?frica se desangra en otra guerra tribal
El odio ancestral entre los dinka y nuer sume a Sud¨¢n del Sur, el pa¨ªs m¨¢s joven del mundo, en un sangriento conflicto con decenas de miles de desplazados
El sol despunta en Juba y centenares de mujeres aguardan pacientes en el suelo, cercadas por voraces p¨²as del alambre de espino que delimitan los accesos a la zona de recogida de comida. Soldados de Naciones Unidas, provistos de material antidisturbios, velan por la seguridad. Cuando el est¨®mago de un hijo ruge por culpa del hambre una madre es capaz de hacer cualquier cosa. ¡°Todos los d¨ªas guardan cola para poder llevarse algo de comer a la boca. Si no fuera por ayuda internacional hace semanas que hubi¨¦semos muerto de hambre¡±, comenta Tut Laey Badeng.
Este joven, de 26 a?os y antiguo estudiante, comienza a desplegar la sombrilla de su puesto de telefon¨ªa m¨®vil en el campo de desplazados de Tomping (Juba). Coloca sobre la mesa las recargas de tel¨¦fono, un bote con caramelos, bolsas con cacahuetes y se sienta a esperar a que lleguen los clientes. Tut lleva repitiendo este ritual desde hace 14 d¨ªas cuando tuvo que huir junto con su familia. ¡°Los dinka (etnia a la que pertenece el presidente Salva Kiir) entraron en mi aldea y comenzaron a disparar contra todos. Nosotros por suerte logramos huir¡±, dice.
Este inmenso campo da cobijo a 27.000 personas que huyen de la exterminaci¨®n sistem¨¢tica que se est¨¢ produciendo por todo Sud¨¢n del Sur. ¡°Aqu¨ª somos casi todos nuer. Los dinka son los que nos est¨¢n exterminando. Es lo mismo que ocurri¨® en Ruanda entre los hutus y los tutsis, un genocidio¡±, denuncia Tut Laey Badeng.
Crece el riesgo de que el Estado viva un genocidio como el ruand¨¦s
Tras obtener la ansiada independencia del norte en junio de 2011, este a?o iba a ser el a?o de Sud¨¢n del Sur. El PIB deb¨ªa crecer un 35%, las arcas del gobierno iban a rebosar de dinero procedente del petr¨®leo, 500 empresas de 55 pa¨ªses ten¨ªan intenci¨®n de invertir en el pa¨ªs. El futuro era inmejorable en el pa¨ªs m¨¢s joven del mundo, pero la noche del 15 al 16 de diciembre ese futuro se esfum¨®. Un enfrentamiento entre soldados de la guardia presidencial (formada por nuer y dinka) desencaden¨® fuertes combates en la capital, Juba. Aquellos dos d¨ªas de violencia ¨¦tnica prendieron la mecha que acab¨® conduciendo al pa¨ªs a una nueva guerra civil (la tercera en 50 a?os, 1955 a 1972, y 1983 a 2005).
Con la ansiada independencia las rencillas entre las tribus quedaron aparcadas tras fuertes apretones de manos y sonrisas forzadas, pero las ansias de poder de unos y otros segu¨ªan latiendo con viveza. Los l¨ªderes militares que estaban detr¨¢s de las m¨¢s cruentas matanzas en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas colgaban el uniforme militar y guardaban las condecoraciones bajo un traje de rayas y corbata. Salva Kiir y Riek Machar se convert¨ªan en presidente y vicepresidente de Sud¨¢n del Sur. Pero la lucha segu¨ªa latente. Los dinka, el grupo ¨¦tnico mayoritario, hab¨ªa ido acaparando poco a poco todo el poder, lo que no era visto con buenos ojos por las otras tribus. Pero el incidente que desencaden¨® esta ola de violencia fue provocado por la destituci¨®n de Machar, qui¨¦n hab¨ªa comunicado su intenci¨®n de presentarse a las elecciones presidenciales de 2015.
¡°Estamos encarcelados en este campo. Yo solo quiero ir con mi familia que est¨¢ en Uganda. Quiero irme para no volver nunca m¨¢s¡±, se lamenta Sim¨®n Gus, padre de seis hijos. Su mujer fue violada y asesinada cuando los dinka tomaron su aldea cerca de Juba. ¡°No podemos salir a la calle porque los dinka nos cazan como si fu¨¦semos perros. Han tratado varias veces de acceder al campo pero los soldados de la ONU se lo han impedido¡±, finaliza. La situaci¨®n de Simon es muy com¨²n entre los desplazados. Muchos tienen familia en Uganda, Etiopia o Sud¨¢n del Norte pero tratar de llegar hasta las fronteras puede suponer su muerte. ¡°Lo ¨²nico que necesitamos es que los soldados de Naciones Unidas nos escolten hasta la frontera y poder cruzarla con la garant¨ªa de que llegaremos al otro lado sanos y salvos¡±, apunta otro desplazado del campo.
¡°Aqu¨ª hay 27 mujeres degolladas por los nuer cuando tomaron Bor¡±
El odio fratricida entre las dos etnias mayoritarias de Sud¨¢n del Sur es hist¨®rico. Ya en 1991, las tropas leales al nuer Riek Machar ¡ªactual l¨ªder rebelde y exvicepresidente del pa¨ªs¡ª arrasaron las zonas dinka de Panaru, Bor y Kongor, donde m¨¢s de 200.000 dinkas huyeron de los combates. Pero los afines a Machar se cebaron con la localidad de Bor ¡ªciudad natal de John Garang, dinka y l¨ªder del SPLM/A (Movimiento/Ej¨¦rcito para la Liberaci¨®n del Pueblo de Sud¨¢n)¡ª donde acabaron con la vida de 5.000 personas. La respuesta de Garang no se hizo esperar y las tropas del SPLA arrasaron las zonas al oeste del Alto Nilo, donde los nuer son la etnia mayoritaria.
¡°Somos enemigos hist¨®ricos. Irreconciliables. Luchamos unidos durante cierto tiempo para conseguir la independencia de Jartum (capital de la Rep¨²blica del Sud¨¢n). Una vez conseguida volvemos a luchar entre nosotros por el poder¡ como hemos hecho toda la vida¡±, aclara Yoal Gatluak. Este nuer vive en el campo de Tomping desde hace tres meses. Sobrevive como puede a pesar de estar atemorizado por el futuro de sus hijos y por la situaci¨®n de violencia que se vive en todo el pa¨ªs. Gatluak es contrario al gobierno de Salva Kiir al que acusa de organizar falsas partidas de ayuda humanitaria que no tienen otro objetivo que matar a los nuer. ¡°Nos enga?an para que volvamos a nuestros hogares para luego perseguirnos y exterminarnos¡±, denuncia.
La ciudad de Bor, capital del estado de Jonglei, es probablemente uno de los mejores ejemplos de la barbarie. All¨ª, justo frente a la Iglesia de San Andr¨¦s, dos peque?as cruces de madera marcan el lugar de la fosa com¨²n. ¡°Aqu¨ª hay enterradas 27 mujeres que fueron degolladas por los nuer cuando tomaron Bor¡±, denuncia el parlamentario Philip Jhon Nyok. Los rebeldes permanecieron en Bor seis d¨ªas (del 19 de diciembre al 24 cuando las tropas sursudanesas retomaron el control del pueblo) y pasaron a cuchillo a m¨¢s de 2.500 personas. ¡°No tuvieron piedad de nadie. Fueron casa por casa buscando a cuantos dinkas encontraron en su camino y los fueron degollando a todos¡±, relata.
Historias de mujeres ajusticiadas en el hospital, familias enteras asesinadas y quemadas dentro de sus hogares. Los relatos de horror y muerte se suceden en esta localidad. El miedo se ha apoderado de sus habitantes y la ciudad se encuentra semivac¨ªa. Soldados del SPLA patrullan las polvorientas calles de Bor con fusiles de asalto a las espaldas. ¡°Los nuer que viv¨ªan en Bor se alzaron contra los dinka uni¨¦ndose a los rebeldes. Aqu¨ª hab¨ªamos vivido en paz los unos con los otros¡±, se lamenta Jhon Amour Kuol, diputado dinka. ¡°El problema viene porque Salva Kiir consider¨® que tener a los nuer dentro del ej¨¦rcito y del ejecutivo ayudaba a la reconciliaci¨®n y a la paz del pa¨ªs. Pero se equivoc¨®. Los nuer son unos salvajes, que no saben leer y que solo saben matar y saquear¡±.
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