Marruecos estrena regularizaci¨®n de inmigrantes y tensa el Estrecho
Rabat inicia un ambicioso proyecto in¨¦dito en ?frica para ordenar a sus inmigrantes sin papeles El gobierno de Mohamed VI busca promocionar su imagen exterior con un islamismo moderado
No es casual. Las fronteras del estrecho entre ?frica y Europa, entre Espa?a y Marruecos, est¨¢n viviendo un comienzo de 2014 dram¨¢tico, con avalanchas casi diarias, y cientos de tragedias que parecen repetirse sin soluci¨®n. Y justo en uno de los momentos en que ambos pa¨ªses vecinos reconocen su mejor colaboraci¨®n. En Espa?a el problema se ve como un asunto recurrente y fronterizo de la Uni¨®n Europea. En Marruecos coincide con las primeras semanas de un in¨¦dito y ambicioso proceso de regularizaci¨®n de inmigrantes indocumentados que nunca se ha producido en ese continente. Comenz¨® este pasado 1 de enero y ya se han apuntado m¨¢s de 10.000 inmigrantes pero apenas se han concedido 416 tarjetas de residentes. Las condiciones exigidas para lograr esa categor¨ªa son muy desconocidas y duras. El gobierno y el rey Mohamed VI quieren aprovechar este experimento para promocionar su papel internacional como la meca del islamismo moderado y moderno.
En los montes del Gurug¨², de Bolingo y en los alrededores boscosos de Oujda, en la frontera con Argelia, siguen aguantando estas duras noches de invierno y huyendo de los gendarmes durante el d¨ªa miles de inmigrantes africanos. Muchos, la mayor¨ªa, son subsaharianos. Y llevan instalados en esa lucha de supervivencia a?os, lustros. En los ¨²ltimos meses han arribado a esas zonas agrestes cientos de sirios escapados de la guerra y la persecuci¨®n pol¨ªtica en su pa¨ªs. Querr¨ªan disfrutar de la condici¨®n de asilados pero por ahora solo escapan. Tambi¨¦n huyen de Mal¨ª, de Costa de Marfil, de Mauritania.
El Gobierno marroqu¨ª ha trasladado al Ejecutivo espa?ol que podr¨ªan esconderse en esos montes aguardando su oportunidad para saltar a Europa entre 25.000 y 40.000 inmigrantes sin ninguna documentaci¨®n clara. Sin papeles. El mensaje ha sonado alarmante e interesado porque tampoco existe procedimiento alguno para confirmar su veracidad. No se han precisado bien esos datos. Unas estimaciones que las ONG instaladas sobre el terreno rebajan a unas 10.000 personas. Pero tambi¨¦n podr¨ªan ser m¨¢s. De hecho muchas de las arremetidas diarias contra las verjas de Ceuta y Melilla llegan a sumar centenares de inmigrantes. Y la afluencia no parece menguar.
El fen¨®meno no tiene solo una explicaci¨®n. Pero hay una coincidencia fundamental. El pasado 1 de enero se puso en marcha en Marruecos el primer proceso de regularizaci¨®n de inmigrantes sin papeles en un pa¨ªs africano, con 83 oficinas abiertas por todo el pa¨ªs y con un periodo de vigencia que acaba a final de este a?o. Hay un plazo, y tambi¨¦n unas condiciones. Nada f¨¢ciles. Tampoco muy publicitadas. Y ha corrido el mensaje de que cuando se acabe este periodo los sin papeles ser¨¢n expulsados del pa¨ªs.
Las condiciones
Fue el propio rey Mohamed VI el que recomend¨® el pasado septiembre, tras escuchar a su Consejo Nacional de Derechos Humanos, una serie de reformas en pol¨ªtica migratoria nunca vistas hasta ahora en un pa¨ªs africano.
El Gobierno promulg¨® los cambios en noviembre y fij¨® los criterios para apuntarse a la regularizaci¨®n.
Los seis supuestos que entran en la regularizaci¨®n son: casos humanitarios o que padezcan una enfermedad grave, personas casadas con marroqu¨ªes desde hace dos a?os, sus hijos, extranjeros casados con otros extranjeros residentes que puedan acreditar cuatro a?os de vida en com¨²n (y sus hijos) o inmigrantes capaces de probar que viven en Marruecos desde hace cinco a?os.
Algunos portavoces de asociaciones de inmigrantes y de subsaharianos en Marruecos, como Hicham Rachidi o Marcel Amiyeto, han interpretado este paso como un avance en la pol¨ªtica migratoria marroqu¨ª pero sobre todo en una clave cosm¨¦tica: para mejorar su imagen en el exterior. El rey Mohamed VI, de hecho, est¨¢ estos d¨ªas de gira por cuatro pa¨ªses africanos y en sus discursos se empe?a en promocionar un nuevo papel de Marruecos en el continente.
En ese plan de presentar a Marruecos como mucho m¨¢s que el gendarme respaldado por Estados Unidos en la puerta sur de Europa hay otros componentes. El rey Mohamed VI, adem¨¢s, ha tomado nota de las denuncias de numerosas ONG y organizaciones humanitarias sobre su trato dado a los inmigrantes indocumentados. Quejas que ha recogido incluso el Consejo Nacional de Derechos Humanos local, ¨®rgano consultivo nombrado por el propio Rey. Si Marruecos tiene que ser un gendarme quiere serlo amable, con la imagen de un islam moderado y moderno.
Fue el propio rey Mohamed VI el que recomend¨® el pasado septiembre, tras escuchar a ese consejo asesor, una serie de novedosas reformas en pol¨ªtica migratoria nunca vistas hasta ahora en un pa¨ªs africano. El gobierno promulg¨® los cambios en noviembre y fij¨® los criterios para apuntarse a la regularizaci¨®n: casos humanitarios o que padezcan una enfermedad grave, personas casadas con marroqu¨ªes desde hace dos a?os, sus hijos, extranjeros casados con otros extranjeros residentes que puedan acreditar cuatro a?os de vida en com¨²n (y sus hijos) o inmigrantes capaces de probar que viven en Marruecos desde hace cinco a?os.
Las condiciones son dif¨ªciles de cumplir y tambi¨¦n de conocer por los supuestos interesados. Hasta cuatro organizaciones dedicadas a trabajar con los inmigrantes han destacado a EL PA?S el valor de Marruecos al iniciar al menos este camino en favor de los derechos humanos pero han cuestionado las restrictivas y duras pautas marcadas. Y han demandado m¨¢s flexibilidad. Y una informaci¨®n m¨¢s precisa. No se sabe, por ejemplo, por cu¨¢nto tiempo se dar¨¢ la residencia.
En otros casos hay, adem¨¢s, desconfianza. Los inmigrantes no se f¨ªan de las buenas palabras y promesas de Marruecos. Llevan a?os instalados en la marginaci¨®n, subsistiendo con trabajos manuales y cosechas ilegales, sufriendo racismo en un pa¨ªs geogr¨¢ficamente africano, y no se acaban de creer el repentino buen comportamiento de los mismos polic¨ªas que hace unos meses les apalizaban. ¡°Aqu¨ª viven en el bosque y hasta hace poco los polic¨ªas llegaban de repente y les quemaban los campamentos y sus tiendas para que se fueran. Ahora no se lo creen. Les pillan en la valla de Ceuta o Melilla y ya no les devuelven directamente a la frontera de Argelia sino que les llevan a ciudades como Rabat, Casablanca o Nador. Pero ellos se vuelven a los montes porque no se atreven a bajar a la ciudad ni a ir a una oficina de registro, que en alg¨²n caso est¨¢n justo al lado de las comisar¨ªas¡±, resume una trabajadora social ubicada en uno de los cruces fronterizos de m¨¢s tr¨¢nsito.
Portavoces de varias asociaciones con presencia en la comisi¨®n de valoraci¨®n que concede las anheladas tarjetas de residentes, que dan acceso a te¨®ricos permisos de trabajo, admiten que el Gobierno marroqu¨ª est¨¢ ofreciendo una imagen de cierta flexibilidad y sensibilidad en estas primeras semanas del proceso: ¡°Quieren ser inclusivos y dar el beneficio de la duda¡±. No se han dado muchas tarjetas, apenas unas decenas, pero s¨ª se han registrado casos en los que la documentaci¨®n aportada no cumpl¨ªa todas las exigencias. Y hasta el ministro especial para la inmigraci¨®n, Anis Birou, ha animado a los inmigrantes sin regularizar a resolver sus papeles para poder ofrecer alg¨²n tipo de educaci¨®n escolar a sus hijos, una de las demandas que los trabajadores sociales implicados a¨²n no saben c¨®mo se va a resolver.
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