Los amos de la calle en Argentina
Las polic¨ªas provinciales arrastran un historial de corrupci¨®n al que se ha sumado la complicidad con redes de narcotr¨¢fico
A la hora de comer siempre hay alg¨²n polic¨ªa en cualquier ciudad argentina que sale a hacer la carola. La carolina era una olla grande y negra. Y hacer la carola, en sentido figurado, significa pasar la olla. En sentido real implica aparcar el coche ante cualquier pizzer¨ªa o helader¨ªa y pedir comida o postre para los compa?eros. A veces con una sonrisa, otras comentando el ¨²ltimo partido¡ Pero siempre sin pagar, como cualquier mafioso. La escena es tan corriente en las calles que nadie parece escandalizarse. Del mismo modo que nadie protesta en Buenos Aires cuando los conductores hacen caso omiso de los sem¨¢foros que otorgan el paso a los peatones; no hay asomo de indignaci¨®n ni ganas de pelearse con casi todos los conductores de la ciudad. Al peat¨®n le echan el coche encima, al del coche le echan el autob¨²s y a la sociedad le echan una polic¨ªa corrupta y brutal. Tan brutal como para encerrarse en sus cuarteles y observar impasibles c¨®mo los saqueadores invaden las calles, se expande el caos y mueren 12 personas.
Un antiguo oficial de la polic¨ªa provincial de Buenos Aires explica la causa de la corrupci¨®n: ¡°A usted le entregan un Mercedes Benz. Pero ahora hay que echarle nafta (combustible) y llevarlo al taller cada vez que se aver¨ªa. ?Con qu¨¦ lo mantiene? En la Bonaerense casi todo el mundo hace cores, que son como llamamos a las horas extras dentro del cuerpo. Yo, adem¨¢s de las cores, trabajaba de vigilante en una empresa privada. Pero sal¨ªa de casa a las siete y media de la ma?ana y regresaba a las once de la noche. Mi sueldo legal era inferior al que ganaba un recolector de basura o el cobrador del peaje en la autopista. La diferencia es que ellos trabajaban solo seis horas al d¨ªa y no arriesgaban su vida. Y el polic¨ªa provincial tiene que pagarse hasta su uniforme¡±.
Ricardo Ragendorfer, periodista especializado en temas policiales, cree que el problema no son los bajos sueldos ¡ª¡°entonces tendr¨ªamos tambi¨¦n maestros y m¨¦dicos corruptos¡±¡ª, aunque s¨ª la gesti¨®n de los recursos. ¡°El dinero que el Estado invierte en las fuerzas de seguridad apenas llega para cubrir los sueldos. Las comisar¨ªas se pagan desde la revisi¨®n de los coches hasta la ¨²ltima resma de papel que usan. Y lo hacen gracias a las recaudaciones ilegales. Al Estado le viene bien que estos cuerpos se autofinancien. Pero una fuerza que se autofinancia tambi¨¦n se autogobierna¡±.
El desprestigio arranca desde la dictadura, cuando los polic¨ªas se subordinaron a los militares y hac¨ªan lo mismo que ellos: torturaban, secuestraban, mataban y desvalijaban las casas de los desaparecidos. Pero mientras el Ej¨¦rcito se depur¨® de forma radical, en las polic¨ªas no se produjo esa regeneraci¨®n tan dr¨¢stica. Ahora, a sus corruptelas de toda la vida se le ha unido algo que en Argentina nunca se hab¨ªa visto: la infiltraci¨®n del narcotr¨¢fico entre los mandos. En septiembre tuvo que renunciar la c¨²pula policial de la provincia de C¨®rdoba, envuelta en denuncias por su asociaci¨®n con narcotraficantes. Al mes siguiente la investigaci¨®n del diario P¨¢gina 12 provoc¨® la destituci¨®n del jefe policial de la provincia de Santa Fe por estar ligado a una red de narcos. Pero si hay un cuerpo en Argentina cuyo desprestigio es legendario ¨¦se es el de la Bonaerense. Tal vez no sea la peor, pero es la que m¨¢s presencia tiene. Solo ese cuerpo suma 55.000 efectivos de los 200.000 agentes provinciales del pa¨ªs.
Luis Vicat fue a fines de los noventa director de Asuntos Internos de la Bonaerense ¡ª¡°polic¨ªa de la polic¨ªa¡±, explica¡ª, y asesor t¨¦cnico de la pel¨ªcula El Bonaerense (2002), que versa sobre los desmanes del cuerpo. Conoce c¨®mo funciona la juntada ¡ªrecaudaci¨®n ilegal¡ª, sabe c¨®mo se va recogiendo la plata entre los d¨ªas 1 y 5 de cada mes y sabe c¨®mo se arregla con comercios y particulares; como se les extorsiona. ¡°Para un pibe que entra es casi imposible negarse a ser un corrupto. El esp¨ªritu del grupo te lleva. Puedes entrar muy limpio, pero termin¨¢s sucio o termin¨¢s afuera. Yo en su momento sufr¨ª cuatro atentados¡±.
Vicat desglosa las m¨²ltiples maneras de ganar dinero en el cuerpo: ¡°Cuando hay un accidente se llama a las funerarias para que lleguen antes que los familiares. La familia contrata los servicios del entierro y el polic¨ªa se lleva un porcentaje. A eso le llaman el lechuceo. Tambi¨¦n se obtiene plata de las empresas de alarma. Si se compra determinada marca en un edificio los ladrones no van a entrar ah¨ª porque est¨¢ esa marca, no porque la alarma sea mejor que otras. Otro negocio es la venta de protecci¨®n, el patrullaje de determinadas zonas. Hasta se venden los presos. Los familiares o los reclusos pagan para quedarse en la comisar¨ªa y no vayan a la c¨¢rcel. Pero ahora el gran negocio es la droga. En total, todas esas recaudaciones equivalen a un sueldo complementario¡±.
¡°Todo se junta para la corona¡±, afirma el citado antiguo oficial de La Bonaerense, que tras 12 a?os de servicio pas¨® a polic¨ªa Metropolitana de la Capital, donde gana cuatro veces m¨¢s y donde asegura que no hay corrupci¨®n. ¡°El agente de la calle manguea (roba) para el comisario y el comisario tira un tercio de lo que le dan para arriba¡±.
Y ¡°arriba¡± significa el poder pol¨ªtico o judicial. Vicat cree que la corrupci¨®n policial no ser¨ªa posible sin la connivencia de ¡°los s¨¢trapas locales¡±: alcaldes, dirigentes de barrio¡ ¡°La polic¨ªa no combate el delito, lo administra. Cuando est¨¢ disconforme con el poder pol¨ªtico abre la canilla ¡ªel grifo¡ª de la inseguridad. Si est¨¢ conforme la cierra. Hoy, con el narco, la cosa se les ha desmadrado, porque ya hay demasiados delincuentes que act¨²an por cuenta propia. Pero no hay comisar¨ªa que no tenga su propia banda de ladrones. Cada comisario tiene la obligaci¨®n de juntar equis cantidad de dinero. Si no lo junta lo echan. Es un sistema empresarial¡±.
El alivio para el Gobierno es que salvo un peque?o grup¨²sculo del Mar del Plata, que solo abarca el 5% de las fuerzas provinciales, la mayor parte de la Bonaerense no se acuartel¨®. El gobernador Daniel Scioli se adelant¨® ofreciendo una subida de sueldo. Pero en el resto del pa¨ªs, el m¨¦todo de dejar las calles vac¨ªas obtuvo un ¨¦xito demoledor en siete d¨ªas. Consiguieron aumentos de un promedio del 35% en 20 provincias. ¡°Es que no les quedaba otra¡±, se?ala el exoficial de la Bonaerense. ¡°La ley no nos permite organizarnos en sindicatos. Si no hubiesen actuado as¨ª los pol¨ªticos les habr¨ªan enga?ado una vez m¨¢s¡±.
Las fuentes consultadas coinciden en que el problema no es solo policial, ni siquiera econ¨®mico. Es pol¨ªtico. Mientras no se afronte una gran reforma los agentes seguir¨¢n pasando la olla y los comisarios continuar¨¢n tirando un tercio de los ingresos para ¡°arriba¡±. Aunque sigan obteniendo aumentos de sueldo.
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