El mensaje confuso de Bruselas
Rusia tiene que entender que Ucrania es un pa¨ªs independiente y que no es leg¨ªtimo utilizar presiones propias de mentalidades coloniales. La UE debe entender la complejidad, incluso emocional, que para los rusos tiene Ucrania
La profunda crisis por la que est¨¢ pasando Ucrania en estos ¨²ltimos d¨ªas, que tambi¨¦n afecta a las relaciones entre la Uni¨®n Europea y la Federaci¨®n de Rusia, era previsible y puede tener consecuencias muy negativas para todas las partes implicadas.
Desde la Uni¨®n Europea, ¡ªOccidente para los rusos¡ª, se insiste en que estamos ante un problema que afecta exclusivamente a sus relaciones con un pa¨ªs soberano, Ucrania, siendo inaceptable cualquier otra injerencia, y en especial que la Federaci¨®n de Rusia haga saber su malestar por c¨®mo se est¨¢n enfocando estas relaciones. Esta visi¨®n no me parece excesivamente acertada y, en todo caso, es muy poco realista.
La Uni¨®n Europea no puede ignorar que su programa de impulsar acuerdos de cooperaci¨®n con pa¨ªses de Europa oriental, y en concreto con Armenia, Bielorrusia, Azerbaiy¨¢n, Georgia, Moldavia y Ucrania, aun siendo acertado, supone actuar en un ¨¢mbito de tradicional influencia de la Federaci¨®n de Rusia que, justa o injustamente, ha percibido esta iniciativa como un intento de reforzar un paulatino distanciamiento de estos pa¨ªses de sus privilegiadas relaciones y, al tiempo, acrecentar su aislamiento.
Rusia lo percibe como la puesta en practica de viejos m¨¦todos de la aparentemente ya desaparecida guerra fr¨ªa, y responde con m¨¦todos similares, que domina perfectamente, sin comprender que ese enfoque ya no debiera tener sentido.
Ha puesto en marcha una uni¨®n aduanera y pugna porque estos mismos pa¨ªses se integren en ella. As¨ª, la batalla de influencias esta servida, con su secuela de presiones y dictats, propios de una mentalidad de tiempos pasados, pero muy eficaces cuando se trata de relaciones econ¨®micas y dependencia energ¨¦tica de la Federaci¨®n de Rusia. De hecho, Armenia ya ha optado por esta ¨²ltima propuesta, Bielorrusia har¨¢ otro tanto y, por su parte, Azerbaiy¨¢n no est¨¢ dispuesta a enemistarse con Rusia y as¨ª lo ha hecho saber su presidente.
El mensaje de Bruselas de que esta iniciativa no tiene otro objeto que ir facilitando la futura integraci¨®n de estos pa¨ªses en la UE, pero sin garantizar los medios econ¨®micos que posibiliten una verdadera decisi¨®n independiente, es cuando menos confuso, pues alguno de ellos son reg¨ªmenes autoritarios y bien alejados de los valores democr¨¢ticos que la identifican (por ejemplo Bielorrusia); en otros como Ucrania, con 45 millones de habitantes, una extensi¨®n como Francia y un alto ¨ªndice de poblaci¨®n rus¨®fona, con una corrupci¨®n galopante y graves carencias democr¨¢ticas, se ha producido una profunda divisi¨®n entre sus ciudadanos, que a nadie interesa exacerbar.
Es el momento de que todas las partes retomen el camino del di¨¢logo y la b¨²squeda de los puntos de encuentro, sin ignorar las leg¨ªtimas aspiraciones de los ciudadanos. Pero si el di¨¢logo no es a tres bandas, no habr¨¢ soluci¨®n posible, eficaz y duradera.
La Federaci¨®n de Rusia tiene que entender que Ucrania es un pa¨ªs independiente y que no es leg¨ªtimo utilizar m¨¦todos de presi¨®n propios de mentalidades coloniales, y la Uni¨®n Europea debe entender la complejidad, incluso emocional, que para los rusos tiene el tema de Ucrania, y que no estamos ya para operaciones de ¡°vamos a ver cu¨¢ntos goles le meto al otro¡±.
Es necesario que Rusia perciba que la Uni¨®n Europea no es un adversario, sino un proyecto econ¨®mico y de valores que puede compartir. No necesitamos nuevas l¨ªneas rojas entre Rusia y Europa occidental y, menos a¨²n, favorecer una deriva nacionalista incontrolada. Rusia es tambi¨¦n Europa. Bruselas no debe olvidarlo.
?lvaro Gil-Robles fue el primer comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa entre 1999 y 2006.
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