La investigaci¨®n que valid¨® las fotos del horror sirio
Forenses y juristas se reunieron en un hotel con el desertor que hab¨ªa logrado sacar 55.000 im¨¢genes de cad¨¢veres
Susan Black es una reputada forense y antrop¨®loga escocesa. Hace doce d¨ªas recibi¨® una llamada de tel¨¦fono. Era el despacho de abogados londinense Carter-Ruck y ten¨ªa una propuesta de trabajo para ella. Deb¨ªa viajar a un tercer pa¨ªs, donde examinar¨ªa miles de fotograf¨ªas de cad¨¢veres y decidir¨ªa si aquellas fotos eran veraces. Luego conocer¨ªa a C¨¦sar, el informante que hab¨ªa aportado las fotos y tratar¨ªa de averiguar si la informaci¨®n que mostraban las im¨¢genes casaba con la versi¨®n del garganta profunda. Tres veteranos juristas internacionales y otros forenses la acompa?ar¨ªan en la misi¨®n, le explicaron.
Lo que ni Black ni sus compa?eros imaginaron tras recibir aquellas llamadas es que lo que iban a encontrar en las fotos podr¨ªan ser las pruebas documentales m¨¢s precisas y concluyentes de supuestos cr¨ªmenes contra la humanidad cometidos por el r¨¦gimen sirio de Bachar el Asad. Que iban a enfrentarse a miles de im¨¢genes de cuerpos muertos de hambre, apaleados o estrangulados en c¨¢rceles sirias. Y que iban a desvelar un sofisticado entramado burocr¨¢tico en el que los asesinatos se fotograf¨ªan, se clasifican y almacenan con un celo y una frialdad de espanto.
Los investigadores concluyen en su informe que al menos 11.000 personas murieron en tres c¨¢rceles sirias, a cuyas v¨ªctimas mortales C¨¦sar, un expolic¨ªa militar, tuvo acceso. El informe de 31 p¨¢ginas que Black y sus compa?eros escribieron en apenas tres d¨ªas ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en la foto fija de un conflicto que se ha cobrado m¨¢s de 130.000 muertos en los ¨²ltimos tres a?os. Las potencias mundiales, reunidas esta semana en Suiza han sido una vez m¨¢s incapaces de poner freno a la barbarie que desangra Siria. La esperanza de que las im¨¢genes se conviertan en el Srebrenica sirio que fuerce al mundo a actuar no se ha materializado de momento.
Desmond de Silva, el fiscal que llev¨® al presidente Charles Taylor ante la justicia internacional por cr¨ªmenes de guerra ha presidido la investigaci¨®n y fue el encargado de poner en pie el equipo que pasar¨ªa una semana reunido en un pa¨ªs de oriente pr¨®ximo con el desertor, analizando las supuestas pruebas. De Silva fue el encargado de decidir qui¨¦n le acompa?ar¨ªa en la investigaci¨®n: David Crane, tambi¨¦n fiscal del tribunal penal internacional para Sierra Leona y Geoffrey Nice, fiscal jefe tribunal penal para la antigua Yugoslavia que acus¨® al expresidente Milosevic de genocidio. Entre los tres, acumulan casi un siglo de interrogatorios, parte de ellos dedicados a incriminar a jefes de Estado. Su trabajo consist¨ªa esta vez en interrogar al desertor y determinar si era o no cre¨ªble. Tres forenses, una de ellas Black se encargar¨ªan de verificar la autenticidad de las im¨¢genes.
El s¨¢bado 11 de enero De Silva y otros tres componentes del equipo se instalaron en el hotel de un pa¨ªs, cuya identidad prefieren no desvelar para proteger al testigo. Durante los tres primeros d¨ªas, los juristas interrogaron al desertor, que el propio De Silva apod¨® C¨¦sar. Les cont¨® que trabaj¨® durante 13 a?os en un hospital en Siria. All¨ª llegaban los cad¨¢veres procedentes de tres centros de detenci¨®n. El trabajo de C¨¦sar consist¨ªa en fotografiar a los cuerpos. Esas fotos, les permit¨ªan a las carceleros acreditar que las ejecuciones ordenadas se hab¨ªan consumado y completar los certificados de defunci¨®n. Ya en el hospital, a los cad¨¢veres se les cambiaba el n¨²mero identificativo y a las familias se les dec¨ªa que la muerte hab¨ªa sido a causa de un ataque al coraz¨®n o un fallo respiratorio.
La conclusi¨®n de los juristas tras interrogar al testigo fue un¨¢nime. Estimaron que era un testigo cre¨ªble. De Silva comparte por tel¨¦fono sus impresiones: ¡°Obviamente, C¨¦sar estaba nervioso, pero era absolutamente sincero. Podr¨ªa haber exagerado y decir que hab¨ªa presenciado ejecuciones, pero no lo hizo. ?l explic¨® que se limitaba a fotografiar y que durante tres a?os, hab¨ªa conseguido sacar del pa¨ªs a trav¨¦s de contactos y en l¨¢pices de memoria 55.000 im¨¢genes de cuerpos muertos¡±. ?Les pudo enga?ar? ¡°Mire, entre los tres tenemos una experiencia ¨²nica en preguntar para llegar a la verdad. Estamos muy acostumbrados, porque operamos en sistemas judiciales que se asientan en el interrogatorio y los testimonios orales¡±, asegura De Silva, que no duda cuando asegura que Damasco ha puesto un pie un mecanismo de ¡°asesinatos sistem¨¢ticos a escala industrial¡± . Lo que m¨¢s le ha impactado, dice, ha sido la cantidad de fotos en las que se ve a hombres j¨®venes muertos de hambre. ¡°Esas im¨¢genes me recordaron a Auschwitz¡±.
La otra pata del equipo de investigaci¨®n la compon¨ªan los forenses. Black y su colega Stuart Hamilton. Un especialista en fotograf¨ªa forense digital les asesor¨® en la distancia. Recibieron 24.000 fotograf¨ªas y seleccionaron al azar 5.000. Durante dos d¨ªas, se dedicaron a estudiar las fotos sin tener acceso al informante para que su versi¨®n no les influyera. ¡°Aquellas personas no hab¨ªan muerto en el campo de batalla. No hab¨ªa disparos, ni heridas de granadas, ni impactos de restos de edificios. Era gente a la que hab¨ªan atado y golpeado sistem¨¢ticamente y en algunos casos estrangulado¡±, estima Hamilton. ¡°Eran fotos de mucha calidad , de la polic¨ªa. Hubiera sido pr¨¢cticamente imposible falsificar esas heridas¡±, a?ade Black, que ha trabajado como forense en los Balcanes, Sierra Leona y en el tsunami en Indonesia.
Superada la fase inicial, los dos equipos, el legal y el forense se reunieron para ver si sus impresiones casaban. Los cinco estuvieron de acuerdo en que se encontraban ante lo que consideraron pruebas convincentes de cr¨ªmenes contra la humanidad y posiblemente de guerra, perpetrados por el r¨¦gimen sirio.
El bufete de abogados Carter-Ruck hab¨ªa sido contratado por el Gobierno de Catar, que apoya abiertamente a los rebeldes sirios que luchan por derribar a El Asad. Lo partidista de la financiaci¨®n ha despertado no pocas suspicacias tras la publicaci¨®n del informe. De Silva defiende la seriedad de su trabajo ¡°primero porque el hecho de que Catar tenga un cierto inter¨¦s no quiere decir que las evidencias sean falsas y porque adem¨¢s, Catar es el primer interesado en desvelar algo que ha sido verificado previamente¡±. Crane, otro de los investigadores a?ade desde Nueva York: ¡°Nosotros mismos ¨¦ramos muy esc¨¦pticos al principio, pero juntos llegamos a la conclusi¨®n de que lo que ten¨ªamos delante era un ejemplo cl¨¢sico de asesinato sistem¨¢tico contra civiles. El Gobierno de Catar no interfiri¨® en ning¨²n momento¡±.
Organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch (HRW) estiman que la informaci¨®n que aparece en el documento encaja con los testimonios de 200 ex detenidos y desertores a los que han tenido acceso a lo largo de los ¨²ltimos tres a?os. Lo que les sorprende en este caso son las cifras, el alcance de la maquinar¨ªa de matar del r¨¦gimen. ¡°Si las fotos son reales, eso demostrar¨ªa que los casos de torturas en c¨¢rceles a lo que nosotros hemos tenido acceso son s¨®lo al punta del iceberg¡±, explica Lama Fakih, investigadora de HRW en conversaci¨®n desde Beirut. Fakih ha viajado en varias ocasiones a la Siria en guerra. En uno de esos viajes pudo ver maquinaria de tortura en antiguos centros de detenci¨®n. Uno de ellos, explica por ejemplo es una cruz de tama?o natural, a la que se ata a los detenidos y que est¨¢ partida en dos para doblarse por la mitad.
Los activistas antigubernamentales sirios cifran en decenas de miles los desaparecidos en las c¨¢rceles. La posibilidad de acabar detenido en la telara?a de checkpoints que ha tejido el Ej¨¦rcito aterroriza a la poblaci¨®n. Moverse entre barrios o pueblos constituye toda una haza?a. Si los soldados les paran en un control, les piden los papeles y, si son por ejemplo originarios de una zona tomada por los rebeldes, hay muchas posibilidades de acabar en un calabozo, aseguran varios sirios huidos y que ahora temen por la suerte de sus familiares en Siria. Dicen tener la certeza de que el trayecto al centro de detenci¨®n es un camino sin retorno.
HRW al igual que otras organizaciones internacionales ha pedido sin ¨¦xito al Gobierno Sirio que les permita acceder a las c¨¢rceles para ver qu¨¦ trato reciben los detenidos. El acceso de los periodistas al pa¨ªs es tambi¨¦n cada vez m¨¢s restringido y peligroso. Sin testigos, las im¨¢genes robadas por C¨¦sar se han convertido en la apariencia de realidad capaz m¨¢s detallada obtenida hasta el momento y con capacidad de dar una idea de la dimensi¨®n de los cr¨ªmenes del r¨¦gimen. Ahora, dicen sus autores hay que pasar a la siguiente fase, una investigaci¨®n criminal en la que las im¨¢genes sirvan de prueba para una acusaci¨®n formal de cr¨ªmenes de guerra y contra la humanidad. ¡°En el futuro ser¨¢ posible vincular los n¨²meros de los cad¨¢veres con los de los detenidos y se podr¨¢ saber qui¨¦nes fueron los culpables¡±, cree Black, la forense.
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