro de Investigaciones en Seguridad P¨²blica de la Universidad Cat¨®lica Pontif¨ªcia (PUC) de Minas Gerais.
El profesor Rodrigo Ghiringhelli de Azevedo, investigador del Instituto de Estudios Comparados en Administraci¨®n Institucional de Conflictos, sostiene que el sistema carcelario en Brasil estimula el crimen. ¡°Las prisiones se constituyen en lugares de reuni¨®n de grupos criminales que planean acciones de dentro de ellas y se preparan para practicar nuevos cr¨ªmenes cuando salgan. Mientras eso, la polic¨ªa hace un trabajo in¨²til, intentando prender a los peque?os traficantes en las calles¡±, afirma Azevedo.
Una investigaci¨®n del Ministerio P¨²blico de S?o Paulo descubri¨® en los ¨²ltimos meses que 175 criminales actuaban de manera orquestada, en contacto con presos, para llevar a cabo delitos como tr¨¢fico de armas y drogas, robos y homicidios. Aun as¨ª, el crimen organizado no es el ¨²nico responsable del aumento de los cr¨ªmenes.
Un factor que influir¨ªa en la reducci¨®n, dicen los especialistas, ser¨ªa el aumento de la inversi¨®n en seguridad. El a?o pasado, seis de las 27 unidades de la Federaci¨®n gastaron menos en seguridad p¨²blica que el a?o anterior. Los datos constan en una investigaci¨®n del Foro divulgada este mes. ¡°En el ¨¢rea de seguridad p¨²blica, se gasta poco. La polic¨ªa investiga de cualquier manera y las pol¨ªticas correctas no tienen continuidad¡±, dij¨® Azevedo.
Seg¨²n Sapori, eso ocurri¨® en los dos Estados m¨¢s populosos del pa¨ªs, S?o Paulo y Minas Gerais, ambos en el Sudeste. En el inicio de la d¨¦cada pasada, ambos consiguieron reducir sensiblemente sus tasas de asesinatos. En los ¨²ltimos dos a?os, sin embargo, aumentaron. Coincidencia o no, ambos hab¨ªan reducido sus gastos en el sector.
¡°Proyectos que estaban dando resultados correctos acaban sin contenido muchas veces por falta de profesionalidad. Eso sucedi¨®, por ejemplo, con el departamento minero de la polic¨ªa que investiga homicidios, que perdi¨® a profesionales y parte de su estructura¡±, dijo Sapori.
Esa pr¨¢ctica tiene unos efectos directos en los ¨ªndices de resoluci¨®n de los cr¨ªmenes. Los gobiernos estatales, principales responsables de la seguridad p¨²blica, no divulgan cu¨¢ntos cr¨ªmenes fueron resueltos por sus cuerpos polic¨ªales. Sin embargo, una investigaci¨®n reciente hecha en S?o Paulo, el Estado m¨¢s rico del pa¨ªs, constat¨® que el principal departamento que investiga los asesinatos, el DHPP, solucion¨® menos del 30% del total de los cr¨ªmenes registrados.
Con la desestructuraci¨®n de la polic¨ªa, cae tambi¨¦n la credibilidad de las instituciones. En la misma investigacion que constat¨® el aumento de la violencia, el Foro hizo una encuesta de opini¨®n sobre la confianza en las instituciones. Los datos muestran que el 70,1% de la poblaci¨®n no cree en la polic¨ªa.
Para cambiar ese cuadro, los especialistas sugieren al menos dos cambios: revisi¨®n de las leyes penales y mayor integraci¨®n entre la polic¨ªas civil y militar .
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