La maldici¨®n del amianto

Si dependiese de las v¨ªctimas del amianto, 2014 ser¨ªa el peor a?o de la vida del millonario suizo Stephan Schmidheiny. Estas se preparan para abrir otro frente en la lucha por la prohibici¨®n de la fibra cancer¨ªgena. Esta vez, su objetivo es algo tal vez m¨¢s valioso del que la fortuna del empresario cuya familia fund¨® la suiza Eternit. Durante el siglo XX, el grupo industrial plant¨® f¨¢bricas por el mundo y sembr¨® con ellas enfermedades fatales como la asbestosis (conocida como pulm¨®n de piedra) y mesotelioma (el llamado c¨¢ncer del amianto). Ahora, el blanco de enfermos y familiares es el patrimonio inmaterial al que el suizo dedic¨® mucho dinero, batallones de asesores y los mejores esfuerzos: su biograf¨ªa.

En Brasil, los abogados de la Asociaci¨®n Brasile?a de Expuestos al Amianto (ABREA) pretenden retirarle la prestigiosa Ordem do Cruzeiro do Sul, concedida al suizo en 1996 por el entonces presidente, Fernando Henrique Cardoso. La ofensiva forma parte de una estrategia internacional de las v¨ªctimas, liderada por Itaia. Desde el a?o pasado, la organizaci¨®n italiana AFEVA (Asociaci¨®n de Familiares y V¨ªctimas del Amianto) presiona a la Universidad de Yale, en Estados Unidos, para revocar el t¨ªtulo de doctor honoris causa en Letras, concedido la Schmidheiny tambi¨¦n en 1996. En Venezuela y en Costa Rica empiezan a articularse iniciativas semejantes para presionar a instituciones que lo premiaron. La meta es borrar uno a uno los t¨ªtulos y premios exhibidos por el millonario en su biograf¨ªa oficial. Para cada uno de los honores hay un grupo de v¨ªctimas organiz¨¢ndose para presionar por su anulaci¨®n. ¡°Nosotros no estamos interesados en la destrucci¨®n de un ser humano, sino en la b¨²squeda de la verdad. Y la verdad es que no hay honra en la conducta del se?or Schmidheiny¡±, escribi¨® Bruno Pesce, coordinador de la AFEVA, a la direcci¨®n de la Universidad de Yale.

Stephan Schmidheiny es un personaje tr¨¢gico del mundo contempor¨¢neo. Para parte de la humanidad es un villano, para otra es un h¨¦roe. Durante la d¨¦cada de los noventa fue extremadamente cuidadoso al construir una biograf¨ªa que pudiera borrar ¨C o por lo menos ofuscar ¨C su papel de protagonista en la conocida como ¡°la mayor cat¨¢strofe sanitaria del siglo XX¡±: las decenas de miles de muertes en el mundo entero por contaminaci¨®n de amianto (asbesto), una parte significativa de ellas ocurrida dentro de las f¨¢bricas de Eternit, de su familia, o en el radio de algunos kil¨®metros.

Stephan Schmidheiny es un personaje tr¨¢gico del mundo contempor¨¢neo. Para parte de la humanidad es un villano, para otra es un h¨¦roe

Casi lo consigui¨®.

La familia Schmidheiny, una de las m¨¢s ricas de Suiza, hizo fortuna explotando el amianto a partir del inicio del siglo XX. En 1969, a los 22 a?os, Stephan lleg¨® la hacer pr¨¢cticas en la f¨¢brica de Eternit en Osasco (Grande S?o Paulo), periodo en el que conoci¨® algunos de los obreros que acabar¨ªan muriendo por enfermedades causadas por la fibra. En 1976, a los 29 a?os, asumi¨® la direcci¨®n de los negocios de Eternit y, seg¨²n su versi¨®n, decidi¨® acabar con la producci¨®n y vender la empresa al descubrir que el amianto causaba enfermedades graves, algunas de ellas fatales. Pero Eternit no dej¨® las manos de la familia hasta 1990. No fue cerrada, sino vendida, dejando para los nuevos due?os la lucrativa producci¨®n, as¨ª como el pasivo humano y ambiental. Su web lo describe en los siguientes t¨¦rminos: ¡°1988 ¨C inicio de la venta de todas las participaciones del grupo suizo Eternit, que concluy¨® a finales de la d¨¦cada de los ochenta. Las participaciones fueron vendidas a los sucesores legales con todos los derechos y deberes¡±. Las negritas son m¨ªas.

Es preciso comprender el contexto en el que el clan Schmidheiny se retira del negocio responsable por gran parte de su fortuna durante casi un siglo. En aquel momento Europa ya enfrentaba el esc¨¢ndalo del amianto, con miles de v¨ªctimas. Se estima que hasta 2025, solo en Francia, morir¨¢n 100.000 personas por enfermedades relacionadas con el asbesto. Los primeros pa¨ªses europeos en vetar la materia prima fueron Islandia, en 1983, y Noruega, en 1984. De manera progrsiva, el amianto fue eliminado en diversos pa¨ªses, hasta su prohibici¨®n total por la Uni¨®n Europea en 2005. Hoy, el amianto est¨¢ proscrito en 66 pa¨ªses, una lista de honor de la cual Brasil no forma parte.

Hoje, el amianto est¨¢ proscrito de 66 pa¨ªses, una lista honrosa de la cual el Brasil no forma parte¡±

Existen documentos que prueban que la industria ten¨ªa informaciones sobre la relaci¨®n entre amianto y enfermedades mortales desde el inicio del siglo XX. En los a?os treinta ya hab¨ªa estudios importantes probando el potencial mort¨ªfero del asbesto al ser inhalado, causando enfermedades que tardaban a?os y hasta d¨¦cadas en manifestarse. Una de ellas, la asbestosis, mata a la v¨ªctima lentamente por asfixia: endurece el pulm¨®n a punto de impedir la acci¨®n de inspiraci¨®n/expiraci¨®n. Miles de trabajadores en el mundo entero murieron asfixiados tras dedicar su vida a Eternit y otras empresas de amianto. La mayor¨ªa de ellos a¨²n luchaban en la Justicia por indemnizaciones y asistencia. En Brasil, empresas como Eternit normalizaron un procedimiento. Cuando los obreros estaban cerca de la muerte, casi sin conseguir hablar, sus representantes aparec¨ªan en el hospital ofreciendo cuant¨ªas irrisorias y un documento listo para firmar, en el que eliminaban la posibilidad de cualquier futura reivindicaci¨®n judicial por los familiares. Desesperados, con dolor, sin aire, muchas v¨ªctimas firmaron los papeles de la verg¨¹enza.

En un primer momento, la industria del amianto neg¨® el car¨¢cter t¨®xico de la fibra. Despu¨¦s, cuando se hizo imposible tapar el creciente n¨²mero de enfermedades y de muertes de obreros (muchos de ellos por mesotelioma y otros tipos de c¨¢ncer relacionados con la contaminaci¨®n por asbesto), as¨ª como pesquisas con resultados cada vez m¨¢s contundentes, cambi¨® el discurso y pas¨® a difundir la idea del ¡°uso controlado del amianto¡±. Intentaba convencer que, con precauciones y protecci¨®n, era posible continuar produciendo sin arriesgar la vida de los trabajadores. Gast¨® ¨C y sigue gastando ¨C millones de d¨®lares para pagar a asesores, lobbies y cient¨ªficos con la misi¨®n de hacer circular -y prevalecer- esa idea ¨C. Brasil, pa¨ªs en que el amianto est¨¢ prohibido solo en seis estados (Rio Grande do Sul, S?o Paulo, Pernambuco, R¨ªo de Janeiro, Mato Grosso y Minas Gerais), es un ejemplo de c¨®mo la estrategia ha funcionado a costa de vidas humanas, de contaminaci¨®n ambiental y, en breve, de una sangr¨ªa considerable en las arcas p¨²blicas de Sanidad.

Al promover su salida estrat¨¦gica de los negocios del amianto, Stephan Schmidheiny pas¨® a ejecutar una especie de lavado de biograf¨ªa. El millonario suizo acu?¨® el concepto de ¡°ecoeficiencia¡±, convirti¨¦ndose en uno de los exponentes de Rio 1992, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medioambiente y Desarrollo, y cre¨® las fundaciones Fundes y Avina . Esta ¨²ltima, bastante conocida tambi¨¦n en Brasil, financia proyectos de reducci¨®n de la pobreza en diversos pa¨ªses. Colecionador y conocedor de arte, pas¨® con desenvoltura por la c¨²pula de museos como el prestigioso Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York. Como ¡°emprendedor moderno y fil¨¢ntropo¡± dio conferencias en universidades de la Ivy League americana, como Yale. En 2003 cre¨® una entidad llamada Viva Trust, que don¨® mil millones de d¨®larse para financiar los proyectos sociales y ambientales de Avina. En este acto anunci¨® su retirada del mundo de los negocios, distribuyendo una tarjeta en la cual, debajo de su nombre, estaba escrito: ¡°piloto de helic¨®ptero y buceador¡±.

Miles de trabajadores en el mundo entero murieron asfixiados tras dedicar su vida a la Eternit suiza y otras empresas de amianto"

La conversi¨®n de la biograf¨ªa, de pr¨ªncipe del amianto a fil¨¢ntropo socioambiental, parec¨ªa haber concluido con enorme ¨¦xito. Reportajes laudatorios en revistas internacionales -y tambi¨¦n brasile?as¨C lo sacaban en portada o primeras p¨¢ginas. Todo parec¨ªa ir muy bien para Stephan Schmidheiny, como hab¨ªa ocurrido para muchos antes de ¨¦l en las ¨¢reas m¨¢s diversas. Hasta el 13 de febrero de 2012. En esta fecha fue condenado por el Tribunal de Tur¨ªn a 16 a?os de prisi¨®n y al pago de 100 millones de euros por la muerte de miles de personas por enfermedades relacionadas al amianto, contaminadas en plantas de Eternit en Italia. El crimen fue descrito como ¡°desastre ambiental doloso permanente y omisi¨®n dolosa de medidas de seguridad para los obreros¡±. El 3 de junio de 2013, la sentencia no solo fue confirmada, sino que aument¨® de 16 a 18 a?os de prisi¨®n. La sentencia final est¨¢ prevista para 2014 en Roma. El otro reo, el bar¨®n belga Jean-Louis Marie Ghislain de Cartier de Marchienne, muri¨® el a?o pasado. Durante el juicio, al cual Schmidheiny no compareci¨®, el hombre que fue descrito en la revista americana Forbes como "el Bill Gates suizo¡± vio su nombre coronado por la palabra ¡°asesino¡±.

El comportamiento de Eternit fue descrito en el tribunal, hora tras hora, por hombres y mujeres que, o perdieron a padres, madres, maridos, esposas e hijos por enfermedades causadas por el amianto, o estaban en a punto de perder ellos mismos la vida en c¨¢nceres dolorosos antes de acabar el juicio. Personas como la italiana Romana Blasotti Pavesi, que perdi¨® a su marido, su hermana, un primo, un sobrino y, finalmente a su hija de mesotelioma causado por amianto. Solo el marido hab¨ªa trabajado en la f¨¢brica. Ciudadanos de Casale Monferrato, la ciudad dominada por una planta de Eternit durante casi todo el siglo XX, relataron el momento en que descubrieron que no solo los obreros y sus familiares mor¨ªan, pero tambi¨¦n personas de otras profesiones (periodistas, m¨¦dicos, profesores, etc¨¦tera) que nunca hab¨ªan manipulado directamente la fibra, pero hab¨ªan sido afectados por la contaminaci¨®n ambiental.

Quando los obreros estaban cerca de la muerte, representantes de las empresas aparec¨ªan en el hospital ofreciendo cuant¨ªas irris¨®rias y un documento listo para firmar"

La sentencia afirma que, en 1976, ante las crecientes noticias sobre la relaci¨®n entre asbesto y enfermedades cr¨®nicas y fatales, la industria promovi¨® una conferencia en Alemania con el objetivo de discutir estrategias para enfrentar el problema sin dejar de trabajar con amianto. Stephan Schmidheiny estaba presente en aquel encuentro. Tambi¨¦n se enfatiza que ¨¦l particip¨® de acciones con el fin de confundir a la opini¨®n p¨²blica al descalificar o lanzar dudas sobre las pesquisas cient¨ªficas que probaban el efecto nefasto de la fibra mineral para la salud. Por fin, la corte concluy¨®: ¡°Stephan Schmidheiny era completamente consciente en 1976 de los estudios epidemiol¨®gicos sobre la relaci¨®n causal entre aspirar las fibras de amianto y las enfermedades¡±. Despu¨¦s de la sentencia, la misma prensa que por a?os alab¨® el impulso emprendedor, la caridad, la visi¨®n y el desprendimiento del millonario fue obligada a recular.

Al mirar la biograf¨ªa de Stephan Schmidheiny las v¨ªctimas del amianto est¨¢n disputando la escritura de la historia. Pero en un momento muy particular. Mientras la mayor parte del mundo desarrollado ya ha proscrito la materia prima y lidia con el pasivo humano y ambiental, parte de las potencias emergentes, como el propio Brasil, a¨²n es bastante permeable al lobby de la industria, cuando no connivente con el padecimiento y la muerte de personas. Brasil es hoy el tercer productor mundial, el tercer exportador y el tercer usuario de amianto. Es interesante destacar que, en Brasil, mientras el amianto es raro en las regiones m¨¢s nobles de las grandes ciudades, contin¨²a siendo muy usado en favelas y periferias, aldeas y comunidades ind¨ªgenas y en las casas de peque?os agricultores, incluso ¨C y tal vez de forma especial ¨C en la Amazonia.

En este contexto, la disputa narrativa sobre la biograf¨ªa de Stephan Schmidheiny se vuelve estrat¨¦gica para la lucha por la prohibici¨®n del amianto. Y puede definir tanto la aceleraci¨®n de algunos desenlaces como la inclusi¨®n de nuevos cap¨ªtulos en una historia en construcci¨®n. No hay duda de que el amianto es un thriller real que podr¨ªa resultar en una pel¨ªcula tan reveladora sobre los m¨¦todos de su industria como lo fue?The Insider para el ramo del tabaco. O incluso una pel¨ªcula como Thank you for smoking, sobre ¡°los lobistas del mal¡±. Hay pocas dudas de que pasar¨¢ a la historia como uno de los mayores esc¨¢ndalos laborales y sanitarios de los siglos XX y XXI. Pero la imagen y la postura de personajes centrales como Schmidheiny a¨²n est¨¢n en disputa.

O Brasil es un ejemplo de como la estrategia del uso controlado del amianto ha funcionado a la cuesta de vidas humanas y de contaminaci¨®n ambiental"

Al emprender batallas organizadas para retirarle sus t¨ªtulos, premios y honores, las v¨ªctimas del amianto desean impedir que triunfe la narrativa de Schmidheiny, mejor expuesta en una versi¨®n antigua de su biograf¨ªa, contada en primera persona, pero ya cambiada en su web oficial: ¡°La familia Schmidheiny siempre ha vivido discretamente, alejada de la mirada p¨²blica. De repente me vi en las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos, vinculado a los efectos nocivos del amianto, los mismos efectos contra los que yo intentaba proteger a mis empleados y al grupo. Eso fue muy dif¨ªcil, no solo para m¨ª, sino tambi¨¦n para mi familia y mis amigos. En aquel momento conclu¨ª que era incapaz de calcular por m¨ª mismo el verdadero grado de los riesgos de la fabricaci¨®n de productos de cemento-amianto. Nuestros asesores cre¨ªan que los estudios cient¨ªficos destinados a probar los efectos nocivos de ese material estaban llenos de contradicciones. Yo percib¨ªa que la falta de un consenso cient¨ªfico y t¨¦cnico transparente en relaci¨®n al amianto y la imprevisibilidad de sus efectos imposibilitaban cualquier planificaci¨®n o gesti¨®n de riesgo confiable. Conclu¨ª entonces que esa no era una perspectiva muy prometedora para estar envuelto. Al mismo tiempo, tom¨¦ una decisi¨®n radical. Sin tener la m¨¢s m¨ªnima idea de c¨®mo ir¨ªamos a implantar el cambio, anunci¨¦ p¨²blicamente que el grupo interrumpir¨ªa la fabricaci¨®n de productos con amianto. Me acuerde muy bien de las palabras de uno de los gerentes t¨¦cnicos tras mi anuncio: ¡®?El joven Schmidheiny est¨¢ loco! Quiere fabricar productos Eternit sin amianto. Es como querer encontrar agua seca¡­¡¯ Tom¨¦ la decisi¨®n de no utilizar m¨¢s amianto bas¨¢ndome en los problemas de salud y ambientales asociados a ese mineral. Pero tambi¨¦n tuve la impresi¨®n de que, en una ¨¦poca de creciente transparencia ¨C as¨ª como de preocupaci¨®n por los riesgos para la salud ¨C ser¨ªa imposible desarrollar y mantener un negocio de ¨¦xito basado en el amianto. Esa intuici¨®n hizo que comenzara a considerar seriamente la relaci¨®n entre los negocios y la sociedad. Fue un periodo doloroso, pero tambi¨¦n una preparaci¨®n de valor inestimable para mi posterior dedicaci¨®n a una posici¨®n de liderazgo en asuntos relacionados con los negocios y la sociedad.¡±

En la web actual, este momento est¨¢ resumido en su biograf¨ªa, ahora contada en tercera persona: ¡°El joven abogado ingres¨® en Eternit Suiza cuando ten¨ªa solo 29 a?os de edad, asumi¨® su liderazgo tras poco tiempo y de manera inmediata comenz¨® a impulsar la salida del procesamiento de amianto, que fue considerado un logro pionero a nivel mundial¡±.

Esta versi¨®n es considerada por las v¨ªctimas y por sus abogados un producto del competente proceso de lavado de su biograf¨ªa. ¡°No voy a entrar en el m¨¦rito de su vida posterior o de su dinamismo como emprendedor. Pero no hay sentido purificador en esta venta. Schmidheiny hizo uso econ¨®mico de Eternit, con frutos econ¨®micos. No fue una donaci¨®n. La vendi¨®, haciendo que los productos de amianto continuasen siendo producidos por el nuevo comprador¡±, afirma Mauro Menezes, abogado de ABREA. ¡°A nuestro pa¨ªs no le conviene mantener la concesi¨®n de una medalla a alguien posteriormente condenado por omisi¨®n dolosa de protecci¨®n a la salud de miles de personas.¡± Roberto Caldas, tambi¨¦n abogado de ABREA ¨C y hoy juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ¨C afirma: ¡°Un premio honor¨ªfico le dice a la sociedad que el agraciado realiz¨® un gran servicio al pa¨ªs. A partir del momento en que se percibe que el individuo se ha apartado de aquello que cre¨ªa, nada m¨¢s natural que retir¨¢rselo. Un criminal no puede seguir ostentando un honor como ese y comprometiendo la imagen del pa¨ªs¡±.

En Brasil, la principal protagonista de la lucha por la prohibici¨®n del amianto es la ingeniera Fernanda Giannasi. Auditora fiscal del Ministerio de Trabajo por 30 a?os, se jubil¨® en agosto para dedicarse por completo a la causa, que ya le ha tra¨ªdo amenazas de muerte. ¡°Luchar para retirar la Ordem do Cruzeiro do Sul concedida a Schmidheiny es otro frente para pasar a limpio la historia de ese crimen social casi perfecto¡±, afirma. ¡°Esa lucha significa la desglamourizaci¨®n de un personaje que fue entronizado por el movimiento ambientalista en el inicio de la d¨¦cada de los noventa como un gur¨², pero que forma parte del gran quebradero de cabeza que es la extraordinaria historia de ese crimen corporativo industrial multinacional, que pas¨® todo el siglo pasado casi impune.¡±

La disputa por la biograf¨ªa del millonario suizo no ser¨¢ f¨¢cil. El aura de Schmidheiny se mantiene en algunas altas esferas, incluso despu¨¦s de la condena del Tribunal de Tur¨ªn. El intercambio de cartas entre la oficina de abogac¨ªa que representa las v¨ªctimas italianas y la Universidad de Yale es una prueba. Esta fue la respuesta de la direcci¨®n de Yale al pleito: ¡°Yale concedi¨® el honor al se?or Schmidheiny por su defensa en favor de un desarrollo y crecimiento econ¨®mico sostenibles. La decisi¨®n de premiarlo fue tomada por un comit¨¦ que tom¨® en cuenta toda su historia: la de un filantropo que us¨® su riqueza para destinar fondos al crecimiento sostenible en Latinoam¨¦rica y en todo el resto, un pionero defensor internacional en el cambio de la forma en la que las empresas encaran la sostenibilidad ambiental y un empresario que hered¨® y desmantel¨® un procesamiento de amianto de d¨¦cadas. No hay registros de que Yale haya revocado alguna vez un t¨ªtulo honor¨ªfico y no estamos considerando este paso en el caso del se?or Schmidheiny¡±.

Ao promover su salida estrat¨¦gica de los negocios del amianto, Stephan Schmidheiny pas¨® a ejecutar una especie de lavado de biograf¨ªa"

Christopher Meisenkothen, abogado que representa a las v¨ªctimas italianas, respondi¨®: ¡°Se da una disminuci¨®n real del valor de los honores concedidos por una instituci¨®n cuando [...] se ve afectado por la inclusi¨®n de personajes controvertidos. Querr¨ªa pensar que una instituci¨®n como la Universidad de Yale pretende mantener y proteger la integridad de sus t¨ªtulos honor¨ªficos, as¨ª como promover los altos patrones ¨¦ticos con los que reconoce a los candidatos¡±.

O bilion¨¢rio suizo fue condenado, por el Tribunal de Tur¨ªn, a 18 a?os de prisi¨®n por la muerte de miles de personas por enfermedades relacionadas al amianto en la It¨¢lia"

El abogado de las v¨ªctimas pidi¨® la relaci¨®n de donaciones hechas por Schmidheiny a la universidad. En una primera carta, Yale neg¨® cualquier aporte de recursos. Meisenkothen, entonces, envi¨® copias de materiales de divulgaci¨®n de la propia universidad, en los cuales consta una donaci¨®n hecha por la Fundaci¨®n Avina a Yale, poco despu¨¦s de la concesi¨®n del t¨ªtulo al millonario. La direcci¨®n de Yale se disculp¨®, explicando que hab¨ªa investigado solo en las ¡°bases digitales¡± y no en los ¡°archivos de papel¡±, raz¨®n por la cual acab¨® por suministrar una ¡°informaci¨®n incorrecta¡±. Pero, aun as¨ª, reiter¨® su decisi¨®n de no revocar el t¨ªtulo. Los familiares de las v¨ªctimas prometen continuar presionando a la universidad y a la opini¨®n p¨²blica americana e internacional por la revocaci¨®n de los honores.

Yale es una instituci¨®n privada. El caso brasile?o es diferente. La Ordem do Cruzeiro do Sul es una condecoraci¨®n concedida por el Estado, un reconocimiento de los servicios prestados por un extranjero al pa¨ªs, envolviendo, por lo tanto, el conjunto de la poblaci¨®n brasile?a. Entre las estrategias planeadas por las v¨ªctimas brasile?as del amianto, adem¨¢s de una intensa campa?a en las redes sociales, est¨¢ que un parlamentario asuma la causa y la medalla sea retirada por el legislativo. Hay por lo menos un precedente en tr¨¢mite en el parlamento: la solicitud de retirada de la Ordem do Cruzeiro do Sul concedida a Alberto Fujimori, expresidente de Per¨², hoy condenado por graves violaciones a los derechos humanos.

El lavado de biograf¨ªa no es una novedad en la historia. Podr¨ªa ser m¨¢s explorada por historiadores. En general hay un camino tortuoso y una serie de lagunas entre la persona de carne y hueso, pasiones y villan¨ªas y el personaje limpio que se vuelve estatua en las plazas de cada ciudad. La diferencia del pasado y el presente, y en especial del presente con Internet, es que esa transici¨®n puede que no se complete con el ¨¦xito habitual.

A disputa sobre la biograf¨ªa de Stephan Schmidheiny podr¨¢ definir tanto la aceleraci¨®n de algunos desfechos como la inclusi¨®n de nuevos cap¨ªtulos en una historia en construcci¨®n"

Si antes bastaba poder econ¨®mico y pol¨ªtico para crear una nueva imagen, hoy los obst¨¢culos son muchos. Para empezar por el hecho de que hay actores, hasta ahora sin voz, que han pasado a gritar en las redes sociales y a organizar campa?as ruidosas con informaciones que el due?o de la biograf¨ªa hasta entonces heroica preferir¨ªa borrar. No gritos vac¨ªos, sino apoyados por documentaci¨®n: las v¨ªctimas italianas entregaron a la Universidad de Yale una carta de apoyo a su causa con el nombre de m¨¢s de 70 renombrados cient¨ªficos del mundo entero, as¨ª como las principales conclusiones de la Corte de Tur¨ªn, sacadas de una sentencia de m¨¢s de 800 p¨¢ginas. Conectadas por la tecnolog¨ªa y articuladas en las redes sociales, las v¨ªctimas del amianto prometen enfrentar a los asesores de imagen y gestores de crisis del millonario suizo y, con poco dinero, pero muchos apoyos por el mundo, construir una narrativa m¨¢s compleja para la vida de Stephan Schmidheiny. Disputan la escritura de la historia no en el futuro, sino ahora, en el presente.

Stephan Schmidheiny no es el ¨²nico magnate que, tras una vida turbulenta en el mundo de los negocios, decidi¨® convertirse en fil¨¢ntropo. Sea para expiar los pecados anteriores, sea por estrategia de marketing, sea para escapar de futuras condenas, sea por un ¨Cimprobable, pero no imposible ¨C arrepentimiento real. Por todo eso y alguna otra cosa. El mundo actual lo mueven algunos de estos hombres que invirtieron o donaron fortunas obtenidas de forma cuestionable, como m¨ªnimo, en fundaciones que financian causas correctas. Como la propia Fundaci¨®n Avina, de Schmidheiny, que est¨¢ lejos de ser la ¨²nica.

Em general hay un camino tortuoso y una hilera de lagunas entre la persona de carne, hueso, pasiones y vilanias y lo personaje ¡°limpinho¡± que vuelca estatua en las plazas de cada ciudad"

Esa realidad trae algunos dilemas ¨¦ticos a personas -hasta que se pruebe lo contrario en contrario id¨®neas y bien intencionadas- que se benefician de este apoyo para poner en marcha acciones importantes de reducci¨®n de la pobreza, protecci¨®n socioambiental o incluso de democratizaci¨®n de la informaci¨®n. Parece una ecuaci¨®n simple, pero est¨¢ lejos de serlo. Por un lado, el dinero obtenido de forma cuestionable, il¨ªcita o?incluso criminal, es empleado para proyectos de probada importancia. Por otro, aquellos que son financiados por este dinero ayudan a promover y a legitimar el lavado de la biograf¨ªa del donante, al colaborar en pasar una goma de borrar sobre la historia. Movimientos como el de las v¨ªctimas del amianto, al apuntar a la imagen de fil¨¢ntropo de Stephan Shmidheiny, abren una discusi¨®n espinosa que pocos est¨¢n interesados en llevar adelante. Pero tal vez es preciso tener el coraje de enfrentarla. En nombre de la transparencia, pero tambi¨¦n porque ampliar la complejidad de los nuevos dilemas nos hace madurar como sociedad.

?Villlano o h¨¦roe? Stephan Schmidheiny posiblemente no es ni lo uno ni lo otro, tal vez ambos en momentos yescenarios distintos. Entre sus errores tal vez est¨¦ creer que podr¨ªa trascender como un h¨¦roe, algo que, de hecho, casi consigui¨®. Pero Eternit fabric¨® demasiados fantasmas, en una ¨¦poca conectada como ninguna otra antes, para que eso se hiciera posible. Estos fantasmas hablan ahora por la boca de sus familiares vivos. Y hablan en red, para millones.

Aqueles que son financiados por el dinero de las fundaciones pueden estar ayudando a legitimar el lavado de la biograf¨ªa del donante"

Como ser humano, ni h¨¦roe ni villano, la tragedia de Stephan Schmidheiny es fascinante. Asumir los actos controvertidos de su familia durante casi un siglo ser¨ªa lo mismo que promover la destrucci¨®n de la memoria familiar, lo que no es f¨¢cil para nadie, rico o pobre. Tiene sentido creer que la ¨²nica elecci¨®n ¨¦tica posible habr¨ªa sido revelar y admitir la parte sombr¨ªa de la historia de Eternit, responsabilizarse por el pasivo humano y ambiental, indemnizando y apoyando los trabajadores, as¨ª como promoviendo la descontaminaci¨®n de las ciudades donde exist¨ªan f¨¢bricas. Y donar el resto del dinero para la investigaci¨®n de tratamientos y curas para las enfermedades del amianto. No por miedo de ser detenido -aunque ¨¦l ya ha dicho a la prensa que no quedar¨¢ ¡°preso en una c¨¢rcel italiana¡±- sino porque es lo moralmente correcto, aunque inmensamente duro.

Pero ese camino no es el de los h¨¦roes, solo el de los hombres. Estos necesitan convivir con sus errores y cobard¨ªas, cuando no con las manos manchadas de sangre, muchas veces en plaza p¨²blica. El camino de los hombres no da t¨ªtulos en Yale ni medallas de Exteriores, ni lugar de honor en conferencias mundiales de medioambiente, ni protagonismo en museos famosos. Stephan Schmidheiny prefiri¨® vender la empresa, transferir el pasivo a otras manos y concentrarse en invertir en la construcci¨®n de una imagen de benem¨¦rito. ?l, que seg¨²n el Tribunal de Tur¨ªn fue connivente con tanto mal, tal vez quiso demasiado: un lugar en la historia como h¨¦roe. Y entonces sus v¨ªctimas aparecieron para recordarle que es un villano ¨C y que los cad¨¢veres permanecer¨¢n insepultos mientras no haya justicia-.

Stephan Schmidheiny quise tal vez demasiado: un lugar en la historia como h¨¦roe. Y entonces sus v¨ªctimas aparecieron para recordarlo de que es un villano"

El 19 de diciembre de 2003, Jo?o Francisco Grabenweger, obrero de Eternit de Osasco que, por hablar alem¨¢n, fue una especie de int¨¦rprete y cicerone del joven Schmidheiny en sus pr¨¢cticas en la f¨¢brica brasile?a, escribi¨® una carta al millonario. A continuaci¨®n, un extracto: ¡°Perm¨ªtame preguntarle, se?or, ?ya ha le¨ªdo alg¨²n art¨ªculo sobre las v¨ªctimas de los campos de concentraci¨®n nazis? Aquellas que sobrevivieron reciben una compensaci¨®n econ¨®mica sustanciosa, con todos los derechos posibles. Cuando nosotros, exempleados de Eternit, fuimos mantenidos completamente ignorantes del hecho de que trabaj¨¢bamos en un campo de concentraci¨®n de amianto. Siendo buenos empleados, trabajamos con lo mejor que ten¨ªamos, con completo orgullo y dedicaci¨®n, para crear el imperio de cemento de amianto de la familia Schmidheiny. Pero ?qu¨¦ recibimos de la Madre Eternit? Lo que adquirimos fue una bomba de relojer¨ªa que hab¨ªa sido implantada en nuestros t¨®rax. (...) Le pido que nos ayude a garantizar la justicia con la que hemos so?ado para aquellos que dieron sus vidas por usted, se?or, y por su familia y sus negocios.¡±

Jo?o Francisco Grabenweger muri¨® de asbestosis, con una asfixia dolorosa, el 16 de enero de 2008. Nunca recibi¨® respuesta. Eternit, en otras manos, le ofreci¨® 27.000 d¨®lares para abandonar el proceso judicial en busca de indemnizaci¨®n.

De alg¨²n modo su carta, a?os antes del juicio en el Tribunal de Tur¨ªn, recordaba a Stephan Schmidheiny que ni aquellos que se creen dioses escapan del destino humano.

Eliane Brum es escritora, reportera y documentarista. Autora de los libros de no ficci¨®n A Vida Que Ningu¨¦m ve, O Olho da Rua y A Menina Quebrada y del romance Uma Dos. Email: elianebrum@uol.com.br . Twitter: @brumelianebrum