La ralentizaci¨®n econ¨®mica complica la nueva presidencia de Bachelet
La bajada del precio del cobre y de la divisa marcan la agenda de la mandataria
La popularidad del presidente ha sido baja y parece subir solo ahora, hacia el final. Se le felicita por la buena econom¨ªa, un terreno c¨ªclico donde los gobiernos siempre se adscriben las victorias y huyen de las derrotas. En este tema, la segunda presidencia de Michelle Bachelet promete tener tan mala suerte como la primera.
A parte de la baja del cobre y de la moneda chilena, el nuevo Gobierno encontrar¨¢ un Estado con cajas menos que llenas. La actual presidencia no ha llevado la pol¨ªtica contrac¨ªclica que hubiera frenado la inflaci¨®n y aumentado las reservas. Al contrario, ha bajado los impuestos y ha hecho planes para la infraestructura que pueden atar a sus sucesores durante a?os.
Hay particularmente tres sectores preocupantes en la inversi¨®n p¨²blica: educaci¨®n, energ¨ªa y comunicaciones. Son carencias que datan de la primera presidencia de Michelle Bachelet y que tampoco Sebasti¨¢n Pi?era ha podido remediar.
A pesar de la digna tradici¨®n chilena en materia de educaci¨®n desde los tiempos de Andr¨¦s Bello, el tema lleva d¨¦cadas siendo su tal¨®n de Aquiles. El sistema escolar del Estado fue debilitado por la dictadura, tanto por su municipalizaci¨®n como por el crecimiento de las escuelas privadas. Lejos de remediarlo, los gobiernos de centroizquierda lo agravaron, creando un sistema de educaci¨®n terciaria dominada por empresas privadas. Universidades con o sin comillas hicieron buenos negocios, pese a una supuesta prohibici¨®n de lucro, y generaciones de j¨®venes de clase media quedaron endeudados de toda la vida para pagar una educaci¨®n que no da lo que promet¨ªa en t¨¦rminos de empleos y carreras.
Era demasiado esperar que el Gobierno de Pi?era remediara el problema, y no lo hizo. Mientras tanto, las manifestaciones callejeras se han multiplicado¡ªcon su inevitable porcentaje de violencia¡ªy han sido intensamente reprimidas. La tarea nada envidiable de Michelle Bachelet y su ministro de Educaci¨®n, Nicol¨¢s Eyzaguirre, ser¨¢ resolver este problema. No est¨¢ claro si tendr¨¢n los recursos econ¨®micos y el tiempo pol¨ªtico para hacerlo. M¨¢xime si el problema de la calidad y la desigualdad educacionales comienza al nivel de guarder¨ªa y sigue en la primaria. Los j¨®venes en la calle son de la secundaria y de las universidades, y siguen teniendo el apoyo moral de una mayor¨ªa de chilenos.
A pesar de tener tantos r¨ªos caudalosos, Chile usa carb¨®n y petr¨®leo para m¨¢s de la mitad de su producci¨®n de energ¨ªa, cuya demanda crece m¨¢s r¨¢pido que la oferta. Ya van dos presidentes sin poner en marcha los planes para largas plantas hidroel¨¦ctricas y los necesarios sistemas de distribuci¨®n. A la resistencia popular¡ªla escasa pero politizada poblaci¨®n local y las ONG medioambientales (?!)¡ªhay que a?adir que ninguno de los pa¨ªses de la subregi¨®n, todos ricos en fuentes de energ¨ªa, se ha mostrado proclive a crear la red energ¨¦tica que es tan factible como deseable.
Las inversiones del presidente Ricardo Lagos en comunicaciones fueron una inyecci¨®n decisiva para el desarrollo del pa¨ªs. Desde entonces, la cantidad de autom¨®viles y camiones se ha redoblado. Las calles de Santiago est¨¢n tan trabadas que se plantea pagar el acceso a las calles m¨¢s traficadas. Las carreteras de la Regi¨®n Metropolitana ya no bastan para el tr¨¢nsito, y la nacional norte-sur (ruta 5) resulta inadecuada en secciones importantes para la econom¨ªa. ?Cu¨¢ndo se podr¨¢ so?ar con los avances nuevos, como la reinvenci¨®n de los trenes o el t¨²nel transandino?
Mensaje reciente de Twitter: ¡°Los due?os de Chile comunican a sus malagradecidos clientes que a partir del 12 de marzo no se ocupar¨¢n m¨¢s de la administraci¨®n.¡± Sin embargo, Chile sigue cargando con el freno del sistema electoral que le dej¨® la dictadura. El malhadado ¡°binominal¡± garantiza que ning¨²n presidente puede contar con una mayor¨ªa efectiva en el Congreso.
Dada la distribuci¨®n de patrimonios e ingresos del pa¨ªs, muchos dudaban en 2010 del nuevo Gobierno del presidente electo Sebasti¨¢n Pi?era. ?Sabr¨ªa distinguir entre sus propios intereses econ¨®micos y los intereses del Estado? El presidente finalmente ofreci¨® una soluci¨®n, poniendo sus empresas en un ¡°trust ciego¡±. Varios ministros optaron por diferentes maneras de afirmar su credibilidad en este sentido.
Al mismo tiempo, tras veinte a?os en el fr¨ªo, los duros de la derecha estaban afilando los cuchillos ante ¡°el desalojo¡± de sus adversarios. La administraci¨®n del Estado fue tomada por una nueva generaci¨®n reclutada de las empresas y las facultades privadas, acostumbrada a sueldos generosos y a ¡°beneficios marginales¡±, sabedora de la gerencia de empresas y careciente de experiencia en la gesti¨®n p¨²blica.
El ¡°desalojo¡± consisti¨® en echar a una gran cantidad de funcionarios p¨²blicos contratados por anteriores gobiernos pero sin condici¨®n de ¡°planta¡±. Fueron sustituidos por los protegidos del nuevo Gobierno seg¨²n la tradici¨®n de ¡°spoils¡± que las constituciones latinoamericanas han heredado de la tradici¨®n estadounidense. Garantiza lealtad pero dificulta el desarrollo de competencias profesionales en la administraci¨®n p¨²blica. Que haya m¨¢s funcionarios ¡°a contrata¡± que ¡°de planta¡± no s¨®lo es fruto de c¨¢lculos clientelistas; tambi¨¦n se debe a que la oposici¨®n haya podido frenar los gastos estatales en el equilibrio parlamentario impuesto desde 1990 por la constituci¨®n ideada por la dictadura.
Ahora que se acerca el final de los cuatro a?os, el Gobierno hace lo que puede para atar a sus contratados en sus cargos, y la nueva administraci¨®n har¨¢ lo que puede para que vuelvan los talentos que fueron echados en su d¨ªa. Ni la derecha ni la izquierda parecen considerar la posibilidad de establecer un sistema que asegure un mayor profesionalismo a largo plazo. El sistema para nombrar altos cargos administrativos no ha cambiado nada en este sentido, ya que sigue asegurando al presidente de turno que ¡°su¡± candidato estar¨¢ en la n¨®mina final ¡ªy hasta proh¨ªbe la candidatura de funcionarios de m¨¢s experiencia, precisamente por trabajar en las instituciones respectivas¡ª.
Hace cuatro a?os, en un art¨ªculo en la revista Forum de la Fundaci¨®n Euroam¨¦rica, describ¨ª la nueva presidencia como prometedora. Ve¨ªa y veo en Sebasti¨¢n Pi?era un hombre no solo competente pero tambi¨¦n moderno, deseoso de mudar la derecha m¨¢s cerca del centro de la opini¨®n p¨²blica. Si sus esfuerzos en este sentido han tenido algunos ¨¦xitos, es sobre todo por haber expuesto y profundizado las divisiones de la derecha.
Los herederos ideol¨®gicos del pinochetismo, que siguen no s¨®lo en la UDI (Uni¨®n Democr¨¢tica Independiente) sino tambi¨¦n en parte de la RN (Renovaci¨®n Nacional), el partido del Presidente, han frenado gran parte de sus iniciativas como antes frenaban las de sus predecesores. Tras su derrota en las ¨²ltimas elecciones, ambos partidos se encuentran en un caos. Ambos tendr¨¢n que cambiar de liderazgo y tratar otra vez de ganar votos del centro. Cuando por fin cambie el sistema electoral, habr¨¢ m¨¢s aperturas para nuevas combinaciones pol¨ªticas en el Congreso.
Otra buena noticia es que la presidenta Bachelet tendr¨¢ la mayor¨ªa en el Congreso que ninguno de sus predecesores ha tenido. Para cambiar la Constituci¨®n necesitar¨¢ algunos votos de la nueva oposici¨®n, pero para cambiar el sistema electoral bastar¨ªa con sus propios parlamentarios. Y tambi¨¦n para otras muchas reformas urgentes.
Al pa¨ªs m¨¢s estable y exitoso de Am¨¦rica Latina le esperan cuatro a?os interesantes.
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