Miedo al cambio en el para¨ªso alpino
Una mayor¨ªa de esta ciudad dijo ¡°s¨ª¡± en el refer¨¦ndum que ha puesto coto a la libre circulaci¨®n de personas con la UE
Thun es la postal perfecta de la Suiza que aparece en los cat¨¢logos de las agencias de viajes. Tiene monta?as nevadas, un lago, un castillo y un casco hist¨®rico de cuento. Thun es adem¨¢s una peque?a ciudad german¨®fona con una baja concentraci¨®n de inmigrantes y que, sin embargo, dijo ¡°s¨ª¡± en el refer¨¦ndum contra ¡°la inmigraci¨®n masiva¡± en Suiza que ha puesto fin a la libre circulaci¨®n de personas con la Uni¨®n Europea. Representa, en definitiva, la explicaci¨®n casi perfecta de la aprensi¨®n colectiva y el repliegue identitario que inclin¨® la balanza a favor de la iniciativa de la ultraderecha en la consulta.
En Thun (40.000 habitantes) no hay rastro de crisis econ¨®mica. Las empresas, especializadas en m¨¢quina-herramienta exportan a buen ritmo, los turistas gastan sus ahorros, los agricultores venden sus cosechas en el mercado local y hoy hasta ha salido un sol que acaricia a los vecinos que beben caf¨¦ en las terrazas. Aunque Thun va bien, el 51,7% vot¨® a favor de imponer cuotas a la entrada de inmigrantes porque dicen que quieren preservar su peque?o para¨ªso, pero tambi¨¦n porque se oponen a que Bruselas les imponga c¨®mo trazar su pol¨ªtica migratoria. En la localidad, como en el resto de Suiza, una mayor¨ªa dice haber votado a favor de la soberan¨ªa y en contra de lo que consideran injerencias de una UE a la que no pertenecen.
Lo explica con claridad meridiana el alcalde de Thun, Raphael Lanz, un joven del UDC-SVP, el partido de ultraderecha que en solitario ¡ªcon el resto del arco pol¨ªtico, la prensa y el empresariado en contra¡ª ha logrado convencer a los suizos de que era el momento de lanzar un ¨®rdago a Bruselas y de replegarse en aras de la identidad suiza. ¡°Aqu¨ª no tenemos grandes problemas¡±, arranca Lanz en su despacho con ventanales que ofrecen vistas a las cumbres nevadas. ¡°Pero la gente ha decidido que necesitamos un instrumento para determinar a cu¨¢nta gente queremos dejar entrar. Cada a?o vienen 80.000 personas de fuera. ?Qu¨¦ va a ser de nosotros dentro de diez a?os?¡±.
En Thun, en torno al 10% de la poblaci¨®n son trabajadores extranjeros, la mayor¨ªa europeos y muchos de ellos doctores alemanes. Esa cifra es menos de la mitad de la media de un pa¨ªs en el que uno de cada cuatro trabajadores viene de fuera. La ultraderecha de Lanz gan¨® por primera vez las elecciones en Thun hace tres a?os con el 27% de los votos. El alcalde se considera perteneciente al ala moderada del su partido. ?Usted le explic¨® bien a sus ciudadanos que cerrar las puertas a los trabajadores de la UE tendr¨ªa consecuencias; que Bruselas podr¨ªa cortar los acuerdos comerciales preferenciales con Suiza? ¡°La gente es muy sensible a las presiones. Tienden a provocar un efecto contrario al deseado¡±, dice en alusi¨®n a las amenazas de Bruselas.
El discurso antiinmigraci¨®n ha calado muy hondo en Thun, al igual que en el resto de la campi?a german¨®fona, donde, a pesar de que la inmigraci¨®n sea una soluci¨®n a sus necesidades de mano de obra, la UDC-SVP ha conseguido que se viva como un problema. En la calle, los argumentos de Lanz se repiten. ¡°Nosotros vivimos bien y queremos quedarnos como estamos. Mire, si otros pa¨ªses en Europa pudieran votar, habr¨ªan votado lo mismo. Yo vot¨¦ a favor de la iniciativa porque tenemos que tener el control de nuestro pa¨ªs. Necesitamos a la gente de fuera, pero los suizos tambi¨¦n tenemos cerebro y educaci¨®n. Adem¨¢s, los que vengan tienen que integrarse. Yo ya ni voy a Interlaken en verano porque est¨¢ lleno de mujeres con velo¡±, plantea Marguerite Hofer, una pintora de arte abstracto de 70 a?os. Hofer no es una votante incondicional del UDC-SVP, pero como hicieron muchos otros suizos, les apoy¨® el domingo porque piensa que ¡°en algunas cosas tienen mucha raz¨®n¡± y porque le convencieron las proyecciones de la supuesta avalancha de europeos de la que habla el alcalde.
En Meyer Berger, la gran f¨¢brica de herramientas para construir paneles solares, dedicada a la exportaci¨®n, no quieren hacer ¡°declaraciones pol¨ªticas¡± sobre los efectos comerciales del refer¨¦ndum. Estas empresas ser¨¢n las m¨¢s perjudicadas de consumarse la ruptura con Bruselas.
Junto a un puente cerca del casco hist¨®rico los agricultores han instalado hoy sus puestos. Uno de ellos presenta un gran despliegue de quesos suizos. Lo regenta un hombre bigotudo que dice que aqu¨ª ya no hay quien se entienda con tanto extranjero y tanto idioma. ¡°Somos un pa¨ªs peque?o, no cabemos todos¡±. Su discurso confirma que la clase pol¨ªtica, al menos en Suiza, no puede ya gobernar al margen de los temores m¨¢s o menos fundados de la poblaci¨®n. Y que la capacidad de seducci¨®n del UDC-SVP ha sido una vez m¨¢s subestimada por el oficialismo. Lo resum¨ªa bien en Ginebra Micheline Calmy-Rey, expresidenta socialdem¨®crata de Suiza, acusada de fomentar el ¡°s¨ª¡± en el refer¨¦ndum del pasado d¨ªa 9 como una reacci¨®n en contra de su pol¨¦mico libro en el que defend¨ªa una relaci¨®n m¨¢s estrecha con la UE. ¡°El mundo ha cambiado y no podemos obviarlo. Tenemos que proponer alternativas a las tesis de la UDC-SVP. Ellos dominan la agenda pol¨ªtica y el resto estamos petrificados¡±.
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