Los justicieros de Tierra Caliente
Cientos de civiles armados mantienen desde hace un a?o una guerra abierta contra los narcos que controlan Michoac¨¢n ante los ojos de un Estado mexicano rebasado Los grupos de autodefensa reconquistan poco a poco el terreno controlado por los Caballeros Templarios. EL PA?S asiste a sus ¨²ltimos avances
"Soy el Comandante Cinco¡±. Un hombre alto, de unos 40 a?os, viste una camiseta blanca y una gorra negra. Estrecha la mano con seguridad. Lo custodian decenas de hombres armados. ¡°M¨ªrame bien, que yo voy con el rostro descubierto¡±. Es el jefe encargado de Par¨¢cuaro, uno de los municipios controlados por las autodefensas mexicanas, milicias levantadas en armas contra el c¨¢rtel del narco que domina la zona. Est¨¢n en una mansi¨®n de 300 metros cuadrados que, cuentan, pertenec¨ªa a un sicario al que apodaban El Botas. Lleva una pistola plateada. Muestra un m¨®vil BlackBerry. ¡°Mira, esta es la foto que le mand¨¦ a mi familia. Aqu¨ª estoy yo con las dos que me cuidan¡±. En una mano empu?a un estandarte de la virgen de Guadalupe. En la otra, una AK-47. Bienvenidos a Michoac¨¢n.
¡°En Michoac¨¢n no se mueve una ardilla si no lo ordenan Los Caballeros Templarios¡±. El empresario pronuncia la frase sin inmutarse, como quien dice una obviedad. Fuma un cigarro y se?ala a su alrededor. ¡°Aqu¨ª est¨¢n¡±. Es de Morelia, una ciudad de 800.000 habitantes y la capital de Michoac¨¢n, un Estado al suroeste de M¨¦xico que concentra el conflicto m¨¢s grave que ha vivido el pa¨ªs en por lo menos 20 a?os. Y Los Caballeros Templarios son el c¨¢rtel del narco que manda aqu¨ª.
Si un narcotraficante pudiera dise?ar el sitio ideal para operar, el resultado ser¨ªa Michoac¨¢n. Tiene 270 kil¨®metros de costa con el Pac¨ªfico. Est¨¢ en l¨ªnea recta con Ciudad Ju¨¢rez, la principal entrada de coca¨ªna a Estados Unidos. Su tierra, f¨¦rtil, es el campo ideal para el cultivo de droga. Su zona boscosa esconde la mayor cantidad de laboratorios de metanfetamina del pa¨ªs. Sus pueblos, de dif¨ªcil acceso, son un escondite inmejorable. Sus barrancos, profundos, el lugar id¨®neo para arrojar cuerpos.
En un barranco a las afueras de un sitio al que llaman Nueva Italia (cuando en realidad su nombre es M¨²gica, pero nada en Michoac¨¢n es lo que parece) hay unos cinco altares a la Santa Muerte. Alguien escribi¨® en uno de ellos: ¡°Defenderte, sant¨ªsima, siempre¡±. El silencio es atronador. Hay unos camiones atravesados en la peque?a carretera que conduce al centro de la ciudad, de 30.000 habitantes. ¡°V¨¢yase por la autopista¡±, indica un hombre que se identifica como taxista.
Nueva Italia es un municipio controlado por las autodefensas, civiles armados que se levantaron en armas el 24 de febrero de 2013 porque estaban hartos, dicen, de los abusos de Los Templarios. Extorsiones, violaciones, asesinatos cometidos en absoluta impunidad. ¡°Todos sabemos qui¨¦nes son, le hemos dado los nombres a la polic¨ªa una y otra vez, pero no hacen nada¡±, comenta resignada Carmen, una mujer de unos 40 a?os de Ant¨²nez, un peque?o poblado a unos 10 kil¨®metros de ah¨ª. La crueldad de los sicarios lleg¨® a tal nivel que obligaban a los pobladores a entregarles la poca comida que guardaban en sus casas para destruirla frente a sus ojos. ¡°Les pasaban las camionetas encima¡±, cuenta.
La f¨¦rtil tierra de Michoac¨¢n es ideal para el cultivo de droga. Sus barrancos, id¨®neos para arrojar cuerpos
Carmen est¨¢ de negro, en el pante¨®n. Ant¨²nez est¨¢ de luto. El pueblo entero entierra a sus muertos. Son dos. Mario P¨¦rez Sandoval, de 56 a?os, que se enfrent¨® al Ej¨¦rcito, dicen sus familiares, armado con piedras y palos. Cuentan los vecinos que un militar lo mat¨®. Y Rodrigo Ben¨ªtez, un jornalero de 27 a?os, que hab¨ªa acudido a la salida del pueblo en respuesta al repique de campanas que alert¨® a la poblaci¨®n de la llegada de los soldados. Una bala lo mat¨® por la espalda en el fuego cruzado. El ambiente es de tensa calma en Ant¨²nez. Al paso de los ata¨²des la gente aplaude. Gritan a los reporteros: ¡°Eso, cuenten eso, que lo vean all¨¢ de donde sean ustedes¡±.
Hace solo un d¨ªa que el Ej¨¦rcito intent¨® desarmar a los autodefensas, despu¨¦s de que la violencia en el Estado alertara al Gobierno federal de la gravedad de la situaci¨®n. Las milicias controlan ya una quinta parte de Michoac¨¢n y amenazan con avanzar a Apatzing¨¢n, la ciudad m¨¢s importante de la regi¨®n, e incluso a Morelia, la capital, que est¨¢ a tres horas en coche del Distrito Federal.
El secretario de Gobernaci¨®n mexicano, Miguel ?ngel Osorio Chong, anunci¨® en un solemn¨ªsimo acto el lunes en Morelia el Operativo Michoac¨¢n, el en¨¦simo plan del Gobierno para intentar mitigar la violencia, que no ha reducido en por lo menos 10 a?os. En su discurso no pronunci¨® la palabra maldita por los habitantes de Tierra Caliente: ¡°Templarios¡±. En todo lo que va de este a?o, el presidente Enrique Pe?a Nieto, a la noche del jueves pasado y a 12 d¨ªas de iniciada la crisis, no hab¨ªa mencionado en un discurso p¨²blico la palabra ¡°Michoac¨¢n¡±. En su mensaje de A?o Nuevo, transmitido por la televisi¨®n nacional, ni siquiera dijo ¡°violencia¡±.
¡°?D¨®nde est¨¢ el gobernador? ?D¨®nde est¨¢ el presidente? ?Que vengan, que no les d¨¦ miedo!¡±, exclama una de las mujeres del pueblo. ¡°Sepan que el pueblo de Ant¨²nez est¨¢ con estas personas¡±. Se?ala a la decena de hombres armados que custodian el humilde funeral. Pasean con AK-47, rifles, pistolas, escopetas. Visten una camiseta blanca con un letrero: ¡°Polic¨ªa comunitaria¡±. Autodefensas.
Los gritos se pierden entre sollozos. Antes que comenzara la guerra, Mario P¨¦rez era un campesino. Era tambi¨¦n padre de tres hijos. Dos inmigraron a Estados Unidos. El tercero, un jovencito de unos 16 a?os, es sostenido en hombros por dos amigos. Rodrigo Ben¨ªtez, el muchacho de 27 a?os, era un hombre apuesto, delgado, de nariz recta y con bigote. Cobraba solo 100 pesos a la semana, apenas cinco euros. Deja nueve hermanos y una madre desconsolada. ¡°Yo le ped¨ª que no fuera, yo le ped¨ª que no fuera¡±, repite, rota por el dolor. ¡°Pero me dijo, mam¨¢, ahorita vengo, no te preocupes¡±. Debajo de los ata¨²des hay unos limones, abundantes en la zona, y una cruz pintada con ceniza.
El Ej¨¦rcito intent¨® desarmar a las autodefensas ante la gravedad de la situaci¨®n
Los muertos en Michoac¨¢n se cuentan por decenas. Al mes. En 2013 murieron 990 personas: el a?o m¨¢s violento en un Estado de 4,3 millones de habitantes que nunca ha sido tranquilo. No hay pueblo michoacano que no repita la misma letan¨ªa: ¡°Aqu¨ª ha desaparecido gente, aqu¨ª han matado a muchos¡±. El sur mexicano concentra las regiones m¨¢s pobres del pa¨ªs: Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoac¨¢n. ¡°Imagina esto: un padre desempleado, con hijos veintea?eros. Y como no tienen qu¨¦ comer, uno se une a Los Templarios. Invita a otro, y otro invita a otro m¨¢s. Y as¨ª, decenas de miles¡±, reconoce un funcionario estatal.
Otros explican que el problema se debe a la tradici¨®n. Michoac¨¢n ha sido una regi¨®n crucial ¡ªy convulsa¡ª para la historia de M¨¦xico. Los ind¨ªgenas de esta zona, los pur¨¦pechas, nunca fueron conquistados por el Imperio Azteca. Su lengua es de las m¨¢s antiguas del continente y no tiene relaci¨®n alguna con ninguna otra de Am¨¦rica. El pur¨¦pecha, como el euskera, es una lengua aislada. El mayor peri¨®dico de la regi¨®n, La Voz de Michoac¨¢n, incluye una secci¨®n escrita en pur¨¦pecha.
Los ejemplos siguen. El Movimiento de Independencia, en 1810, germin¨® aqu¨ª. L¨¢zaro C¨¢rdenas del R¨ªo, el presidente que abri¨® las puertas al exilio espa?ol de la Guerra Civil y que expropi¨® la industria petrolera, naci¨® en Michoac¨¢n. En la revoluci¨®n, ninguno de los grupos dominantes armados (ni el Ej¨¦rcito, ni los hombres de Emiliano Zapata, ni los de Pancho Villa) entr¨® aqu¨ª. ¡°Los rebeldes dominan Michoac¨¢n¡±, reza el titular de un breve publicado en The New York Times el 21 de agosto de 1919. ¡°El territorio es dominado por las milicias de Gordiano Guzm¨¢n, que se esconde en Arteaga. El Gobierno mexicano dice que sabe en qu¨¦ sitio est¨¢, pero Guzm¨¢n, de alguna manera, siempre que ha estado rodeado ha conseguido escapar¡±. En Arteaga, al sureste del Estado, cuentan que se esconde Servando G¨®mez La Tuta, uno de los principales l¨ªderes de Los Templarios. Osorio Chong ha dicho esta semana que el Gobierno tiene ubicados a unos tres jefes.
Michoac¨¢n es un hervidero de rumores. ¡°Los Templarios est¨¢n all¨¢, en Apatzing¨¢n", dicen en Ant¨²nez. Apatzing¨¢n es el epicentro econ¨®mico y pol¨ªtico de Tierra Caliente, Michoac¨¢n. Es la cuarta ciudad del Estado, con 80.000 habitantes. Y los sicarios han operado all¨ª desde hace, por lo menos, ocho a?os. Tras la toma de Par¨¢cuaro, hombres desconocidos atacaron bancos, tiendas. Amenazaron con incendiar el mercado. La espiral de violencia oblig¨® al Gobierno mexicano a convertirlo en el centro del operativo anunciado esta semana. El martes fue el primer d¨ªa.
Helic¨®pteros sobrevuelan la zona. Decenas de coches militares y de la polic¨ªa federal transitan por las calles. Todo est¨¢ cerrado. Hasta su catedral, que luce una bandera blanca con la leyenda: ¡°Paz en Apatzing¨¢n¡±. El hospital solo atiende urgencias. Don Celestino, un hombre de unos 50 a?os, vende fruta en la puerta. ¡°Dicen en mi pueblo que si no tengo miedo, pero yo lo que tengo es hambre¡±, cuenta. Un militar muy joven, que dice que es de Chiapas, est¨¢ a unos pasos. ¡°Yo es que con todos quedo mal. Los autodefensas dicen que protejo a Los Templarios, y Los Templarios que a los autodefensas¡±, dice.
En 2013 murieron 990 personas. En la zona se repite esta letan¨ªa: "Aqu¨ª han desaparecido a gente"
La econom¨ªa de Apatzing¨¢n est¨¢ pr¨¢cticamente destruida. Los peque?os empresarios han organizado t¨ªmidas manifestaciones para denunciar la situaci¨®n. Todos cuentan que los narcotraficantes les cobran cuota: extorsi¨®n. Var¨ªa, pero suele rondar el 10% de sus ganancias. El estado de sitio de facto al que los narcotraficantes han sometido a la ciudad ha causado desabastecimiento de gasolina, gas butano, alimentos... Hasta Coca-Cola, una compa?¨ªa famosa por distribuir sus productos en los lugares m¨¢s rec¨®nditos del mundo, ha suspendido algunas veces sus repartos en Apatzing¨¢n. Los asesinatos y las desapariciones ya no son noticia. ¡°Si esto ha pasado aqu¨ª desde hace a?os, ?por qu¨¦ vienen hasta ahora?¡±, pregunta un vendedor de helados.
¡°Estamos en guerra. Y digo estamos porque yo estoy con las autodefensas y estoy, con mi pueblo, en guerra contra ellos¡±, relataba en septiembre Mar¨ªa Mariscal Maga?a, regidora de Buenavista Tomatl¨¢n, un municipio a unos kil¨®metros de Apatzing¨¢n. Era una mujer esbelta, morena, de ojos grandes. ¡°Las amenazas llegan de todos lados, pero no vamos a dar marcha atr¨¢s¡±. Siempre ¡°nosotros¡± y ¡°ellos¡±. Contaba que los jornaleros hu¨ªan por decenas, aterrorizados. De 200 mexicanos que intentaron entrar a EE?UU por Tijuana en agosto de 2012, 44 eran de Buenavista.
Un sicario la hab¨ªa amenazado. La acus¨® de manejar una cuenta de Facebook vinculada con las autodefensas. Ella lo negaba. ¡°Yo ten¨ªa una, pero ya la cerr¨¦¡±. Dec¨ªa que el hermano de ese sicario llam¨® a su hermana, que vive en San Jos¨¦ (California), y le dijo que le advirtiera a la regidora que ¡°le bajara¡±. Mariscal afirmaba que su hermana le hab¨ªa pedido que se fuera a vivir con ella. ¡°Adem¨¢s, estoy embarazada¡±, a?ad¨ªa. Desapareci¨® el 10 de diciembre de 2013. La ¨²ltima vez que la vieron fue en Apatzing¨¢n.
Mariscal marchaba a un costado de Jos¨¦ Manuel Mireles, el l¨ªder del movimiento, el 26 de octubre de 2013. Ese d¨ªa Mireles encabez¨® una manifestaci¨®n pac¨ªfica para pedir la expulsi¨®n de Los Templarios. Entraron y se detuvieron frente a la alcald¨ªa de la ciudad. Les respondieron con tiros y granadas. Nadie result¨® herido de milagro.
Mireles sufri¨® un accidente el s¨¢bado 4 de enero, el mismo d¨ªa de la toma de Par¨¢cuaro. El domingo 12 recibi¨® el alta y est¨¢ en un sitio desconocido, supuestamente cercano a la Ciudad de M¨¦xico. ¡°Deseamos su pronta recuperaci¨®n, doctor Mireles¡±, dice la pancarta que sostienen tres mujeres en el centro de Par¨¢cuaro. Las autodefensas han reunido al pueblo para informarles del anuncio del Gobierno. La entrada al pueblo es custodiada en todo el tiempo por guardias comunitarios.
El Comandante Cinco les pregunta: ¡°?Est¨¢n contentos de que estemos aqu¨ª?¡±.
Cientos responden al un¨ªsono: ¡°?S¨ª!¡±.
Pregunta: ¡°?Quieren que nos vayamos?¡±.
¡°Esto es un polvor¨ªn y tiene la mecha muy corta¡±, cuenta una fuente del Gobierno estatal. ¡°Hay al menos 15.000 hombres armados en todo el Estado¡±, reconoce
De nuevo, todos: ¡°?No!¡±.
¡°Esto es un polvor¨ªn y tiene la mecha muy corta¡±, cuenta una fuente del Gobierno estatal. ¡°Hay al menos 15.000 hombres armados en todo el Estado¡±, reconoce. ¡°Lo del lunes sali¨® barato para la tensi¨®n que hay aqu¨ª¡±. Se refiere a los dos muertos de Ant¨²nez. ¡°Pudieron haber muerto decenas¡±. Los Templarios, afirma, tienen presencia en los 113 municipios de Michoac¨¢n. Hay siete l¨ªderes. Entre ellos Nazario Moreno, El Chayo, un hombre al que el Gobierno de Felipe Calder¨®n presumi¨® de haber matado en diciembre de 2010 y que, se cree, est¨¢ vivo en Apatzing¨¢n. El rumor se ha propagado en el pa¨ªs hasta hace pocos meses. En Michoac¨¢n desment¨ªan su supuesto asesinato a los pocos d¨ªas del pomposo anuncio de Calder¨®n.
El Gobierno no ha informado de la muerte de los autodefensas o sicarios en los abundantes choques que se han sucedido desde febrero de 2013. Pero en Par¨¢cuaro cuentan que los hay, y muchos. ¡°Solamente el s¨¢bado matamos a 16 [templarios]¡±, se jacta un miembro de las guardias comunitarias. Ense?a un m¨®vil y muestra una foto de un hombre muerto. ¡°Y ah¨ª los dejamos para que los animales se los coman. All¨¢ en el cerro est¨¢ el zopiloter¨ªo¡±. Zopilote: buitre en mexicano.
En la mansi¨®n de El Botas, convertida en cuartel de los autodefensas, los hombres y mujeres r¨ªen y presumen, orgullosos, de formar parte del grupo. ¡°?ndele, t¨®meme m¨¢s fotos, que al cabo mi mam¨¢ ya sabe que estoy aqu¨ª¡±, cuenta uno de ellos. El Comandante Cinco saca un fajo de billetes y le entrega dos a una de las mujeres: ¡°Vete a comprar cosas para limpiar el piso¡±, le indica. Explica que su financiaci¨®n proviene de empresarios de la regi¨®n y niegan que un c¨¢rtel rival los est¨¦ apoyando. Las armas, cuenta, son trofeos de guerra. ¡°Se las quitamos a Los Templarios que matamos¡±.
Un comisario de la Polic¨ªa federal en la regi¨®n afirma que los autodefensas ¡°no son unas blancas palomitas¡± y que, en su opini¨®n, al menos el c¨¢rtel Nueva Generaci¨®n, de Jalisco, est¨¢ detr¨¢s de su financiaci¨®n. El Comandante Cinco lo niega una y otra vez. ¡°Eso no es verdad, esta es una regi¨®n rica. Mire usted a su alrededor¡±. Afirma que el dinero proviene de las donaciones de empresarios y ganaderos.
Horas m¨¢s tarde, el mi¨¦rcoles, el Comandante Cinco le anuncia al pueblo el acuerdo con el que las autodefensas han llegado, de momento, por el Gobierno. Afirma que no van a dar marcha atr¨¢s y que no entregar¨¢n las armas hasta que detengan ¡°a todos Los Templarios¡±. Les pide que reciban a los federales que llegar¨ªan en unas horas al pueblo. ¡°Pero no los vamos a dejar solos¡±, repite. Ese mismo d¨ªa, el Gobierno mexicano anunci¨® que hab¨ªa detenido a un ¡°l¨ªder importante¡± de Los Caballeros Templarios. Cuando se anuncia el nombre, decepci¨®n. Nadie reconoce al detenido. ¡°?Y ese qui¨¦n chingados es?¡±, pregunta el Comandante.
Es noche de luna llena. El cielo luce estrellado en medio de la oscuridad de la sierra michoacana. Los ¨²nicos destellos son los faros de los coches que pasan. En Morelia se ha comenzado a pronunciar abiertamente la palabra ¡°Templario¡±. Hasta hace muy poco, por a?os, para referirse a los narcotraficantes dec¨ªan solamente ¡°ellos¡± o ¡°los malos¡±. Lo mismo ocurri¨® en Tamaulipas, otro Estado flagelado por el narcotr¨¢fico, al noreste del pa¨ªs. Los tamaulipecos se refieren a Los Zetas, el c¨¢rtel que domina su zona, como los del grupo de ¡°la ¨²ltima letra del abecedario¡±.
Tambi¨¦n, en Morelia, cierta parte de la burgues¨ªa acepta en privado que simpatiza con las autodefensas. Una encuesta local calcula que el 58% de la poblaci¨®n de Michoac¨¢n aprueba el movimiento, aunque el 46,7% no cree que su ¨²nico objetivo sea restablecer la seguridad.
La capital michoacana, de 800.000 habitantes, es patrimonio cultural de la humanidad y es sede del festival de cine m¨¢s importante del pa¨ªs. Tambi¨¦n, hasta hace muy poco, era conocida en el pa¨ªs solamente por su intensa actividad cultural. Pero el ataque terrorista del 15 de septiembre de 2008, cuando la poblaci¨®n civil fue atacada con granadas por unos desconocidos, marc¨® un antes y un despu¨¦s. Murieron siete adultos y un ni?o. Tambi¨¦n muri¨® la imagen apacible de Morelia.
La noche del mi¨¦rcoles, un grupo de desconocidos sali¨® a la calle a dar tiros en varias carreteras de la zona. ¡°Nos dijeron: ¡®Aqu¨ª estamos¡±, cuenta el empresario moreliano mientras termina su caf¨¦ en la capital. En Ant¨²nez, unas horas antes, un hombre de 60 a?os, campesino, con sandalias y la ropa manchada de tierra hab¨ªa gritado junto a los f¨¦retros de dos personas: ¡°?Queremos paz en Michoac¨¢n! ?Paz en Michoac¨¢n! ?Paz en Michoac¨¢n!¡±.
Un cirujano contra el narcotr¨¢fico
Apatzing¨¢n es una ciudad de 80.000 habitantes, colindante con pueblos que suman 20.000 m¨¢s, en el centro de la Tierra Caliente michoacana. Apatzing¨¢n es tambi¨¦n, de facto, el centro pol¨ªtico y econ¨®mico de Los Caballeros Templarios, el c¨¢rtel que domina la zona. El 26 de octubre de 2013 entraron a la ciudad decenas de coches, camionetas y 4¡Á4. En uno de ellos viajaba Jos¨¦ Manuel Mireles, un m¨¦dico de unos cincuenta a?os, que es uno de los l¨ªderes de las autodefensas, civiles armados levantados en guerra contra el narco.
Mireles convoc¨® a los habitantes de Apatzing¨¢n en la plaza principal. Acudieron unos cientos. Le acompa?aban pobladores de las comunidades ya ocupadas por las autodefensas desde el 24 de febrero de 2013, cuando en Tepalcatepec se inici¨® el movimiento. Justo en la comunidad en la que vive Mireles.
Cuando llegaron a la plaza, un desconocido dispar¨® desde una de las torres de la catedral. Lanz¨® una granada. Mireles fue uno de los pocos que no tuvo que salir corriendo ni refugiarse bajo una cornisa. En ese momento lo entrevistaban para una radio local. Todos los negocios estaban cerrados y no hab¨ªa d¨®nde meterse.
El doctor, hijo de un agricultor y un ama de casa, con los 50 a?os cumplidos y tres hijos, es un hombre ¡°valiente¡±, presumen sus compa?eros. Apuesto y de rasgos muy caracter¨ªsticos, ojos verdes, cabello gris, bigote y 1,90 de estatura, sonr¨ªe poco, y cuando lo hace, suele ser para posar obligado en una foto, animar a sus compa?eros o como cierre a un comentario amargo: ¡°Vamos a tratar de no morir¡±, dec¨ªa antes de la incursi¨®n a la ciudad de Apatzing¨¢n.
La lucha del doctor, como lo llaman sus vecinos de Tepalcatepec, contra el narco ¡ª¨¦l mismo fue v¨ªctima de un secuestro, a su padre le robaron propiedades y algunos familiares fueron asesinados¡ª fue difundida en junio de 2013, cuando en otro v¨ªdeo colgado en las redes sociales afirmaba que la gota que hab¨ªa colmado el vaso fue que Los Templarios se llevaban a sus mujeres ¡°y no las devolv¨ªan hasta que estaban embarazadas¡±.
El exportavoz del Gobierno del Estado de Michoac¨¢n, Julio Hern¨¢ndez, le acus¨® entonces de haber sembrado marihuana. Cuando este peri¨®dico pidi¨® pruebas al Gobierno michoacano, Hern¨¢ndez envi¨® un correo desde una cuenta an¨®nima de Hotmail unos recortes escaneados de La Voz de Michoac¨¢n que, en efecto, hablan de la detenci¨®n de un se?or llamado Jos¨¦ Manuel Mireles por supuesto cultivo de droga. Sin embargo, ¨¦l siempre neg¨® tales acusaciones.
La tarde del ataque a Apatzing¨¢n, el doctor mantuvo una reuni¨®n de casi tres horas con el Ej¨¦rcito y la Polic¨ªa. Cuando por fin acordaron regresar a sus pueblos escoltados por las fuerzas de seguridad hab¨ªa ca¨ªdo la noche. ¡°C¨¢mbiese la camiseta. Lleva de blanco todo el d¨ªa y es un objetivo f¨¢cil a muchos metros de distancia¡±, le dijo un militar. El doctor obedeci¨® al instante. Despu¨¦s pidi¨® a su hijo: ¡°Llama a tu madre, anda, y dile que ya vamos a casa y que estamos bien¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.