Nueva Palestina: 7.000 personas exigen vivienda digna
Dos mil familias se organizan en un campamento en la zona sur de S?o Paulo para presionar al ayuntamiento para que construya casas populares en el lugar
Quien pasa por el borde de la carretera del M?Buey Mirim, en el barrio de Jardim ?ngela, en la zona sur de S?o Paulo, pierde el aliento al ver el tama?o del campamento Nova Palestina. Miles de barracas improvisadas con lonas azules, amarillas y negras ocupan el lugar desde el d¨ªa 29 de noviembre del a?o pasado para exigir una vivienda digna. "Tenemos 7.070 personas registradas, que tienen aqu¨ª su barraca. La lista de espera (para nuevas barracas) era de m¨¢s de 2.000 familias, solo que tras la lluvia del viernes, los cuadernos se mojaron. Ahora solo tenemos el nombre de 800¡±, explica Helena Santos, una de las coordinadoras del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, el MTST, que convoc¨® la ocupaci¨®n para presionar el ayuntamiento para construir viviendas populares en el lugar. Los ocupantes, en su mayor¨ªa, ganan el salario m¨ªnimo de 724 reales (308 d¨®lares). Considerando que el alquiler de una casa con dos habitaciones en esta zona no sale por menos de 600 reales, la matem¨¢tica de la dignidad es, de hecho, impracticable.
El terreno, seg¨²n indica el movimiento, tiene un mill¨®n de metros cuadrados y podr¨ªa ser utilizado para la construcci¨®n de las casas. Sin embargo, por tratarse de un tramo del llamado cord¨®n verde de la represa Guarapiranga y encuadrarse como Zona de Protecci¨®n y Desarrollo Sostenible, solo el 10% del espacio podr¨ªa ser utilizado para vivienda. ¡°Las personas creen que por colocar una barraca aqu¨ª ya tienen la casa garantizada¡±, explica Estela Maris de Jesus Sampaio que, hace seis a?os, participa voluntariamente de la coordinaci¨®n del movimiento. Sobre la t¨¢ctica de ocupaci¨®n para obtener la regularizaci¨®n es tajante: "Funciona. Porque si esperamos al Minha Casa Minha Vida, la casa no llega nunca", explica, refiri¨¦ndose al programa social creado por el gobierno Lula en 2009, que facilita la compra venta de vivienda con intereses subvencionados a la poblaci¨®n de menor poder aquisitivo.
Estela comenz¨® en el movimiento en 2004, durante la ocupaci¨®n del Jardim Salete, en el extremo oeste de la ciudad. Su experiencia tuvo resultado: su casa ya est¨¢ en construcci¨®n, en un emprendimiento de 17 edificios populares con 60 apartamentos cada uno, en el propio barrio.
Si el MTST consigue cambiar la calificaci¨®n del ¨¢rea de Nova Palestina a Zona Especial de Inter¨¦s Social, el 30% de la regi¨®n podr¨ªa utilizarse para construir viviendas, lo que a¨²n ser¨ªa insuficiente para la cantidad de personas sin techo que buscan amparo en el movimiento. El lugar est¨¢ a m¨¢s de 25 kil¨®metros del centro pero, considerando las dificultades de transporte de la megal¨®polis, est¨¢ bien comunicado. A pocos metros est¨¢ la Terminal de autob¨²s Jardim ?ngela y el hospital municipal de M?Buey Mirim, lo que atrae muchas personas que viven de alquiler en varias partes de la ciudad, ¡°incluso de Pavos, barrio que est¨¢ en el extremo norte de la capital, a 50 kil¨®metros del campamento¡±, cuenta Osmar Barbosa de Santos, uno de los coordinadores del MTST.
La esperanza es lo que mueve esas personas a renunciar a lo poco que tienen para vivir con nada. Al o¨ªr la expresi¨®n ¡°casa propia¡± no hay qui¨¦n no se emocione. Los bloques actuales est¨¢n organizados por ¡°barrios¡±, identificados por n¨²meros y letras. Cada cu¨¢l posee su grupo de trabajo encabezado por coordinadores y con encargados de la limpieza, cocina y seguridad. A pesar de la buena voluntad de muchos voluntarios, las condiciones son insalubres. Sobre la previsi¨®n de permanencia del asentamiento, Helena levanta los hombros, con poca esperanza. "A¨²n estamos esperando una posici¨®n del ayuntamiento, vamos a ver si la semana que viene sale alguna cosa", responde.
Nueva Palestina
El MTST comienza a organizar una ocupaci¨®n con, como m¨ªnimo, seis meses de antelaci¨®n. ¡°Tras escoger la zona que ser¨¢ ocupada, hacemos un grupo, acerc¨¢ndonos a las personas m¨¢s pobres y habitantes de ¨¢reas de riesgo para que vengan a ocupar el terreno¡±, explica Estela. As¨ª fue con Nova Palestina, nacida el 29 de noviembre de 2013 con una poblaci¨®n inicial de 2.000 personas, todas habitantes de los barrios Jardim Capilla, Parque del Lago, S?o Pedro, S?o Sebasti?o, Vila Cal¨² y Jardim Aracati, zona sur de S?o Paulo. Despu¨¦s del asentamiento, comenzaron las asambleas para definir reglas de convivencia y de ocupaci¨®n, que ahora cuenta con m¨¢s de 7.000 habitantes de varias partes del pa¨ªs.
El espacio ocupado es un laberinto de casuchas, algunas con camas y televisi¨®n, otras sin nada. El suelo, de tierra batida. Saneamiento y agua corriente, inexistentes. Energ¨ªa el¨¦ctrica obtenida a trav¨¦s de cables que se estiran desde los postes de la Carretera del M?Buey Mirim. A pesar de eso, solo las cocinas est¨¢n autorizadas a utilizarlos, por el riesgo de incendio. El reportaje de EL PA?S encontr¨® varias hogueras encendidas para eliminar la basura que, en teor¨ªa, deber¨ªa llevarse hasta la calle m¨¢s pr¨®xima para que sea recogida.
El calor dentro de las barracas es insoportable. Seg¨²n los organizadores, no est¨¢ permitido construir con madera ni con ladrillo, porque dejar¨ªa de ser una ocupaci¨®n para convertirse en favela - tipo de vivienda en el que vive el 6% de la poblaci¨®n brasile?a, seg¨²n datos del Instituto Brasile?o de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica de 2010-.
El nombre de la ocupaci¨®n se escogi¨® en una asamblea, como todas las decisiones del MTST. Las opciones eran variadas, desde Che Guevara, a Chico Mendes y Franja de Gaza¡§, recuerda Osmar. El terreno entonces fue bautizado como Nova Palestina, en referencia a la 'tierra prometida' del pueblo ¨¢rabe palestino.
A diferencia de la realidad en Oriente Medio, esta Nova Palestina consigui¨® crear herramientas m¨¢s democr¨¢ticas en funci¨®n de un inter¨¦s com¨²n de los ocupantes, de legalizar esta tierra en nombre de todos. Las reuniones, donde todos pueden participar, son diarias, a las siete de la tarde, en uno de los puntos m¨¢s altos del terreno, una especie de plaza p¨²blica sin bancos, solo con una bandera roja del MTST y un peque?o atril. Los encuentros tienen amplia participaci¨®n y es all¨ª donde informan sobre la marcha del proceso de legaliza??o del asentamiento, actividades y noticias del campamento. Ayer, la gran novedad era que la Globo, la red de comunicaci¨®n con mayor audiencia en el pa¨ªs, ir¨ªa hasta all¨¢ para grabar durante la noche.
Existe un esfuerzo para que el ¨¢rea se mantenga libre de comercios, iglesias, drogas y bebidas alcoh¨®licas. Dentro del campamento no hay venta de bebidas, pero las barracas que se montaron en los m¨¢rgenes de la carretera venden cachaza, catuaba (bebida t¨ªpica del pa¨ªs a la que atribuyen propiedades afrodisiacas) y cerveza. Ante las m¨¢s de 7.000 personas en situaci¨®n de pobreza, el asedio de las iglesias evang¨¦licas es grande. ¡°Lleg¨® un pastor aqu¨ª, al comienzo, que quer¨ªa que la gente le diese un pedacito de tierra para su 'reba?o'. Dijimos que no, porque no ser¨ªa muy diferente de un comercio, pues hay dinero de por medio¡±, cuenta Osmar.
No todas las barracas est¨¢n ocupadas, ya que muchas personas dejaron la estructura de lona solo para reivindicar el espacio y estar entre los candidatos a una casa propia. Quien se queda all¨ª todo el d¨ªa, por voluntad propia o por necesidad incluso, trabaja voluntariamente para mantener el lugar limpio, para alimentar a los centenares de ni?os y recibir las donaciones, que van desde leche y alimentos no perecederos a neveras y fogones.
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