La rebeli¨®n de los congresistas veteranos ante la par¨¢lisis del Capitolio
El bloqueo legislativo provoca que varios miembros se retiren de la C¨¢mara de Representantes y el Senado. La aprobaci¨®n de leyes alcanz¨® en 2013 su nivel m¨¢s bajo en dos d¨¦cadas.
La acuciante par¨¢lisis legislativa que sufre el Congreso de Estados Unidos genera enormes paradojas, como que, con 87 a?os a sus espaldas y 59 de congresista, el dem¨®crata John Dingell decida retirarse no por su avanzada edad sino sobre todo porque considera ¡°repulsivo¡± seguir en el Capitolio. O que en el otro extremo, la tambi¨¦n dem¨®crata Gloria Negrete McLeod, de 72 a?os pero que solo lleva uno como congresista, opte por no buscar la reelecci¨®n porque es tal su frustraci¨®n que cree que ser¨¢ m¨¢s ¨²til a sus votantes si se presenta a los comicios de un condado. Ambos casos representan la punta de lanza del sentimiento de hast¨ªo que comparten cada vez m¨¢s representantes electos, muchos de ellos veteranos que se retiran, ante la enquistada polarizaci¨®n partidista y el cerrojo que ha impuesto la bancada m¨¢s radical del Partido Republicano.
Motivos parecen que no les faltan. 2013 fue el primer a?o -de los dos que componen cada per¨ªodo legislativo- menos productivo de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas en el Capitolio. La C¨¢mara de Representantes -donde los republicanos ostentan la mayor¨ªa- y el Senado -con control dem¨®crata- aprobaron conjuntamente 62 leyes sustantivas, seg¨²n un an¨¢lisis de Drew DeSilver, investigador del instituto Pew, que excluye convalidaciones ¡°ceremoniales¡±, como validar el nombre de una oficina postal. La cifra supera por la m¨ªnima el anterior triste r¨¦cord -de 63 leyes en 2011- , pero queda lejos de los primeros a?os precedentes: 79 en 2009, 97 en 2007, 124 en 2005 y 144 en 2003.
Un poco antes de entonces ya se hab¨ªan vivido los primeros s¨ªntomas -81 normas aprobadas en 2001 y 74 en 1995- pero menos incipientes. ¡°Sin duda hay una tendencia a la baja y el Congreso no est¨¢ en el camino de recuperar el ritmo¡±, sostiene DeSilver en conversaci¨®n telef¨®nica. Y si la mirada se echa m¨¢s atr¨¢s, las diferencias se tornan abismales y queda patente cu¨¢nto se han rebajado las exigencias pol¨ªticas. El 'do nothing Congress' (El Congreso que no hace nada) que acu?¨® el expresidente de EE. UU. Harry Truman en 1948 aprob¨® ni m¨¢s ni menos que 511 leyes, ocho veces m¨¢s que el del a?o pasado.
La creciente polarizaci¨®n tambi¨¦n es fruto de otro fen¨®meno: la cada vez m¨¢s estrecha vinculaci¨®n entre el mundo empresarial y el pol¨ªtico
¡°Este no es el Congreso que conozco y amo. La instituci¨®n no funciona. Se ha hecho partidista m¨¢s all¨¢ de lo imaginable¡±, denunci¨® Dingell a finales de febrero al anunciar que no buscar¨ªa la reelecci¨®n en los comicios legislativos de noviembre. ¡°Es frustrante por el extremismo de los republicanos del Tea Party. No parece que suceda nada¡±, ahond¨® Henry Waxman, otro dem¨®crata de 74 a?os que deja el Capitolio tras 20 de servicio. Las cr¨ªticas al inmovilismo legislativo -que ha sumido al Capitolio en un profundo desprestigio- no son nada nuevas y se oyen desde hace meses desde la boca del presidente Barack Obama a la de algunos republicanos moderados. Tampoco es m¨¢s alta de lo habitual la cifra de la cuarentena de congresistas y senadores que se retirar¨¢n en 2014, con 600 a?os de experiencia acumulada. La novedad radica en que para varios de ellos sean precisamente el malestar por la escasa aprobaci¨®n de leyes y el extremismo pol¨ªtico -que tuvo su mayor reflejo en el cierre parcial de la Administraci¨®n en octubre- las principales causas de su decisi¨®n de no optar a la reelecci¨®n.
No solo la agenda legislativa de Obama -como el cierre de la prisi¨®n de Guant¨¢namo o la reforma migratoria- lleva tiempo estancada en las c¨¢maras sino que validaciones que antes eran un puro tr¨¢mite, como la aprobaci¨®n del presupuesto o el levantamiento del techo de deuda para evitar una suspensi¨®n de pagos, en los ¨²ltimos a?os solo se han conseguido con mucho sudor, concesiones y frenes¨ª hasta el ¨²ltimo segundo.
Es frustrante por el extremismo de los republicanos del Tea Party. No parece que suceda nada
Henry Waxman
?Qu¨¦ explica el triste r¨¦cord de 2013? Jane Mansbridge, profesora de liderazgo pol¨ªtico en la Universidad de Harvard, lo atribuye a tres factores que se han ido acrecentando. En primer lugar, a una ¡°mayor coherencia¡± en los partidos. Tras la instauraci¨®n del acta de los derechos civiles en 1964 y la incorporaci¨®n progresiva de los ciudadanos negros al sistema pol¨ªtico, sostiene, muchos dem¨®cratas que hasta entonces se hab¨ªan opuesto al fin de la segregaci¨®n racial se fueron desplazando hacia las posiciones m¨¢s conservadoras del Partido Republicano, y con el paso de los a?os ambas formaciones fueron delimitando con mayor claridad sus diferencias ideol¨®gicas, m¨¢s a la semejanza del modelo europeo. En segundo t¨¦rmino, menciona la ¡°cercan¨ªa electoral¡± entre los dos partidos: ¡°Desde los a?os 80 cualquiera pod¨ªa hacerse con el control del Congreso, por lo que estrat¨¦gicamente se empez¨® a ver apropiado evitar que el partido en el poder hiciera cosas y atacarlo¡±, apunta. Y finalmente, al auge de la polarizaci¨®n que ha llevado a que cada vez menos dem¨®cratas y republicanos compartan su sentido del voto, lo que resulta clave en un modelo con tantos contrapesos y que protege a las minor¨ªas.
Los fundamentos de estos factores, sin embargo, no son recientes y all¨ª es donde entra, seg¨²n la experta, la mayor responsabilidad de los republicanos y en particular del subgrupo del Tea Party, que desde su irrupci¨®n en el Congreso, tras las elecciones legislativas de 2010, ha destacado por su obstruccionismo absoluto. Y lo m¨¢s grave es que ha logrado imponer su l¨ªnea dura a otros congresistas m¨¢s proclives al di¨¢logo bipartidista al arrebatarles el puesto en una primaria -que suelen registrar una baja participaci¨®n, pero no de los militantes m¨¢s extremos- o con la mera amenaza de hacerlo. ¡°Ahora todos temen que si act¨²an de un modo m¨¢s moderado les reten con una primaria¡±, se?ala, por su parte, Steven Kull, polit¨®logo de la Universidad de Maryland.
Kull cree que la creciente polarizaci¨®n tambi¨¦n es fruto de otro fen¨®meno: la cada vez m¨¢s estrecha vinculaci¨®n entre el mundo empresarial y el pol¨ªtico. ¡°Para ser elegido y revalidar el puesto es necesario granjearse el apoyo de individuos con intereses. Esto hace que los pol¨ªticos tengan que hacer compromisos, lo que les hace ser inflexibles¡±, sentencia. Un an¨¢lisis que casa con las quejas de algunos congresistas veteranos sobre la espiral desorbitada de dinero en las campa?as electorales.
Ante la par¨¢lisis del Capitolio, Obama amenaz¨®, en su discurso del estado de la Uni¨®n en enero, con legislar m¨¢s por decreto y en noviembre los dem¨®cratas en el Senado minimizaron las opciones de la minor¨ªa de vetar las nominaciones de cargos hechas por la Casa Blanca. Pero a¨²n as¨ª, la posibilidad del filibusterismo -que 41 de los 100 senadores puedan obstaculizar- se mantiene en la votaci¨®n de las leyes. Por ello, el polit¨®logo descarta una ¡°gran diferencia¡± si el Senado y la C¨¢mara de Representantes estuviesen controladas por el mismo partido. Para ¨¦l la soluci¨®n recae en la voluntad de cooperaci¨®n, pero por ahora esta se vislumbra muy lejana. Y es que en definitiva lo m¨¢s grave es el significado que supone que los congresistas m¨¢s veteranos -el reflejo de la experiencia- tiren la toalla y ceden ante el hast¨ªo legislativo, conscientes de que el sistema est¨¢ enfermo y que la eficiencia y responsabilidad pol¨ªtica del pasado parecen por ahora irrepetibles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.