Rusia recobra dos memorias hist¨®ricas
Los nost¨¢lgicos de la URSS resucitan los fantasmas de la era sovi¨¦tica Las ONG pugnan por mantener vivo el recuerdo de las v¨ªctimas del estalinismo
Dos centenares de personas se reunieron el pasado d¨ªa 19 frente al n¨²mero 26 de la avenida Kut¨²zuvski, una de las principales de Mosc¨², donde durante 30 a?os vivi¨® el dirigente sovi¨¦tico, Leonid Br¨¦znev, l¨ªder m¨¢ximo de la desaparecida URSS durante 18 a?os: desde 1964 hasta su muerte en noviembre de 1982. El motivo era la recuperaci¨®n de una placa conmemorativa, desmontada de la fachada del edificio en 1991.
La ceremonia solemne se celebr¨® gracias a la iniciativa de uno de los diputados m¨¢s pol¨¦micos de la Duma Estatal (C¨¢mara baja del Parlamento ruso), Alexandr Jinshtein, quien promueve fervientemente la idea de recuperar todos los monumentos de la ¨¦poca sovi¨¦tica, derribados o desmontados en los a?os noventa. A Jinshtein se le ha vinculado con los servicios de seguridad debido a la informaci¨®n que a veces maneja, por lo que no es de extra?ar que entre sus estatuas preferidas se encuentre la de F¨¦lix Dzherzhinski, fundador de la Checa, organizaci¨®n precursora del KGB. Su inmensa estatua, que antes de ser derribada por una multitud enfurecida en 1991 adornaba la plaza de la Lubianka, frente a la sede de la temida instituci¨®n secreta, se encuentra hoy en la exposici¨®n Museon de esculturas al aire libre.
Jinshtein no es el ¨²nico en sentir esa nostalgia por los "buenos viejos tiempos sovi¨¦ticos". Seg¨²n un sondeo publicado recientemente por el VTSIOM (Centro Ruso de Investigaci¨®n de la Opini¨®n P¨²blica, por sus siglas rusas), el 45% de los encuestados apoya la idea de volver a colocar el monumento a Dzerzhinski en su ubicaci¨®n anterior, y solo un 25% est¨¢ en contra.
El jefe del Departamento de Cultura del Ayuntamiento de Mosc¨², Sergu¨¦i Kapkov, asegur¨® al abrir la ceremonia en la avenida Kut¨²zovski que el Gobierno capitalino tiene la intenci¨®n de recuperar todas las placas conmemorativas de destacados pol¨ªticos de la URSS que en su tiempo fueron desmontadas, y colocar nuevas a quienes no las ten¨ªan, como los dirigentes comunistas Nikita Jrushchov o Konstant¨ªn Chernenko.
La noticia motiv¨® una de las muchas preguntas dirigidas al presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, durante su tradicional rueda de prensa de fin de a?o, tambi¨¦n el mismo jueves. Putin ¡ªaunque recalc¨® que la decisi¨®n de colocar monumentos y placas correspond¨ªa a las autoridades locales y dijo no ver mayor diferencia "entre Stalin y Cromwell"¡ª, se mostr¨®, como de costumbre, cauteloso y pragm¨¢tico, y dio a entender que, al menos de momento, era mejor abstenerse de poner monumentos a personajes pol¨¦micos. "Hay que referirse a cada periodo de nuestra historia con mucho cuidado porque nuestra sociedad reacciona muy vivamente a esas cuestiones. Mejor no inquietar, no promover acciones prematuras, que puedan escindir la sociedad", advirti¨® Putin.
Frente al edificio del KGB, pero no en la plaza donde antes se alzaba la estatua de Dzerzhinski, sino en un jard¨ªn lateral, hay otro monumento mucho m¨¢s sencillo: una piedra procedente del campo de concentraci¨®n de Solovk¨ª, en el norte de Rusia, colocada en recuerdo de las 11 millones de personas fallecidas durante los a?os del terror sovi¨¦tico por Memorial. Esta organizaci¨®n, Premio S¨¢jarov a los derechos humanos del Parlamento Europeo, cumplir¨¢ en enero pr¨®ximo 25 a?os de investigaciones sobre la historia de las represiones en la URSS.
A principios de diciembre, Memorial anunci¨® su nuevo proyecto "La ¨²ltima direcci¨®n", con el que quiere sacar del olvido a las v¨ªctimas de la represi¨®n en la ¨¦poca sovi¨¦tica y recordar sus nombres en las calles de las ciudades rusas. La idea consiste en colocar en las fachadas de las casas y edificios que fueron la ¨²ltima vivienda de las v¨ªctimas unas placas conmemorativas con el nombre y fechas de nacimiento y fallecimiento de la persona que se recuerda.
"La idea proviene del proyecto Stolpersteine (Piedras de tropiezo), iniciado por el artista alem¨¢n G¨¹nter Demnig en 1992 para recordar a quienes fueron deportados y asesinados por el nazismo en los a?os del Holocausto", explica Sergu¨¦i Parj¨®menko, periodista y editor, e impulsor del proyecto.
Demnig coloca piezas conmemorativas junto a las casas de jud¨ªos deportados a los campos de concentraci¨®n nazis. Cada pieza ¡ªun cubo de cemento de 10x10x10 cent¨ªmetros¡ª lleva incrustada en la parte superior una placa de metal con los datos esenciales de la persona deportada. En 20 a?os ya se han colocado m¨¢s de 40.000 piezas en 650 ciudades de Alemania, B¨¦lgica, Francia, Italia, Holanda, Luxemburgo, Noruega y otros pa¨ªses.
A Parj¨®menko se le ocurri¨® que en Rusia podr¨ªan hacer un proyecto semejante y cuando se lo coment¨® al director de Memorial, Arseni Roguinski, result¨® que ellos ya estaban reflexionando sobre c¨®mo transformar en un monumento su enorme archivo de casos personales de represaliados.
El proyecto se puede definir en una frase: "Un nombre, una vida, una placa". Cada v¨ªctima tendr¨¢ su placa personal, que puede ser colocada por iniciativa de los familiares del fallecido, de sus vecinos o de cualquiera otra persona. Para ello basta con elegir el nombre de una persona en la lista de v¨ªctimas del terror sovi¨¦tico que se encuentra en la p¨¢gina web de Memorial. En esa base de datos hay actualmente m¨¢s de 2.650.000 nombres.
"El grupo de colaboradores, compuesto por arquitectos, escultores y dise?adores rusos, ha preparado un proyecto de la placa y dentro de poco podremos presentarlo oficialmente al p¨²blico", asegura Parj¨®menko. La iniciativa necesita la aprobaci¨®n de las autoridades urban¨ªsticas municipales, y para conseguirla es necesario reunir al menos un millar de solicitudes placas con nombres concretos.
"Ser¨¢ imposible realizar el proyecto sin el apoyo, aunque sea formal, de los municipios: no se trata de decenas, sino de miles y miles de placas, que formar¨¢n un memorial ¨²nico, y no podemos actuar clandestinamente. Cada d¨ªa recibimos decenas de solicitudes, y la primera reacci¨®n de las autoridades de Mosc¨² y San Petersburgo ha sido positiva", explica. "Tenemos que reunir alrededor del proyecto a gente activa, dispuesta a aplicar todos sus esfuerzos, pagar por la placa, llevar las negociaciones con cada municipio para colocarla, hablar con los vecinos para que no est¨¦n en contra...".
Parj¨®menko y sus colegas esperan poder colocar las primeras placas en Mosc¨² y San Petersburgo en abril pr¨®ximo. "Naturalmente, habr¨¢ problemas de organizaci¨®n, pero hay otras, cuestiones hist¨®ricos y sociales mucho m¨¢s graves. Lo que sucede es que, a diferencia del Holocausto, en el que las v¨ªctimas no fueron ellas mismas organizadoras de cr¨ªmenes, en la historia de la represi¨®n estalinista hay muchas v¨ªctimas que fueron antes verdugos y enviaron a miles de personas a la muerte antes de compartir el mismo destino. As¨ª que tendremos que decidir si podemos incluirlas a ellas tambi¨¦n en las listas de la memoria hist¨®rica y c¨®mo hacerlo sin provocar una divisi¨®n en la sociedad", concluye.
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