¡°En Yarmuk ya no quedan ni gatos¡±

Mohamed, un joven palestino que logr¨® huir del campo de refugiados palestino de Yarmuk y hoy vive en la periferia de Damasco, recibe la ansiada llamada de su hermana Baraa, atrapada en el campamento. ¡°Estamos manifest¨¢ndonos ante los militares sirios con cacerolas vac¨ªas. Llevamos siete meses viviendo una muerte lenta bajo el asedio. Hace cinco que no tenemos pan y las escasas reservas de s¨¦mola y lentejas se han acabado. No tenemos medicinas, ni agua potable, ni electricidad, y los francotiradores disparan a todo lo que se mueve. Ya no quedan ni gatos que comer. O morimos de hambre o morimos de un tiro¡±, logra relatar exasperadamente Baraa antes que un agudo bip ponga fin a la llamada.

Es imposible adentrarse en el campo de refugiados palestinos de Yarmuk, a ocho kil¨®metros al sureste de Damasco; un enclave de dos kil¨®metros cuadrados en el que tambi¨¦n viven sirios y donde se han atrincherado yihadistas infiltrados. ¡°El campo est¨¢ repleto de francotiradores. Han acabado con la vida de decenas de m¨¦dicos, de j¨®venes voluntarios que distribu¨ªan comida o de civiles que intentaban regresar a sus casas para recuperar sus enseres, as¨ª que ya nadie osa entrar o salir del campo¡±, relata por tel¨¦fono, bajo la condici¨®n de anonimato, un residente.

El asedio que sufre Yarmuk comenz¨® el pasado junio. Tan solo una asociaci¨®n local ha seguido ayudando a sus habitantes. ¡°Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil. Hemos perdido a 10 de los 50 voluntarios a manos de los francotiradores y lograr una tregua con ambos bandos lleva mucho tiempo¡±, explica Yaser, coordinador de la ayuda en el campo. ¡°Ya no podemos hacerles llegar v¨ªveres o medicamentos. Perdemos m¨¢s de un 80% [de la ayuda] en los diferentes controles de rebeldes y Ej¨¦rcito¡±, lamenta Yaser.

Tras una intensa campa?a medi¨¢tica que ha difundido im¨¢genes de algunos de las 80 personas muertas por inanici¨®n, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Pr¨®ximo (UNRWA, en sus siglas inglesas) anunci¨® el pasado d¨ªa 21 que hab¨ªa entrado por primera vez en Yarmuk, donde distribuy¨® 136 raciones de alimentos (una raci¨®n sirve para alimentar a una familia durante ocho d¨ªas). Una respuesta insuficiente para habitantes del campo como Abu Saed, contactado por tel¨¦fono: ¡°No han llegado a entrar en el campo. Han soltado las cajas en la plaza de la entrada y el Comit¨¦ de Negociaci¨®n Palestino [entidad encargada de negociar con ambos bandos] las ha distribuido. Quedan 6.000 familias dentro, es decir, entre 20.000 y 25.000 personas, ?qu¨¦ son 136 raciones? El kilo de arroz alcanza los 37 euros, un cigarro 10 euros. ?Es insostenible!¡±.

Este jueves UNRWA, que cifra el censo de palestinos de Yarmuk en 18.000 personas, anunciaba una segunda distribuci¨®n de otras 600 raciones de alimentos.

A mediados del mes pasado los palestinos que viven en Yarmuk recobraban la esperanza. ¡°Logramos un alto el fuego para entrar a negociar. Propusimos crear una zona libre controlada por una fuerza de seguridad interna, sin Ej¨¦rcito sirio ni rebeldes, para que los civiles regresaran a sus casas. Sellamos el acuerdo, pero dos d¨ªas m¨¢s tarde Catar dio ordenes a Ham¨¢s [partido islamista palestino] de dar marcha atr¨¢s y proseguir la lucha¡±, explica an¨®nimamente un miembro cercano al Comit¨¦ de Negociaci¨®n Palestino. ¡°Pero el r¨¦gimen no va a ceder ante los rebeldes, si no se rinden bombardear¨¢ el campo hasta reducirlo a polvo¡±.

El campo de Yarmuk fue creado en 1948 por Naciones Unidas para acoger a miles de palestinos refugiados a ra¨ªz de las guerras entre Israel y los pa¨ªses ¨¢rabes. El 16 de diciembre pasado fue bombardeado por el r¨¦gimen sirio por primera vez para repeler un ataque rebelde sobre la capital, Damasco. La hasta entonces neutralidad palestina, si no simpat¨ªa hacia el r¨¦gimen de Bachar El Asad por parte de los habitantes del campo, se vio truncada y sumergi¨® el recinto y sus alrededores en la guerra. De la zona han salido 1.200.000 personas ¡ªentre ellas 150.000 palestinos¡ª, lo que representa un cuarto de los desplazados internos en Siria.