Comunicar con Putin

La revoluci¨®n desatada en Ucrania, que recuerda a las revueltas que desintegraron el imperio sovi¨¦tico en Europa del Este, y m¨¢s cerca en el tiempo a la de la plaza de Tarhir en El Cairo, devuelven a nuestro continente al tablero de ajedrez de la guerra fr¨ªa. Los dram¨¢ticos acontecimientos en marcha en la exrep¨²blica sovi¨¦tica, 46 millones de habitantes, una superficie ligeramente superior a la de Espa?a y por donde transita entre el 60% y el 80% del gas natural ruso que calienta a Europa, rebobinan la historia. Una multiforme masa ciudadana que va desde los ultranacionalistas a las depauperadas clases medias, transformada en poder constituyente en Kiev; un intento de autodeterminaci¨®n de la pen¨ªnsula de Crimea, la regi¨®n m¨¢s rus¨®fila de Ucrania que alberga a la flota rusa del mar Negro en el puerto de Sebastopol; milicias armadas prorrusas, no identificadas, ocupando los aeropuertos de la pen¨ªnsula. Exceso de material inflamable.

Vald¨ªmir Putin, el gran hermano ruso, se declara decidido a defender a los suyos dentro de Ucrania. Para el Kremlin, Rusia y Ucrania son un mismo pueblo que comparte no solo una historia sino tambi¨¦n una cultura. El poder en la calle, la democracia directa, no precisamente al estilo de Suiza. Un nuevo campo de batalla geopol¨ªtico que ha pillado a la UE y a Estados Unidos a contrapi¨¦. Pero tambi¨¦n a Putin, al que le ha estallado la torpeza y latrocinio de su vasallo V¨ªctor Yanuk¨®vich, refugiado en Rusia. Sin embargo, el presidente ruso tiene las llaves para controlar la tormenta perfecta desencadenada en Ucrania. No puede permitir una guerra civil, cuyas consecuencias desbordar¨ªan sobre Rusia; un estado fallido ser¨ªa una carga para Mosc¨²; una intervenci¨®n militar tendr¨ªa consecuencias impensables a pesar de la distracci¨®n estrat¨¦gica en la que est¨¢ sumido EE?UU de Barack Obama, replegados en la pol¨ªtica de reconstrucci¨®n dom¨¦stica.

Y Europa, metastizada de populismo y minada por el escepticismo ciudadano, tendr¨¢ que dejar de mirarse el ombligo y pagar la estabilizaci¨®n de Ucrania. El derrocamiento del Estado cleptocr¨¢tico deja un paisaje econ¨®mico de tierra quemada. Necesita, se?ora Merkel, una ayuda inmediata de 26.000 millones de euros; est¨¢ al borde del abismo, todo ha sido robado. La implosi¨®n de la URSS se cerr¨® en falso. El menosprecio de Putin por Obama, tambi¨¦n por la UE, ha sido un grave error de c¨¢lculo; al igual que el boicoteo pol¨ªtico occidental de los Juegos de Sochi. Su Rusia, a¨²n autocr¨¢tica y poco respetuosa del imperio de la ley y de los derechos civiles, cuenta mucho en el tablero internacional. Occidente debe recapacitar y reconocer a la que todav¨ªa es una gran potencia y dejar de ningunear a su presidente, que ambiciona una Gran Rusia y una esfera de influencia europea sin sentirse amenazado. Estados Unidos y Europa deben deshacer urgentemente la incomunicaci¨®n con Putin. Ucrania no puede ser metida con calzador en la OTAN, deber¨¢ mantener a la vez una relaci¨®n estrecha con Rusia y tambi¨¦n con la UE, una nueva Finlandia.

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