?Apartheid en los centros comerciales de S?o Paulo?
La Justicia de S?o Paulo permite que seis grandes superficies discrimen a sus clientes para evitar los llamados 'rolezinhos', invasi¨®n de j¨®venes de la periferia
Seis centros comerciales del Estado de S?o Paulo consiguieron ayer el apoyo de la Justicia para bloquear sus puertas autom¨¢ticas para que polic¨ªas y vigilantes privados identificasen a quien quisiera entrar. El blanco de la discriminaci¨®n: menores solos, pobres. Ese es el perfil de quien est¨¢ poniendo en jaque a varios centros comerciales del Estado con los llamados rolezinhos, encuentros multitudinarios de j¨®venes, convocados por las redes sociales que, incluso sin intenci¨®n de delinquir, incomodan a clientes y propietarios de tiendas.
No es la primera vez que las grandes superficies refuerzan su seguridad e identifican a quien no encaja en el perfil de consumidor cl¨¢sico, pero la orden provisional del juez prohib¨ªa y preve¨ªa una multa de 10.000 reales (cerca de 4.200 d¨®lares) a quienes participaran en ese tipo de manifestaci¨®n convocada ayer en cuatro centros comerciales del Estado. En el centro comercial JK Iguatemi, situado en la codiciada avenida Presidente Juscelino Kubitschek, los guardas jurados llegaron a prohibir la entrada de trabajadores, j¨®venes que no ten¨ªan aspecto de compradores de uno de los centros comerciales m¨¢s caros de la ciudad.
La convocataria del rol¨º (paseo, en su traducci¨®n libre), con 2.500 personas confirmadas en el Facebook, se diluyo incluso antes de comenzar ¨Cla foto de la decisi¨®n judicial pegada en la entrada del centro comercial se expandi¨® por las redes sociales antes del evento-, pero hubo enfrentamientos entre j¨®venes y polic¨ªas en el centro comercial Metro Itaquera, en la zona este de la ciudad, donde fue registrado el 7 de diciembre el primer episodio del fen¨®meno, con cerca de 6.000 participantes. La polic¨ªa, que calcul¨® que ayer se reunieron cerca de 1.000 adolescentes, actu¨® con violencia para dispersar a la multitud. Clientes del establecimiento registraron dos denuncias por robo y tumulto. Tres adolescentes fueron detenidos, aunque dos de ellos ya est¨¢n libres, seg¨²n la polic¨ªa.
Las convocatorias de esos j¨®venes, p¨²blico visto con desconfianza por las familias blancas de clase media-alta que prefieren pasar la tarde en estos establecimientos blindados por vigilantes privados al ocio en la calle, ha marcado la Navidad en S?o Paulo. El rol¨º del 15 de diciembre en el centro comercial de Guarulhos acab¨® con 23 detenidos, que fueron liberados poco despu¨¦s. No les acusaron de llevar drogas ni por robo. Hubo otras convocatarias como la del 4 de enero en el centro comercial Metro Tucuruvi, en la zona norte, donde la participaci¨®n de cerca de 400 j¨®venes, seg¨²n la Polic¨ªa Militar, hizo que las tiendas cerrasen sus puertas tres horas antes, incluso sin atisbo de tumulto.
El fen¨®meno de los rolezinhos, con caracter¨ªsticas similares a los llamados flash mobs (concentraciones espont¨¢neas de personas convocadas por las redes sociales en un determinado espacio para realizar una misma acci¨®n) ha dividido a la sociedad brasile?a, como tantos otros asuntos actuales del pa¨ªs. Hay quien asocia la decisi¨®n del juez a un ejercicio de apartheid. Son los que defienden que esos adolescentes de la periferia, en su mayor¨ªa negros que rozan el salario m¨ªnimo de 303 d¨®lares, est¨¢n poniendo el foco en la desigualdad de clases, en la opresi¨®n, incomodando a los m¨¢s ricos que buscan en los centros comerciales consumir con seguridad, lejos de la realidad de los muchachos. Al otro lado del debate, se sit¨²an los que los califican como v¨¢ndalos, defensores del espacio privado, amenazados por un movimiento sin lemas y sin objetivos claros que no entienden, y que creen que toda esa energ¨ªa y capacidad de convocatoria pueden ser invertidas en otras actividades: desde participar en protestas m¨¢s articuladas, como las de junio pasado, hasta buscar empleo.
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