La pol¨ªtica de la crispaci¨®n toma la calle
La actual crisis social era, as¨ª las cosas, tan previsible como inevitable
Desde la gran crisis de 2001, Argentina vive las v¨ªsperas de fin de a?o en un clima de preguerra. Son habituales los saqueos a los grandes o peque?os centros comerciales. Este a?o se le sum¨®, como una peligrosa vanguardia, la sublevaci¨®n de gran parte de las polic¨ªas territoriales. El caso m¨¢s dram¨¢tico fue el de la ciudad de C¨®rdoba, a 700 kil¨®metros de la Capital Federal, convertida hace una semana en un pueblo devastado por el delito. El m¨¦todo fue pionero en el pa¨ªs. Polic¨ªas acuartelados por reclamos salariales provocaron una marea inmediata e imparable de robos a comercios y casas particulares, destrucci¨®n, heridos y un muerto. El ejemplo se extendi¨® en el acto y ahora sucede lo mismo en casi todo el territorio nacional. Los muertos suman diez en apenas siete d¨ªas y las p¨¦rdidas materiales son millonarias.
El ¨²nico lugar que permanece en tensa calma es el m¨¢s amenazador de todos: el cord¨®n que rodea la capital del pa¨ªs, llamado el conurbano bonaerense, donde viven (o malviven) m¨¢s de diez millones de personas. El gobernador de Buenos Aires, el peronista Daniel Scioli, anunci¨® importantes aumentos salariales a la polic¨ªa provincial y adelant¨® el pago del aguinaldo a los empleados de la administraci¨®n p¨²blica. La polic¨ªa pide m¨¢s, pero por ahora no se declar¨® en huelga. Ning¨²n gobierno saldr¨ªa indemne de una eventual sublevaci¨®n social en el ca¨®tico conurbano, donde se mezclan el mayor conglomerado de habitantes del pa¨ªs, el nivel m¨¢s alto de delito, la tasa m¨¢s significativa de pobres y el trasiego m¨¢s importante de tr¨¢fico y consumo de drogas.
La inseguridad de los ciudadanos es el reclamo m¨¢s fuerte de los argentinos a su Gobierno. El satelital aumento de robos y cr¨ªmenes convive con denuncias cada vez m¨¢s fuertes sobre complicidades policiales con el delito, incluido el narcotr¨¢fico. Hace poco, el gobernador de Santa Fe, una de las cuatro provincias argentinas m¨¢s grandes, el socialista Antonio Bonfatti, asegur¨® p¨²blicamente que esa complicidad entre uniformados y traficantes de drogas existe y que est¨¢ fuera de cualquier duda. El retraso salarial de las distintas polic¨ªas y los lazos de sectores de las fuerzas de seguridad con el delito son problemas largamente ignorados por la Administraci¨®n de Cristina Kirchner.
El ingrediente que falta, pero que existe, es el de vastos sectores sociales condenados a la pobreza eterna. Prestigiosos analistas privados estiman que la pobreza estructural supera el 30% de la poblaci¨®n argentina. Muchos argentinos, demasiados, viven s¨®lo de la asistencia del Estado, que es poca y que se diluye con una inflaci¨®n que este a?o podr¨ªa llegar al 27%, seg¨²n mediciones de economistas privados. Hay una convergencia t¨¢cita entre los polic¨ªas honestos y los argentinos pobres: ambos est¨¢n asediados por la imparable inflaci¨®n. La actual crisis social era, as¨ª las cosas, tan previsible como inevitable.
El Gobierno de los Kirchner construy¨® una cultura pol¨ªtica del enfrentamiento perpetuo. La l¨®gica binaria que separ¨® a amigos de enemigos fue la ¨²nica pol¨ªtica constante del kirchnerismo. Esos ejemplos impregnaron la sociedad. Es lo que se vio en estos d¨ªas. Vecinos que robaban a vecinos. Destrucci¨®n sin l¨ªmites ni medidas para hurtar un televisor. Delito, oportunismo, resentimiento y necesidad se juntaron para convertir estas v¨ªsperas navide?as en las peores desde 2001. El Gobierno de Cristina Fern¨¢ndez est¨¢, como siempre, buscando una conspiraci¨®n ajena para explicar sus propios errores.
Joaqu¨ªn Morales Sol¨¢ es analista pol¨ªtico y editorialista del diario argentino La Naci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.