A la caza de Kony, se?or de la guerra
Los conflictos de Sud¨¢n del Sur y Rep¨²blica Centroafricana debilitan el cerco al ugand¨¦s
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Kafia Kingi es un buen pedazo de tierra muy frondosa localizado en el tri¨¢ngulo que une Sud¨¢n, Rep¨²blica Centroafricana y Sud¨¢n del Sur. En disputa entre los dos vecinos sudaneses, es el norte el amo y custodio del territorio. All¨ª es hacia donde se?alan los ¨²ltimos guerrilleros desertores del cruento Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or (LRA, en sus siglas en ingl¨¦s). All¨ª, seg¨²n los trabajos realizados por una de las organizaciones que sigue la pista al LRA, The Enough Project ¡ªcon acceso a fuentes militares y excombatientes¡ª, se encuentra parapetado su general al cargo, uno de los se?ores de la guerra africanos m¨¢s buscados por sus atrocidades: Joseph Kony, el m¨ªstico l¨ªder rebelde de los 10 mandamientos, perseguido por la Corte Penal Internacional.
?Por qu¨¦ no se le da caza? ¡°Es un ¨¢rea muy vasta, como una jungla¡±, explica el analista de The Enough Project Kasper Agger, desplazado a Kampala, capital de Uganda, para dirigir el rastreo del LRA. ¡°Hay im¨¢genes tomadas por sat¨¦lite, pero es dif¨ªcil distinguir entre un cazador, un bandido o un rebelde del LRA¡¡±. Y lo que tiene peor soluci¨®n y ha hecho saltar las alarmas de los que persiguen al LRA, las guerras abiertas en los vecinos Sud¨¢n del Sur y Rep¨²blica Centroafricana han distra¨ªdo fuerzas y atenci¨®n del cerco a Kony, que rondar¨¢ hoy los 53 a?os. Un dato para el detalle: el medio millar de soldados sursudaneses que apoyaba la exigua misi¨®n contra el LRA bajo sello de la Uni¨®n Africana ha desviado su paso a combatir el levantamiento interno contra el presidente de su pa¨ªs, Salva Kiir.
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Ni las filas del LRA est¨¢n ya muy nutridas, los c¨¢lculos m¨¢s generosos hablan de 700 miembros ¡ªincluyendo a no combatientes¡ª, ni existe el apoyo social con el que naci¨® a finales de los ochenta en el norte de Uganda. ¡°Ni siquiera es una amenaza para Uganda¡±, afirma Agger. ¡°Kony quiere sobrevivir, pero no regresar¡±. El LRA no es esa guerrilla formada en la regi¨®n de mayor¨ªa ¨¦tnica Acholi contra la que se ceb¨® el actual presidente ugand¨¦s, Yoweri Museveni, al mando del entonces Ej¨¦rcito de Resistencia Nacional, hoy las Fuerzas Armadas regulares. Lo que no se borra de la mente son las atrocidades cometidas por un l¨ªder rebelde aupado entre el misticismo de su figura y el seguimiento a sangre de los 10 mandamientos; alabado por una guerrilla que ha reclutado a miles de ni?os, muchos tras ser obligados a matar a su familia, que ha usado a ni?as como esclavas sexuales, que ha drogado para el combate a menores, y ha arrasado poblaciones a su paso, 320.000 civiles permanecen a¨²n desplazados. ?Y si se da caza a Kony? ¡°Esa es la pregunta del mill¨®n¡±, contesta Agger, ¡°pero seguro que muchos desertar¨ªan¡±.
Eso si se enteran porque el LRA est¨¢ dividido geogr¨¢ficamente y sus milicianos campan entre Sud¨¢n, Congo y Rep¨²blica Centroafricana. ¡°El reto¡±, se?ala Paul Ronan, analista de The Resolve, ¡°est¨¢ en la Rep¨²blica Centroafricana¡±. Seg¨²n la informaci¨®n reunida por esta organizaci¨®n, que como The Enough Project y la popular Invisible Children ¡ªautora de la campa?a Kony2012¡ª sigue el rastro del LRA, hombres a las ¨®rdenes de Kony se entremezclan en el sureste de este pa¨ªs con guerrilleros del Seleka, grupo centroafricano de origen musulm¨¢n que apoy¨® el golpe de Estado de Michel Djotodia en marzo de 2013. ¡°Es dif¨ªcil saber si las atrocidades en esas comunidades las hacen unos u otros¡±, admite Ronan.
Precisamente Djotodia ¡ªahora exiliado¡ª se hizo eco el pasado noviembre de un deseo de apertura de di¨¢logo llegado en carta con pu?o y letra del mism¨ªsimo Kony. Seg¨²n document¨® Ronan, el presidente interino centroafricano mand¨® una misi¨®n militar con medicinas y comida a la localidad de Nzako, donde aguardaba un grupo de rebeldes del LRA. Las provisiones se las quedaron, pero se dieron a la fuga y fueron emboscados por tropas ugandesas. Hab¨ªa sido una treta.
Y si fuera poco, Ronan se?ala otra grieta en el combate al LRA: el apoyo de militares ugandeses al presidente sursudan¨¦s Salva Kiir: unos viejos lazos que ayudan a explicar la laxitud de Sud¨¢n con Kony y los suyos. ¡°Pr¨¢cticamente todos los soldados que luchan contra el LRA son ugandeses¡±, explica el analista, ¡°y Uganda est¨¢ derivando recursos hacia Sud¨¢n del Sur¡±. Y ah¨ª se quedar¨¢n hasta que pase lo peor, seg¨²n ha anunciado el Gobierno de Kampala.
De lo que no cabe duda es de que, como se?ala Invisible Children, las v¨ªctimas a manos del LRA han ca¨ªdo dr¨¢sticamente en los ¨²ltimos tres a?os. Seg¨²n los datos de esta organizaci¨®n, en el ¨²ltimo mes solo se ha podido documentar la muerte de un civil a manos del LRA. El pasado a?o fueron 75, mientras el c¨®mputo desde diciembre de 2008 asciende a 2.329 v¨ªctimas mortales. Todo esto coincide con la llegada en 2011 de un centenar de asesores estadounidenses en apoyo de los soldados ugandeses.
Pero el combate a Kony no se libra solo con sat¨¦lites y misiones a pa¨ªses vecinos. En el norte de Uganda, en localidades como Gulu o Kitgum, se sigue luchando por la rehabilitaci¨®n de excombatientes, mujeres de exmiembros del LRA y ni?os nacidos en cautiverio; v¨ªctimas de la violencia sexual, de heridas de guerra, de malos tratos.... ¡°Las comunidades no est¨¢n preparadas para recibir a los ni?os soldado¡±, afirma James Ronald Ojok, investigador de Refugee Law Program. ¡°All¨ª, las aldeas rechazan acoger y expulsan a las mujeres de combatientes en activo o en paradero desconocido¡±.
Muchos ex ni?os soldado, seg¨²n ha registrado esta organizaci¨®n con sede en Kampala, no son aceptados por sus padres o incluso llegan a sentirse rechazados por la escuela y vuelven a coger las armas, ahora en poder del Ej¨¦rcito. ¡°?Qu¨¦ van a hacer si llevan toda su vida siendo guerrilleros?¡±. Es el estigma que dej¨® Kony en sus vidas. ?Llegan muchos desertores? ¡°Desde que se fueron a Rep¨²blica Centroafricana y Congo, menos; hay mucha distancia y miedo¡±, responde Ojok, ¡°pero si se acaba el conflicto, recibiremos a muchos¡±.
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