La lucha de un centro comercial contra el estigma de un tiroteo
Un complejo a las afueras de Washingon trata de recuperar la normalidad tras un ataque en el que murieron tres personas pero que podr¨ªa haber sido una matanza
Mientras se va andando por el centro comercial de Columbia es f¨¢cil darse cuenta cuando se llega al lugar fat¨ªdico, la tienda de monopatines y ropa en la que a finales de enero un joven de 19 a?os mat¨® a dos trabajadores y luego se quit¨® su propia vida. Tres semanas despu¨¦s del tiroteo, la herida del dram¨¢tico suceso sigue a¨²n muy viva en este complejo a las afueras de Washington y seguramente lleve mucho tiempo en cicatrizar. El exterior del establecimiento de Zumiez -ubicado en una ligera esquina en medio de un pasillo en la primera planta de este luminoso centro- est¨¢ ahora totalmente cubierto por unas placas de madera blancas que van del suelo al techo. Ser¨ªa como si la tienda hubiese desaparecido del todo sino fuera porque hay un discreto cartel que comunica que permanecer¨¢ cerrada ¡°hasta pr¨®ximo aviso¡± y que rinde homenaje a las dos v¨ªctimas, un hombre y una mujer de 25 y 21 a?os, respectivamente. Pero lo que sobre todo delata el tr¨¢gico suceso es que las placas est¨¢n completamente repletas de conmovedoras dedicatorias escritas en memoria de los dos empleados fallecidos, y el silencio sobrecogedor que guardan los transe¨²ntes al pasar por delante: el bullicio y el frenes¨ª de los que van de tienda en tienda se torna aqu¨ª de golpe en una tensa pausa.
En los locales anexos a Zumiez hablar sobre el histerismo y el terror que se vivi¨® la ma?ana del s¨¢bado 25 de enero es darse de bruces con unos recuerdos que se quieren enterrar cuanto antes. Muchos de los comerciantes declinan hacer comentarios y se les tuerce el rostro cuando se les pregunta por el tiroteo perpetrado por Darion Marcus Aguilar, que viv¨ªa a media hora en coche del complejo. ¡°Lo vi en persona y a¨²n no estoy preparada para hablar de ello¡±, afirma con tristeza una chica que trabaja en una peluquer¨ªa enfrente del local atacado. ¡°Nosotros lo llevamos bien porque hemos tenido suerte y nos han ayudado mucho en nuestra empresa, pero en realidad el estado de ¨¢nimo var¨ªa en cada tienda. Otros lo est¨¢n pasando mal y sufren, por ejemplo, insomnio¡±, comenta, por su parte, un hombre mayor que trabaja en un establecimiento de colchones adyacente a Zumiez.
El temor de los comerciantes en este centro a 45 minutos en coche de la capital federal y calcado a los numerosos que abundan en las periferias de las ciudades de Estados Unidos, es que el tiroteo se convierta en un estigma permanente que ahuyente a consumidores y repercuta negativamente en las ventas. ¡°Supongo que algo afecta pero tambi¨¦n puede ser por la temporada¡±, dice cabizbajo un joven que trabaja en una tienda de est¨¦tica g¨®tica ubicada al lado del local donde tuvo lugar el tr¨¢gico suceso. En cambio, el empleado del establecimiento de colchones asegura que las ventas no se han visto afectadas y defiende la seguridad del centro comercial. ¡°Es mucho m¨¢s peligroso pasear por el barrio que hay al otro de la carretera¡±, argumenta. En t¨¦rminos similares se expresa una mujer de mediana edad, que explica que seguir¨¢ acudiendo a hacer sus compras al complejo de Columbia porque ¡°esto puede pasar en cualquier sitio¡±.
Los responsables del centro comercial -que tiene m¨¢s de 200 locales, la mayor¨ªa de las grandes firmas? habituales en EE UU- consultados por este peri¨®dico declinaron hacer ning¨²n comentario sobre c¨®mo les ha afectado el tiroteo y si planean alguna estrategia espec¨ªfica de seguridad y marketing tras lo sucedido. En una respuesta por correo electr¨®nico, un portavoz se limit¨® a explicar que la seguridad es una ¡°prioridad¡± y que las instalaciones gozan de un ¡°programa personalizado¡± de protecci¨®n, que incluye agentes, c¨¢maras de vigilancia y un marco de actuaci¨®n con la polic¨ªa. El complejo de Columbia abri¨® sus puertas en 1971 y hasta el momento no hab¨ªa sufrido ning¨²n tiroteo. Tras los hechos, permaneci¨® dos d¨ªas cerrado.
Daniel Davis, psic¨®logo especializado en las secuelas generadas por asesinatos de masas, recomienda a los responsables del centro de Columbia ser ¡°muy abiertos¡± con lo sucedido y con las medidas que van a adoptar para recuperar la confianza de los clientes. ¡°Creo que lo mejor es ser muy activo y hacer compromisos p¨²blicos sobre lo que est¨¢n haciendo para que la gente se sienta segura¡±, explica en conversaci¨®n telef¨®nica y pone de ejemplo el caso de una compa?¨ªa farmac¨¦utica que mejor¨® sus ventas tras admitir p¨²blicamente que se hab¨ªa equivocado con un producto.
El de Columbia, sin embargo, no es un caso aislado. Los dos ¨²ltimos tiroteos m¨¢s tr¨¢gicos en centros comerciales en Estados Unidos tuvieron lugar en 2007 y guardan algunas similitudes con el protagonizado por Aguilar. En diciembre de ese a?o en el estado de Nebraska un joven de 19 a?os dispar¨® indiscriminadamente y mat¨® a ocho personas, antes de suicidarse. Mientras en abril en Utah un chico de 18 a?os tambi¨¦n dispar¨® abiertamente y acab¨® con la vida de cinco personas hasta que la polic¨ªa lo abati¨® mortalmente.
Tras el tiroteo de Nebraska, la mayor¨ªa de centros optaron por mejorar su seguridad. Empezaron a trabajar con el Gobierno federal en un nuevo protocolo en el que un grupo de agentes de polic¨ªa accede r¨¢pidamente al complejo para neutralizar al asaltante en vez de esperar a tener m¨¢s efectivos. Algunos centros incluso han ido m¨¢s all¨¢, y como el de Bloomington, en el estado de Minnesota, han instalado varios refugios. A¨²n as¨ª, los complejos en EE UU carecen de la seguridad extrema que hay en pa¨ªses como Israel o India: no tienen detectores de metales y la mayor¨ªa de los vigilantes no llevan arma.
El motivo, al margen de la aprensi¨®n que podr¨ªa generar al consumidor, es que, pese a estos episodios, los centros comerciales no son el principal escenario de la sinraz¨®n de los asesinatos en masa en EE UU. Seg¨²n un estudio de finales de 2013 de la universidad Texas State, el 40% acontecen en el lugar del trabajo del criminal, el 30% en los centros de ense?anza, el 18% en espacios p¨²blicos al aire libre y el 12% en otros sitios. Pero, m¨¢s all¨¢ de la frecuencia estad¨ªstica, el riesgo es que permanezca el estigma y para el centro de Columbia recuperar la normalidad previa al fat¨ªdico 25 de enero se presume complicado.
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