Los duros del Maid¨¢n quieren estar en pol¨ªtica
El l¨ªder de la extrema derecha, Dimitro Yarosh, lanza un partido // La organizaci¨®n tiene 10.000 voluntarios
Los recepcionistas del hotel donde se ha instalado Dimitro Yarosh van con chaleco antibalas negros. Dentro hay otro pu?ado de hombres vestidos como militares, con ropa de camuflaje. Uno de ellos pide los pasaportes. Para llegar al jefe del Sector de Derechas, el grupo m¨¢s radical de los violentos del Maid¨¢n, hay que atravesar una cafeter¨ªa setentera, varios pasillos y subir unas plantas en ascensor. El l¨ªder de la extrema derecha recibe en un cuarto de paredes rosadas y cortinas tupidas para que casi no entre la luz natural. Todos salen. No hay jefes de prensa ni vigilantes. Entrelaza los dedos de las manos, apoya los codos y explica sus planes: ¡°Para nosotros, la revoluci¨®n contin¨²a. El Maid¨¢n naci¨® para cambiar el sistema, no las caras de los que est¨¢n en el poder¡±.
Yarosh, fil¨®logo de 42 a?os, empez¨® a ser alguien durante las protestas, cuando la represi¨®n policial hizo ganar visibilidad a la minor¨ªa que sab¨ªa pelear y estaba organizada. ?l era el l¨ªder uno de los grup¨²sculos ultranacionalistas que han acabado integr¨¢ndose en el Sector de Derechas bajo un mando ¨²nico, el suyo. Yarosh pretende trasladar todo ese mundo marcial y radicalizado a la pol¨ªtica. Hace unos d¨ªas anunci¨® que se presenta candidato a las presidenciales del 25 de mayo ¡ªcon muy escaso apoyo, seg¨²n los analistas-¡ª. Ahora explica, con su tono de voz bajo, que su organizaci¨®n tendr¨¢ un bloque militar y otro pol¨ªtico que pretenden lanzar este s¨¢bado.
Lleva un jersey de canal¨¦ negro con coderas de tela y el pelo muy corto. En el pasillo enmoquetado donde est¨¢ su habitaci¨®n, hay una c¨¢mara de seguridad y detr¨¢s una pantalla para vigilar la calle. Rusia ha lanzado una orden de arresto contra ¨¦l por incitaci¨®n p¨²blica al terrorismo, algo que ¨¦l niega. A la propaganda del Kremlin Yarosh le sirve, sobre todo, de modelo de fascista. El objetivo es hacer creer que toda la protesta ha estado y est¨¢ dominada por estos grupos radicales, aunque constituyan solo una parte del Maid¨¢n y adem¨¢s minoritaria. El Sector de Derecha busca ahora ganar influencia dentro del sistema, como partido.
Yarosh adelanta parte del programa. ¡°Empezamos con la lustraci¨®n [limpieza] del poder y luego hay que reorganizar el Ministerio del Interior, los servicios secretos y las fuerzas armadas¡±, enumera despacio. ¡°Hace falta extirpar la matriz olig¨¢rquica que estaba en la base del r¨¦gimen de [V¨ªctor] Yanuk¨®vich. Si no creamos una clase media y apoyamos a las pymes, no se pueden esperar cambios dr¨¢sticos en el pa¨ªs. Los oligarcas pueden invertir y ayudarnos en ese cambio¡±, plantea.
El h¨¦roe de Yarosh es Step¨¢n Bandera, el aliado de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial que ha salido a relucir en estas protestas presentado como un luchador por la independencia ucrania. El l¨ªder del Sector de Derecha trata de mostrar su perfil m¨¢s moderado. ¡°?De extrema derecha? ?Fascista yo?¡±, sonr¨ªe. ¡°El nacionalismo ucranio no es xen¨®fobo ni antisemita. Buscamos proteger lo nuestro, garantizar que los ucranios vivan tranquilos en su territorio, y eso incluye a las minor¨ªas nacionales¡±, se defiende. Sobre los derechos, por ejemplo de los homosexuales, tiene una postura bastante pr¨®xima al Kremlin que tanto detesta: ¡°Soy cristiano y mi actitud es negativa hacia ellos. Entiendo que la gente con una sexualidad diferente tenga derecho a vivir como quiera, pero no acepto la propaganda de todo eso ni los matrimonios gays. Estamos a favor de la familia tradicional¡±, afirma. ?Pueden estar tranquilos los ucranios que no apoyan la revoluci¨®n? ¡°Si, solo las acciones antiEstado deben estar castigadas por la ley, como colocar la bandera rusa en un edificio p¨²blico¡±, asegura.
Nada m¨¢s comenzar la amenaza rusa en Crimea, el Sector de Derechas llam¨® a la movilizaci¨®n general de voluntarios. Han colocado mesas de reclutamiento y tel¨¦fonos para los que quieran unirse. Calcula que tienen unos 10.000 hombres, pero dice Yarosh que ¡°cada d¨ªa se alistan cientos¡±, que reciben formaci¨®n militar y ¡°educaci¨®n patri¨®tica¡±. Se han ganado fama de duros. ¡°No se consigue nada viniendo al Maid¨¢n a cantar canciones¡±, dice uno de sus miembros, Alexei, de 18 a?os y la cara llena de heridas de balines de goma. Est¨¢ en el puesto principal del Sector de Derechas del Maid¨¢n. Por detr¨¢s pasa un grupo marchando. Muchos consideran que est¨¢n en guerra. Un par ensaya c¨®mo inmovilizar con una llave a un tercero. Otros meten cajas de naranjas en el edificio que ocupan. ¡°Son los ¨²nicos que de verdad hacen algo¡±, comenta otro. A su lado, un chaval con gafas de hipster y traje de camuflaje explica que estudia para ser fiscal y que es jud¨ªo antes de cerrar la boca por orden de un tipo con un walkie talkie cosido al hombro que dice ser el jefe.
En su austero despacho del hotel, custodiado fuera por hombres armados en una sala que deb¨ªa ser el ba?o porque cuelga de la pared un secador, Yarosh explica que est¨¢ intentando que se legalicen las armas que han acumulado, que contribuye a crear una ley sobre tenencia de armas, ofrece colaboraci¨®n a las fuerzas del orden y afirma que, pase lo que pase en Crimea el domingo, ¡°el Sector de Derechas va a estar bajo las ¨®rdenes del Estado, no aceptamos la anarqu¨ªa¡±, explica tranquilo. ¡°La reacci¨®n del Gobierno [a Rusia] ha sido adecuada, pero los militares deber¨ªan haber sido m¨¢s activos¡±, critica. ¡°Desde hace a?os, los rusos se han infiltrado en los jefes de las Fuerzas Armadas, han llevado a cabo una desmoralizaci¨®n y liquidaci¨®n de las unidades de combate¡±.
La relaci¨®n de Yarosh con las nuevas autoridades es, dice, de di¨¢logo. Con una especie de sentido de Estado, explica: ¡°No hemos entrado en las estructuras de poder, pero tenemos buena relaci¨®n con ellos, porque ahora no se puede desestabilizar el sistema pol¨ªtico. Eso dar¨ªa ventaja a Rusia. Pero cuando ganemos las presidenciales¡±, afirma sonriente pese a sus raqu¨ªticas posibilidades, ¡°nuestra influencia ser¨¢ mayor¡±.
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