La hora de las v¨ªctimas en Colombia
El proceso de paz entre el Gobierno y las FARC se acerca a su momento m¨¢s delicado, las reivindicaciones de las v¨ªctimas
Samuel, 43 a?os, manos gruesas, piel tostada, hace un esfuerzo para recordar el a?o en que las FARC empezaron a rondar sus tierras en el Tolima, un departamento en el centro de Colombia donde naci¨® el grupo guerrillero. Pero hay una cifra que no olvida. Este campesino lleva siete largos a?os malviviendo en Bogot¨¢ desde que recibi¨® el ultim¨¢tum de la guerrilla para abandonar su finca. ¡°Me dieron tres d¨ªas para salir¡±. Esa fue la sentencia que lo dej¨® sin tierra cuando se resisti¨® a que reclutaran a sus hijos de 12 y 13 a?os.
Miguel tiene 27 a?os y tambi¨¦n vive en Bogot¨¢. Naci¨® en La Uribe, Meta, en el oriente del pa¨ªs. Como le ocurri¨® a Samuel, creci¨® en el campo viendo ir y venir a la guerrilla. El d¨ªa que termin¨® el bachillerato pens¨® que hab¨ªa ganado la batalla contra el reclutamiento, consigui¨® trabajo en Bogot¨¢, regres¨® en las primeras vacaciones y mientras sub¨ªa por una loma, una explosi¨®n le vol¨® varios dedos de uno de sus pies y el tal¨®n. En el hospital contabiliz¨® 27 amputados por minas. Aunque no pudo identificar a los responsables, sabe que las FARC usaban estos artefactos explosivos en su regi¨®n como una estrategia para frenar al Ej¨¦rcito. Hoy vive aferrado a una pr¨®tesis.
Un informe presentado en julio por el Centro de Memoria Hist¨®rica revel¨® que el conflicto armado ha dejado 220.000 muertos desde 1958, de los cuales el 81% eran civiles
?Estar¨ªa dispuesto a perdonar ahora que se negocia el fin del conflicto con las FARC? ¡°Prefiero perdonar a los que nos hicieron da?o y no esperar diez a?os m¨¢s para perdonar el doble de sufrimiento¡±, dice. Samuel y Miguel ¨Ccuyos nombres reales se omiten para proteger su identidad¨C forman parte de la abultada cifra de v¨ªctimas que ha dejado el conflicto armado colombiano y que, seg¨²n los registros del Gobierno, ronda los seis millones. Son v¨ªctimas no solo de las guerrillas, sino tambi¨¦n de paramilitares, bandas criminales y agentes del Estado. La ¨²ltima ronda de negociaciones entre el Gobierno de Colombia y las FARC termin¨® este fin de semana en La Habana y las conversaciones entrar¨¢n en 2014 en su etapa decisiva.?
Reivindicar los derechos de las v¨ªctimas es un asunto de gran sensibilidad para los colombianos a causa de las devastadoras dimensiones de la guerra. Un informe presentado en julio por el Centro de Memoria Hist¨®rica revel¨® que el conflicto armado ha dejado 220.000 muertos desde 1958, de los cuales el 81% eran civiles. ¡°Es una primera ventana hacia la verdad que les debemos a las v¨ªctimas en este pa¨ªs¡±, dijo el presidente Juan Manuel Santos en su momento. Su Gobierno hab¨ªa dado un primer paso al aprobar en 2011 una ley para reparar a las v¨ªctimas y restituirles las tierras de las que fueron despojados.
En agosto, las FARC reconocieron por primera que han causado dolor
Santos tambi¨¦n reconoci¨® en julio que el Estado ha sido responsable de violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario. Lo hizo siguiendo una recomendaci¨®n de Memoria Hist¨®rica en el sentido de que uno de los grandes desaf¨ªos para la paz es asumir las responsabilidades.
En el acuerdo de negociaci¨®n que firmaron las FARC y el Gobierno colombiano para terminar el conflicto ¨Cque se discute en La Habana desde hace 13 meses¨C, el tema qued¨® resumido en una frase contundente: ¡°Resarcir a las v¨ªctimas est¨¢ en el centro del acuerdo¡±. Y aunque hoy se concentran en discutir el asunto de las drogas il¨ªcitas, despu¨¦s de haber logrado acuerdos parciales en demandas hist¨®ricas de la guerrilla como el desarrollo agrario y la participaci¨®n en pol¨ªtica, las v¨ªctimas esperan que, en el menor tiempo posible, tanto el Gobierno como las FARC definan c¨®mo reivindicar¨¢n los da?os que han causado en medio siglo.
El Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, ha dicho que no negociar¨¢n los derechos de las v¨ªctimas y que cualquier soluci¨®n a la que se llegue en materia de justicia ¨Cque los analistas coinciden ser¨¢ el nudo gordiano del proceso de paz¨C tiene que ser construida con su participaci¨®n.
Las FARC tambi¨¦n han dado peque?¨ªsimos pasos, aunque no con la contundencia que la mayor¨ªa de colombianos esperan. Despu¨¦s de negarse a reconocer que han provocado v¨ªctimas con el argumento de que no son la causa sino la respuesta a la violencia del Estado, en agosto esta guerrilla habl¨® por primera vez de que han causado dolor y se abri¨® a la posibilidad de una ¡°reparaci¨®n con total lealtad a la causa de la paz y la reconciliaci¨®n¡±. Sin embargo, insistieron en que esto ocurrir¨¢ si el Estado hace lo propio.
Hay que empezar a destejer la guerra y nosotros como v¨ªctimas nos encargaremos de tejer una paz Luz Marina Bernal, madre de una v¨ªctima
?Son estos pasos realmente significativos en aras de la paz? Patricia Linares, subdirectora de Memoria Hist¨®rica, as¨ª lo cree, aunque aceptar la responsabilidad frente a las v¨ªctimas no puede quedarse en ret¨®rica. ¡°Debe ir acompa?ado, cuando se trata del Estado concretamente, y de la guerrilla, si se incorpora en este camino, del dise?o de alternativas que aporten a procesos de reparaci¨®n integral y en el que participen las v¨ªctimas¡±, dice.
?ngela Mar¨ªa Robledo, parlamentaria de la Comisi¨®n de Paz del Congreso, cree que a las FARC les falta grandeza para pedir perd¨®n. ¡°Han ido abriendo un espacio, que ojal¨¢ se vuelva en mayor generosidad frente a lo que ocurri¨®. Eso provocar¨ªa un apoyo grande de la ciudadan¨ªa¡±. Y Clara Rojas, secuestrada durante seis a?os junto a Ingrid Betancourt, piensa que el paso a seguir ser¨ªa que las FARC tomen la decisi¨®n y se comprometan no solo a dejar las armas, sino a entregarlas ¡°como garant¨ªa de no repetici¨®n¡±.
Las v¨ªctimas tambi¨¦n han dejado claras sus posiciones. En mayo fueron convocadas por las comisiones de paz del Congreso a nueve mesas regionales para escuchar sus exigencias sin importar los responsables. Seg¨²n la ONU, m¨¢s de 2.800 v¨ªctimas participaron en este proceso que arroj¨® cerca de 4.000 propuestas que ya fueron enviadas a La Habana.
?Qu¨¦ piden? ¡°La mayor verdad y memoria que sea posible, as¨ª como la justicia necesaria para que no se generen odios ni la sensaci¨®n de impunidad. Tambi¨¦n una reparaci¨®n integral donde la sociedad en su conjunto pida perd¨®n¡±, agrega Robledo. Pero por sobre todo un ¡°nunca m¨¢s¡±. No quieren que se vuelva a repetir el horror de la guerra.
En esto coincide Marina Gallego, directora de la Ruta Pac¨ªfica de las Mujeres, un colectivo que hace poco reuni¨® en un informe m¨¢s de mil testimonios de f¨¦minas azotadas por el conflicto. ¡°Para ellas es central la desmilitarizaci¨®n del pa¨ªs una vez se firme el acuerdo de paz. Eso incluye el desminado, reducir las fuerzas armadas y que realmente haya desmovilizaci¨®n¡±, dice. En t¨¦rminos de justicia, la mayor¨ªa exige que les pidan perd¨®n sin que eso signifique el olvido.
Las v¨ªctimas tambi¨¦n exigen su silla en la mesa de negociaci¨®n. ¡°Nosotros no queremos mediadores de nuestra palabra en La Habana¡±, dice Luz Marina Bernal, l¨ªder de las madres de las v¨ªctimas de ejecuciones extrajudiciales de Soacha, una localidad de la que militares secuestraron a muchachos para asesinarlos y presentarlos como guerrilleros muertos en combate. ¡°Hay que empezar a destejer la guerra y nosotros como v¨ªctimas nos encargaremos de tejer una paz, pero una paz verdadera¡±, sentencia. El a?o 2014 ser¨¢ decisivo.
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