Comandos de ninguna parte
La utilizaci¨®n de miles de soldados sin insignias es una novedad en la historia militar
La utilizaci¨®n de tropas sin distintivos, sin ning¨²n tipo de insignias que indiquen su pertenencia a alg¨²n ej¨¦rcito conocido es una novedad en la historia militar, que se ha producido en Crimea con motivo de la actual crisis preb¨¦lica entre Ucrania y Rusia.
Hay en la historia de las guerras muchos ejemplos de uso de triqui?uelas para enga?ar al enemigo y conseguir victorias por la astucia que ahorren sangre y tiempo. Algo que los tratados internacionales proh¨ªben de manera taxativa. Los que usen uniformes il¨ªcitos, o eludan la uniformidad haci¨¦ndose pasar por paisanos, pueden ser pasados por las armas, como si fueran esp¨ªas y sin que nadie pueda reclamar sus acciones, porque se consideran deshonrosas. Por ello, los casos registrados han sido siempre aislados y no masivos. Peque?as acciones de comando con intenciones de corto alcance casi siempre. Si acaso, acciones guerrilleras, como las desarrolladas por los sovi¨¦ticos o los italianos en la II Guerra Mundial contra los invasores nazis, o antes por los espa?oles en la guerra contra Napole¨®n. En esos casos, s¨ª, masivas y cubiertas de honores por el bando al que obedec¨ªan.
Pero los hechos actuales en Crimea son aut¨¦nticamente originales. Los miles de hombres armados que acosan o toman los cuarteles del ej¨¦rcito ucraniano en Simfer¨®pol, Kerch o Sebastopol, conservan una uniformidad perfecta, hablan ruso de forma fluida y respetan una disciplina ejemplar. A nadie se le oculta que pertenecen al Ej¨¦rcito ruso o, mejor dicho, son el Ej¨¦rcito ruso.
De lo que se trata ahora no es de sorprender a un enemigo confiado a trav¨¦s del enga?o, sino de saltarse las normas internacionales para eludir, por medio de un enga?o burdo, responsabilidades y poder esquivar, con pretextos rid¨ªculos, las exigencias de terceros pa¨ªses.
El uso de uniformes sin distintivo es una t¨¢ctica diplom¨¢tica m¨¢s que militar, m¨¢s del ministro de Asuntos Exteriores, Sergu¨¦i Lavrov, que del mando supremo del Ej¨¦rcito ruso. Con ello, queda burdamente excluido el argumento de la invasi¨®n militar, emboscado tras una inveros¨ªmil, propia de un ilusionista, aparici¨®n de una eficiente y enorme milicia ucraniana favorable al depuesto presidente Victor Yanuk¨®vich. En teor¨ªa, ni siquiera Vlad¨ªmir Putin puede dar la orden de retirada de un ej¨¦rcito que no es de nadie, aunque sus armas sean rusas y sus veh¨ªculos lleven placas de matr¨ªcula rusas.
El 2 de septiembre de 1939 el Ej¨¦rcito nazi invadi¨® Polonia despu¨¦s de que unos soldados alemanes se disfrazaran de polacos y provocaran un tiroteo. Nadie se trag¨® el miserable truco. Ahora, tampoco. La diferencia es que la envergadura de esta operaci¨®n puede acabar dando sus frutos pol¨ªticos y puede servir de gu¨ªa y ejemplo en otras situaciones de crisis. De la crisis de recomposici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica que vive la zona.
Crimea ha sido escenario de batallas que pasaron a la historia. Algunas, como el sitio de Sebastopol en 1942, por su grandiosidad. Otras, como la carga de la Brigada Ligera mandada por lord Cardigan, por la magnitud colosal de la estupidez del ej¨¦rcito brit¨¢nico en 1854. Ahora, por el descomunal calibre de un fraude en el que el timado no tiene forma de librarse del timador, que adem¨¢s de golfo es m¨¢s fuerte.
Los rusos acaban de inventar una forma nueva de invasi¨®n militar.
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