La batalla por Al Anbar pone contra las cuerdas a Al Maliki
La lucha del primer ministro iraqu¨ª contra Al Qaeda azuza el sectarismo de la organizaci¨®n
Mohamed Abu Ali se ha alistado en las Fuerzas Armadas. A sus 26 a?os, este exmiembro del Ej¨¦rcito del Mahdi ha recibido una llamada de sus antiguos compa?eros de milicia para acudir a luchar a Al Anbar. Desde hace un mes, varios enclaves de esa provincia iraqu¨ª, incluidas las ciudades de Faluya y Ramadi, han sido tomados por un grupo asociado con Al Qaeda. Tras recuperar parte de Ramadi la semana pasada, las tropas gubernamentales se preparaban anoche para asaltar Faluya. Pero el recurso a exmilicianos chi¨ªes corre el riesgo de reforzar la brecha sectaria en una regi¨®n mayoritariamente sun¨ª, cuyos habitantes arrastran una larga lista de agravios contra el Gobierno central.
¡°No, no tengo miedo porque ya luch¨¦ en Nayaf¡±, afirma bravuc¨®n Abu Ali en referencia a la batalla que la milicia de M¨²qtada al S¨¢der libr¨® contra las tropas de Estados Unidos en agosto de 2004. ¡°Van a pagarme un mill¨®n de dinares [unos 600 euros] al mes¡±, a?ade ufano tras quejarse de que apenas gana la mitad conduciendo un taxi que no es suyo. El controvertido cl¨¦rigo disolvi¨® esa estructura militar en 2008, ante las crecientes presiones del Gobierno de Nuri al Maliki. Pero ahora ¨¦ste necesita ganar la batalla de Al Anbar y todos los hombres son pocos.
Ramadi y Faluya se incendiaron a finales de diciembre cuando las fuerzas gubernamentales detuvieron a Ahmed al Alwani, un diputado cr¨ªtico de Al Maliki y que respaldaba las manifestaciones de la comunidad sun¨ª contra el Gobierno. A continuaci¨®n, disolvieron una acampada de protesta en la primera de ellas. La reacci¨®n de parte de las tribus no s¨®lo ha puesto contra las cuerdas al primer ministro a tres meses de las elecciones legislativas, sino que amenaza la integridad territorial de Irak al abrir la puerta a la expansi¨®n de Al Qaeda.
¡°La principal causa de la violencia es la actuaci¨®n del Gobierno. Ha detenido a un representante de los hijos de Al Anbar en el Parlamento. S¨®lo pedimos nuestros derechos¡±, declara por tel¨¦fono desde Ramadi Adnan al Muhanna, jefe de la tribu Al Bu Alwan, a la que pertenece el diputado arrestado.
Mientras hablamos se oye el sonido de la artiller¨ªa, pero Al Muhanna asegura que las tropas gubernamentales s¨®lo controlan el Cuartel General de Operaciones y que las ¡°fuerzas revolucionarias¡± les impiden adentrarse en la ciudad. En Faluya, el Ej¨¦rcito ha dado un ultim¨¢tum a las tribus para que entreguen a los terroristas del Estado Isl¨¢mico en Irak y el Levante (EIIL). Pero ante la falta de resultados, fuentes de la seguridad iraqu¨ª aseguraron a Reuters que se hab¨ªa tomado la decisi¨®n de entrar en la ciudad antes de las seis de la tarde de hoy domingo. Pero los opositores insisten en que no hay ¡°ni terroristas ni terrorismo¡±, sino ¡°civiles a los que el Gobierno tiene que escuchar¡±. La declaraci¨®n por el EIIL de ¨¢reas liberadas en el desierto de Al Anbar y a las afueras de Mosul, y sus ataques contra puestos militares en el mismo Bagdad, indican otra cosa.
¡°Existen muchos problemas desde la ocupaci¨®n estadounidense por la falta de servicios y porque Al Maliki no atiende nuestras peticiones¡±, admite Sabah Karhook, el gobernador provincial, un aliado del Gobierno central. ¡°Los hijos de Al Anbar est¨¢n ofendidos porque se les niega el trabajo en la Administraci¨®n y el Ej¨¦rcito; los soldados son todos hijos del sur de Irak y la gente de Al Anbar lo nota, adem¨¢s tenemos muchas dificultades econ¨®micas¡±. Sin embargo, el primer ministro sigue insistiendo en una soluci¨®n de seguridad en la que hay poco espacio para los matices.
¡°Los sun¨ªes de Al Anbar est¨¢n crecientemente irritados con las pol¨ªticas excluyentes del Gobierno de Al Maliki y la mano dura empleada para frenar los atentados de Al Qaeda¡±, explica Brian M. Downing. No obstante, este analista pol¨ªtico y militar subraya tambi¨¦n la influencia de la guerra civil en Siria. ¡°Ha degenerado en una lucha sectaria y, por supuesto, Irak ha sido desde hace tiempo una v¨ªa de abastecimiento para los sun¨ªes sirios. Ambos conflictos est¨¢n interrelacionados¡±, se?ala.
Al Anbar, que ocupa un tercio de Irak, limita con Siria, Jordania y Arabia Saud¨ª. Las mismas tribus se extienden por los cuatro pa¨ªses, algo que las fronteras trazadas por las potencias coloniales tras la Primera Guerra Mundial pasaron totalmente por alto. Con la invasi¨®n estadounidense de Irak en 2003, las rutas del contrabando a lo largo de los 620 kil¨®metros lindantes con Siria se convirtieron en la principal v¨ªa de abastecimiento de armas y combatientes para la insurgencia antiamericana, eminentemente sun¨ª. La guerra civil en el pa¨ªs vecino ha revertido esos flujos.
¡°Las franquicias regionales de Al Qaeda han dado un giro intentan fomentar una guerra chi¨ª-sun¨ª para lograr apoyo local y renacer de las cenizas. Al Anbar constituye una base ¨²til para ese objetivo en Irak y Siria¡±, asegura Downing.
Al Maliki decidi¨® intervenir en Ramadi el pasado diciembre alarmado por ese riesgo. Debiera haber previsto las consecuencias. El a?o pasado, una acci¨®n similar en Hawija, al norte de Bagdad, desat¨® una oleada de violencia que dej¨® dos centenares de muertos. Sin embargo, sus posibilidades de conseguir un tercer mandato tras las elecciones de abril dependen de que proyecte una imagen de hombre fuerte capaz de imponer seguridad y estabilidad. As¨ª que est¨¢ utilizando el resurgir de Al Qaeda para conseguir apoyo exterior (el pasado lunes EEUU anunci¨® que iba a vender a Irak 24 helic¨®pteros de ataque Apache) y acallar las cr¨ªticas a su falta de empe?o para lograr un consenso nacional.
Mientras, el conflicto en Al Anbar sigue enquist¨¢ndose y el entusiasmo de Abu Ali se empa?a. ¡°Voy a buscar un enchufe para intentar que me destinen a Bagdad¡±, afirma sin mucha convicci¨®n.
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