El humilde periodista mexicano que documentaba el horror
El reportero asesinado en el sur de M¨¦xico cubr¨ªa los violentos acontecimientos de su regi¨®n con escasos recursos pero con amor al oficio
Gregorio Jim¨¦nez comenz¨® su carrera como fot¨®grafo haciendo retratos en bodas y comuniones. Cuando quiso trabajar en un peri¨®dico, un amigo le ense?¨® a redactar una noticia. Entradilla, cuerpo y desenlace, le explic¨®. El jefe de redacci¨®n que lo contrat¨® para que cubriera los asesinatos cada vez m¨¢s frecuentes en Coatzacoalcos, al sur de M¨¦xico, le regal¨® el Manual de Periodismo, de lectura obligada en las universidades de comunicaci¨®n del pa¨ªs. Goyo, en cambio, nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar de ese libro. Siendo adolescente hab¨ªa aprendido a leer y escribir por su cuenta.
Se sumergi¨® en la profesi¨®n con la misma pasi¨®n con la que a?os atr¨¢s entr¨® al cristianismo o cambiaba postes de luz en Canc¨²n, donde fue electricista. Siempre llegaba el primero a la escena del crimen en una motocicleta que hab¨ªa comprado a plazos. Firmaba sus noticias con psued¨®nimo: El Pantera.
Jim¨¦nez, de 46 a?os, escribi¨® a finales de enero una informaci¨®n que probablemente le haya costado la vida. En ella contaba que un tal Ernesto Ruiz Guill¨¦n, El Cometierra, hab¨ªa sido secuestrado y 48 horas despu¨¦s segu¨ªa sin saberse nada de ¨¦l. El hombre trat¨® de huir de sus captores pero le derribaron con dos disparos en las piernas. Lo curioso, como contaba Jim¨¦nez, es que nadie hab¨ªa denunciado su desaparici¨®n. Nadie se hab¨ªa molestado en buscarlo. "Se lo trag¨® la tierra", titul¨® en el peri¨®dico Notisur, uno de los medios en los que colaboraba. Una semana m¨¢s tarde, cinco hombres se llevaron al reportero a la fuerza a bordo de una camioneta. La polic¨ªa encontr¨® el martes los cuerpos de ambos. En la misma fosa.
El periodista mexicano ven¨ªa denunciado desde principios de a?o que su ciudad, al sur de Veracruz, sufr¨ªa un oleada de secuestros. Eso lo hab¨ªa llevado a enfrentarse con Teresa de Jes¨²s, la due?a de un bar de su barrio en el que hab¨ªan desaparecido dos inmigrantes. El camino de los centroamericanos que cruzan M¨¦xico para alcanzar Estados Unidos est¨¢ lleno de ese tipo de trampas. La mujer, tal y como detalla el expediente de la investigaci¨®n, le amenaz¨® de muerte y lo invit¨® a a no meterse donde no le llamaban. De Jes¨²s est¨¢ detenida por haber ideado el crimen. Pag¨® 20.000 pesos, poco m¨¢s de 1.500 d¨®lares, a los cuatro tipos que fueron contratados para perpetrar el secuestro.
En el barrio de Villa Allende, un conjunto de casas humildes apostadas a los lados de un camino de tierra, Jim¨¦nez era muy querido. Carmela, con la que ten¨ªa siete hijos, cuenta que estaban ahorrando para terminar de colocar puertas y ventanas en la vivienda. Aun as¨ª, durante las navidades pasadas mataron un cerdo que brindaron a los vecinos y ofrec¨ªan asiduamente su hogar para celebrar el culto. Goyo hab¨ªa hablado con pol¨ªticos locales para mejorar el alumbrado, las comunicaciones y el deficiente servicio de agua potable de la zona. Su ¨²ltima batalla la hab¨ªa emprendido contra las empresas de tel¨¦fonos, a las que exij¨ªa que llevaran Internet hasta all¨ª. As¨ª no tendr¨ªa que ir a los cibercaf¨¦s a enviar las fotos y los textos.
Veracruz es uno de los lugares m¨¢s peligrosos de M¨¦xico para ejercer el periodismo. M¨¢s que Israel y Palestina. Desde que gobierna en esa regi¨®n el pol¨ªtico Javier Duarte (2010), diez informadores han perdido la vida. Ir¨®nicamente, el a?o pasado Duarte recibi¨® de la asociaci¨®n mexicana de editores un premio por su labor en "defensa de la profesi¨®n". Carmela le hab¨ªa pedido a su marido que dejara de escribir "de muertos" y se mudaran con toda la familia al caribe mexicano para ganarse la vida haci¨¦ndole fotos a los turistas. Pero a El Pantera le costaba quedarse callado y cruzarse de brazos. No necesitaba tener ning¨²n t¨ªtulo colgado de la pared para amar esta profesi¨®n.
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