Las l¨¢grimas de Petrobras
Urge que los problemas de la petrolera no se eternicen en los meandros de la burocracia o en la b¨²squeda de un chivo expiatorio
Petrobras, la gigante compa?¨ªa del crudo brasile?o, fue siempre m¨¢s que una empresa. Fue un s¨ªmbolo, la ¡°joya de la corona¡± del pa¨ªs, revestida de ¨¦nfasis y orgullo. Los nacionalistas llegaron a usarla como insignia bajo el lema de ¡°el petr¨®leo es nuestro¡±.
Hoy esa reina aparece enferma y dolorida. Y sus l¨¢grimas preocupan dentro y fuera del pa¨ªs. Hay hasta qui¨¦n la ve como una reina con los pies de barro que se desmorona bajo el peso de sus p¨¦rdidas gigantescas.
Sin embargo, si hay una realidad nacional siempre contemplada con simpat¨ªa por ricos y pobres, intelectuales y analfabetos, ha sido Petrobras, tan amada por los brasile?os como su f¨²tbol. Una especie de madre que ofrec¨ªa riqueza y seguridad, y que podr¨ªa recordar el orgullo que un d¨ªa tuvieron los italianos con la Fiat, el gigante del autom¨®vil, que brindaba trabajo y dignidad a medio mill¨®n de familias llegadas al aristocr¨¢tico Tur¨ªn desde la pobreza del profundo sur del pa¨ªs.
Hasta los brasile?os menos escolarizados, que ignoran lo que es la bolsa y las acciones, se han sentido siempre, de alg¨²n modo, propietarios de Petrobras, a la que consideraban un tesoro de todos. Y por eso intocable y por encima de toda sospecha de corrupci¨®n. De ah¨ª que el 80% de los brasile?os estuviera siempre contra su privatizaci¨®n.
Lo que hoy urge es que los problemas que aquejan a la petrolera, que cuenta adem¨¢s con una de las mayores reservas de crudo del planeta, no se eternicen en los meandros de la burocracia, o lo que ser¨ªa peor, en un juego de b¨²squeda de alg¨²n chivo expiatorio al que sacrificar para salvar al resto de los posibles culpables.
Cualquier maniobra vista como una forma de driblar responsabilidades, lleguen hasta donde hayan llegado, dif¨ªcilmente ser¨¢ perdonada, no digo ya por sus accionistas, sino tambi¨¦n por la gente de la calle, que en una sociedad cada vez m¨¢s exigente con sus propios derechos est¨¢ pidiendo ¡°luz y taqu¨ªgrafos¡±, en vez de los viejos juegos del escondite.
Ninguna forma mejor de salir al paso de los que siempre so?aron con privatizar a Petrobras que demostrar a los ojos de todos que la petrolera puede estar enferma pero no muerta, y que tiene fuerzas y recursos suficientes para empezar a dar beneficios cuanto antes. Y que no es cierto que todo lo que est¨¢ en manos del Estado, acaba mal, como sentenciaba con iron¨ªa Milton Friedman cundo afirmaba que "si el gobierno asumiese la gesti¨®n del Sahara", en pocos a?os "faltar¨ªa la arena en aquel desierto".
Ese ser¨ªa el mejor modo de demostrar fuera de Brasil, donde tantos ojos- incluso interesados- est¨¢n puestos sobre las posibles desgracias de Petrobras, que este es un pa¨ªs que goza de una democracia y funcionan libremente todas las instituciones republicanas que deber¨¢n intervenir para hacer diagnosticar su enfermedad, sin esconder ninguno de sus problemas, como tampoco los posibles cr¨ªmenes perpetrados en su seno. Y sin que le tiemble la mano a nadie si fuera necesario usar el bistur¨ª para arrancar la carne enferma.
Los brasile?os recuerdan a¨²n la famosa foto del expresidente Lula, con sus manos manchadas de crudo anunciar que Brasil ser¨ªa pronto ¡°autosuficiente¡± en petr¨®leo, algo que fue aplaudido por todos los que sienten orgullo por las riquezas de este pa¨ªs. Y ello a pesar de que sus gentes son conscientes de que no siempre esas riquezas son repartidas equitativamente, si es cierto que Brasil figura a¨²n en el ranking mundial como una de las naciones m¨¢s desiguales socialmente.
Brasil ha iniciado este 2014 como un a?o que podr¨ªa ser crucial, surcado de mil inc¨®gnitas a¨²n sin aclarar, con una sensaci¨®n de nerviosismo dif¨ªcil por ahora de descifrar.
Algunos analistas han preferido interpretar dicha encrucijada del pa¨ªs como un s¨ªntoma de crecimiento, una especie de ritual de pasaje a la edad adulta del gigante americano.
Ojal¨¢ ello sea confirmado con una resoluci¨®n r¨¢pida y cre¨ªble de la crisis de Petrobras. De lo contrario, podr¨ªa ser le¨ªda como una confirmaci¨®n y un emblema de algo m¨¢s profundo, que los responsables se revelan incapaces de resolver.
Salvar Petrobras significa, simb¨®licamente, salvar al pa¨ªs. Hoy, sus l¨¢grimas son tambi¨¦n las l¨¢grimas de todos los brasile?os y de todos los que m¨¢s all¨¢ de sus fronteras, aman y hasta admiran y envidian a este pa¨ªs visto con un presente lleno de oportunidades.
Quiz¨¢s un d¨ªa sean otras empresas creadoras de energ¨ªa alternativas, nacidas por ejemplo del viento o del sol, las que sean objeto de orgullo de los brasile?os en su camino hacia una pol¨ªtica de mayor respeto al medioambiente.
Hoy por hoy, sin embargo, lo urgente es salvar la riqueza de Petrobras, indispensable para que este pa¨ªs no vuelva a sufrir las garras de la miseria que lo atenaz¨® durante tanto tiempo.
Y para que no pierda a¨²n m¨¢s su fe en los pol¨ªticos que lo gobiernan.
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