El calvario del Santo Sepulcro
Dos familias musulmanas se encargan desde hace siglos de custodiar el lugar de la crucifixi¨®n de Jes¨²s ante la guerra de las seis confesiones cristianas que se lo reparten
"Esta llave se la dio a mi familia Saladino en persona¡±, asegura Adeeb Joudeh. Haciendo honor a tan a?ejo linaje, la llave, forjada en 1149, es grave, larga y negra de tan oxidada. Se abren con ella las dos formidables puertas de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusal¨¦n, que, seg¨²n la tradici¨®n cristiana, contiene parte de la roca del G¨®lgota, el lugar donde Jes¨²s fue crucificado. Razones ten¨ªa Saladino para entregar a familias musulmanas la llave y el control de las puertas. Entre ellas, la de evitar que el templo volviera a manos de los cruzados. Hoy, los descendientes de aquellos musulmanes mantienen la tradici¨®n con una misi¨®n igual de complicada: evitar las ri?as entre las distintas y malavenidas denominaciones cristianas que se reparten cada mil¨ªmetro del suelo sagrado.
No es un lugar sosegado la iglesia del Santo Sepulcro. Las peleas entre monjes y curas son m¨¢s frecuentes de lo que cabr¨ªa esperar de uno de los lugares m¨¢s especiales para el cristianismo. Las grescas se desencadenan por los motivos m¨¢s arcanos. En agosto de 2002, 11 personas fueron hospitalizadas por la ri?a creada por un religioso copto que movi¨® su silla buscando la sombra, algo que indign¨® a los monjes et¨ªopes. Los armenios y los griegos, ambos ortodoxos, se tienen especial rencor y han llegado en m¨¢s de una ocasi¨®n a las manos. Para contener una de sus trifulcas, en 2008 tuvo que intervenir la polic¨ªa antidisturbios israel¨ª. Los armenios y los sirios, por su parte, llevan desde tiempos inmemoriales peleados por la custodia de la capilla que da entrada a la tumba de Jos¨¦ de Arimatea.
Una peque?a escalera de madera reposa desde principios del siglo XIX bajo el alf¨¦izar de una de las ventanas del primer piso en la fachada. Como es zona com¨²n, las seis denominaciones deben ponerse de acuerdo para quitarla, algo que no ha sucedido hasta el d¨ªa de hoy. Ni siquiera en los pagos hay acuerdo. En 2012 las autoridades israel¨ªes le reclamaron a los custodios del Sepulcro nueve millones de sh¨¦kels (1,9 millones de euros) en facturas de agua impagadas durante m¨¢s de quince a?os.
Los Joudeh, depositarios de la llave desde el siglo XII, velan por la tradici¨®n y el orden junto a otra familia musulmana, los Nuseibeh, encargados de custodiar las puertas en s¨ª mismas. Cada d¨ªa repiten el ceremonial. A las cuatro de la ma?ana el guardi¨¢n de las puertas ¡ªo quien ¨¦l designe¡ª las golpea con los nudillos. En una de ellas se abre un ventanuco, por el que un monje hace pasar una escalera de mano con ocho travesa?os. La emplea el amo de la llave para abrir un elevado cerrojo. Desde dentro se empuja la puerta izquierda y el custodio abre entonces la que se halla a la derecha. Se cierra de forma inversa al anochecer. Una veintena de monjes pernocta en el Sepulcro.
Los Joudeh y los Nuseibeh han tenido, como los monjes, sus m¨¢s y sus menos. Los primeros dicen tener la llave desde los d¨ªas en que el sult¨¢n Saladino devolvi¨® a manos musulmanas Jerusal¨¦n. Los Nuseibeh, por su parte, mantienen que la custodia de las puertas fue suya por primera vez en los d¨ªas de Omar, el segundo califa, que tom¨® Jerusal¨¦n en el siglo VII. Ellos y sus antepasados han cumplido con su deber cada d¨ªa, excepto en guerra y en una jornada de abril de 1990, que no abrieron el Sepulcro en protesta por la pol¨ªtica del Gobierno de Israel de expandir asentamientos jud¨ªos en el barrio cristiano de la ciudad vieja de Jerusal¨¦n.
Entonces hubo tensi¨®n entre las dos familias porque los Nuseibeh se presentaron ante visitantes y reporteros ¨¢rabes como custodios no solo de la puerta, sino tambi¨¦n de la llave. Aquello indign¨® a los Joudeh. ¡°Mis antepasados, los primeros Joudeh que ten¨ªan esta llave, eran jeques, l¨ªderes religiosos en la mezquita de la C¨²pula de la Roca. ?C¨®mo iban ellos mismos a abrir la puerta? Necesitaban que alguien la abriera. As¨ª se eligi¨® a la familia Nuseibeh para que se encargara del esfuerzo diario de abrirla y cerrarla¡±, explica hoy Adeeb Joudeh, quien atesora en su casa un sinf¨ªn de apergaminados documentos expedidos por las autoridades del Imperio otomano que reconocen que su familia es depositaria de la llave.
Las peleas y trifulcas entre monjes y curas son frecuentes. En 2008, intervino la polic¨ªa antidisturbios israel¨ª
Finalmente ambas partes llegaron a un acuerdo, que delimita sus labores, y que han suscrito los l¨ªderes religiosos de los grupos cristianos que se reparten el Sepulcro. ¡°A los Joudeh no se les permite tocar la puerta. Ellos tienen la llave, pero la puerta es cosa nuestra¡±, dice hoy Wajeeh Nuseibeh, de 63 a?os, a la sombra de la entrada de la iglesia. Sus ancestros se encargaban de cobrar a los peregrinos cristianos los impuestos de entrada al Sepulcro que impusieron los gobernantes isl¨¢micos de la ciudad tras su conquista por parte de Saladino, una pr¨¢ctica a la que puso fin el gobernador Ibrahim Pasha de Egipto en 1831.
Esta forma de gestionar el Sepulcro, denominada Statu Quo, se compil¨® en los a?os del Imperio otomano, la asumi¨® Gran Breta?a cuando tom¨® posesi¨®n de estas tierras y las han respetado posteriormente Jordania e Israel. Nuseibeh asegura que en 1967, cuando el Ej¨¦rcito de Israel tom¨® la ciudad vieja de Jerusal¨¦n, los comandantes le ofrecieron a los monjes cristianos hacerse cargo de las llaves. De forma excepcional, todas las denominaciones llegaron por una vez a un consenso. ¡°Dijeron que no, que estaban contentos con nosotros y con c¨®mo hacemos las cosas¡±, dice hoy Nuseibeh.
Joudeh por su parte no ahorra cr¨ªticas hacia quienes ahora gobiernan Jerusal¨¦n: ¡°No reconocemos la autoridad ni la ocupaci¨®n de Israel. Israel hace las cosas muy dif¨ªciles para todo el mundo. No permite acceder a todo el mundo a esa iglesia. Hay miles de cristianos palestinos que no tienen derecho a venir aqu¨ª a rezar. Y lo cierto es que las Iglesias cristianas no hacen lo suficiente para combatir esto, para cambiar esta realidad, sobre todo en las fiestas sagradas¡±.
Por la solemne carga de estas ceremonias, las dos familias no reciben pago alguno. ¡°Es una cuesti¨®n de honor. Somos custodios de la entrada al Santo Sepulcro. Es pago suficiente¡±, dice Joudeh. Es cierto, pero tambi¨¦n deben trabajar para alimentar a sus familias. Por eso ¨¦l y los Nuseibeh pagan a su vez a Omar Sumrim, de 40 a?os, que duerme en la lonja del Sepulcro y que, cuando ellos no pueden hacerse cargo, asume la prosaica labor de abrir y cerrar las puertas sin tanta solemnidad, a pesar de que su nombre no aparece en ninguno de los documentos que detallan el complejo Statu Quo.
Las fronteras sagradas
GRIEGOS. La llamada Hermandad del Santo Sepulcro controla la mayor parte del templo, que los griegos ortodoxos llaman Iglesia de la Resurrecci¨®n. Bajo su custodia est¨¢, entre otros, el Calvario, la roca en la que se levant¨® la cruz de Cristo; la piedra de la unci¨®n del cuerpo de Jes¨²s y el acceso al templete donde se hallaba su tumba. En el Katholic¨®n, o Coro de los Griegos, se halla el ?nfalo, un punto que varias referencias B¨ªblicas consideran el centro del mundo.
FRANCISCANOS. El Vaticano les encarga la custodia de Tierra Santa, pero la presencia cat¨®lica est¨¢ en los m¨¢rgenes de los lugares cruciales. Suya es la capilla de la Crucifixi¨®n, junto al Calvario, y los oratorios consagrados donde Cristo resucitado supuestamente se apareci¨® a Mar¨ªa y la Magdalena. En otra gruta, los franciscanos veneran el lugar donde Helena descubri¨® la cruz.
ARMENIOS. Su tesoro est¨¢ en el subsuelo: la rec¨®ndita capilla de Santa Helena, la madre del emperador Constantino, que en el siglo IV dijo haber localizado la mayor¨ªa de lugares sagrados del cristianismo.
COPTOS. Los cristianos de Egipto tienen una peque?a capilla en la parte trasera del templete que alberga la tumba de Cristo. Adoran en ella, dicen, la parte externa de la piedra en la que repos¨® la cabeza de Jes¨²s ya muerto.
ET?OPES. Est¨¢n relegados al tejado de la iglesia del sepulcro, cuyo terreno se disputan con los coptos. De hecho, aprovechando los servicios de Pascua de 1970, ocuparon el espacio de esa terraza que hasta entonces controlaban los propios coptos y cambiaron los cerrojos. Desde entonces, un monje copto hace guardia.
SIRIOS. Son una de las comunidades m¨¢s antiguas en Tierra Santa, pero controlan a duras penas una dejada capilla en el acceso a la tumba de Jos¨¦ de Arimatea en disputa con los armenios.
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